Uno escucha con frecuencia que la religión es mala porque en su nombre muchas personas han muerto. Usando esta lógica, es natural que el siguiente paso sea que la religión debe desaparecer para que podamos tener una vida en paz. Incluso una canción habla de esto:
Imagina que no hay países
No es difícil de hacer
Nada por lo cual matar o morir
Y ninguna religión tampoco
Imagina a todo el mundo
Viviendo su vida en paz
Claro que a ninguno de estos “soñadores” se le ha ocurrido pensar que la mayoría de las personas que han sido asesinadas en el pasado, y que continúan siendo asesinadas hoy, han muerto por muchas otras razones que no son religiosas. También olvidan que un grupo que siempre ha sido muy adepto a matar a otros seres humanos es el de aquellos que creen que la religión es mala y que se deciden a erradicarla. No hay evidencia que apunte a que el mundo sería mejor sin religión. Al contrario, hay bastantes hechos que indican que estaría peor. Estos enemigos de la religión comúnmente suavizan su posición diciendo que no se oponen al “sentimiento religioso” (sea lo que sea que eso signifique) sino únicamente a la religión organizada. Esta es una forma políticamente correcta de decir que no aprueban del Catolicismo, pues la religión católica es la única religión realmente organizada. Es precisamente porque está organizada que puede ofrecer una respuesta a esta lógica defectuosa y eso es algo que no les agrada. Hay algo acerca de la Iglesia Católica que les molesta más que cualquier otra cosa. Quizá sea el hecho de que ha sobrevivido a pesar de todos los esfuerzos por destruirla, o quizá sea porque lo que enseña es verdadero y se rehúsan a aceptarlo. Esto, claro está, no lo dicen abiertamente. Me veo forzado a hacer suposiciones pues las razones que he escuchado son tan superficiales como la creencia en que la religión sea mala porque incita a la violencia. Podemos reducir, pues, su dicho de que “la religión es mala” a “el catolicismo es malo y sería mejor que nunca hubiera existido”.
Hagamos exactamente lo que la canción que cité nos dice: imaginemos. Imagina un mundo sin la Iglesia Católica y veamos si lo que esta gente dice es cierto o no:
Podemos empezar removiendo los elementos más visibles del catolicismo: las imponentes estructuras en las que los cristianos se reúnen para adorar a Dios. Imagina Roma sin San Pedro, París sin Notre Dame, Londres sin San Pablo o sin la abadía de Westminster. Imagina a Europa sin ninguna de sus gloriosas catedrales, monasterios o conventos. Con la desaparición de la arquitectura religiosa, deberíamos deshacernos también de todas las otras formas de arte religioso. Ya no tendríamos la Piedad de Miguel Ángel, su David, su Moisés o su capilla Sixtina; muchas de las obras de Bernini o Caravaggio jamás habrían existido. La pared en la que Da Vinci pintó su Última Cena no existiría. Las grandes composiciones de Mozart, Back, Vivaldi o Haydn no serían más que un triste silencio. La tinta que nos ha legado las Confesiones de Agustín, la poesía de Juan de la Cruz o de Teresa de Ávila o el Infierno, Purgatorio y Cielo de Dante, se habría secado sin haber sido nunca utilizada. El mundo sería, sin duda alguna, un lugar menos bello.
Sin el catolicismo, la síntesis de la fe y la razón jamás habría ocurrido. Sin una fe en el Logos (el Verbo), la insuficiencia de nuestra propia razón nos habría conducido rápidamente a la locura. Quizá habríamos encontrado un refugio temporal en las religiones orientales, religiones de la desesperanza y de un misticismo de disolución, si las obras de los Padres de la Iglesia no hubieran existido, las cuales unieron a la filosofía griega con la fe y que nos recordaron la comprensibilidad del mundo. Esa insistencia casi obsesiva por entender y creer, que San Anselmo resumió en la frase Fides Quaerens Intellectum (Fe que busca a la Razón) no sería parte de nuestras vidas. Mucha de la cultura de la Antigüedad tampoco, pues los monjes que pacientemente copiaron a mano todas las obras clásicas no habrían existido. La metafísica de Aristóteles no habría alcanzado la plenitud que halló en la “metafísica del Éxodo” (como la llama Etienne Gilson) en la brillante mente de Santo Tomás de Aquino pues el libro del Éxodo jamás habría sido escrito. No es difícil imaginar que gran parte de la filosofía aristotélica habría desaparecido si el cristianismo no hubiera nacido. Habría que borrar, igualmente, al sistema universitario de la faz de la Tierra. Después de todo, las universidades fueron una creación de la Iglesia medieval. Junto con ellas, habría que eliminar a gran parte del sistema educativo del mundo pues un gran número de escuelas, tanto de educación primaria como secundaria, fueron creadas y son mantenidas por órdenes religiosas. Sin todo esto, la ciencia como la conocemos jamás habría escalado a los niveles que ha alcanzado. El mundo sería, sin duda alguna, un lugar menos inteligible.
Imagina que las frases “Dios creó al hombre en su imagen” y “el Verbo se hizo carne” no hubieran sido escritas. Éstas son los cimientos de la creencia en la dignidad de la persona humana. Sin ellas, esta idea no podría existir. Para los antiguos, era natural que el débil muriera y que ciertas personas fueran inferiores a otras. La esclavitud y el infanticidio serían aún comúnmente aceptados pues fue a través de la acción del cristianismo que fueron eliminados, al menos en Occidente. No fue Aristóteles, Platón, Sócrates, Séneca ni ninguno de los filósofos de la antigüedad, sino San Pablo quien escribió: “Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús.” (Gal. 3: 28). No existirían la tolerancia y la igualdad. Aquellos que sostienen que la religión es mala porque ha causado la muerte de muchos no se dan cuenta que sin el catolicismo, la vida humana sería tan desechable como lo era en el mundo antiguo. Cuidar a los enfermos o abandonados, a los huérfanos y viudas, alimentar a los hambrientos o dar de beber a los sedientos no serían valores a los que debe aspirar una sociedad. Imagina un mundo sin los muchos hospitales, orfanatos y hospicios que han sido fundados y mantenidos por gente religiosa. El mundo sería, sin duda alguna, un lugar menos humano.
En pocas palabras, sin el cristianismo, el mundo sería un mundo en el que no valdría la pena vivir.
One often hears that religion is bad because in its name many people have been killed. Using this logic it naturally follows that religion should disappear in order for us to have a peaceful life. Even a famous song talks of this:
Imagine there's no countries
It isn't hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion too
Imagine all the people
Living life in peace
Of course, these “dreamers” seem to forget that most of the people who have been killed in the past, and continue to be killed today, have been murdered for many reasons other than religion. They also forget that a group that has always been particularly fond of killing human beings is that of those who believe that religion is bad and decide to rid humanity of it. There is no evidence that could even suggest that a world without religion would be a better world. On the other hand, there are plenty of facts that indicate that a world without it would be worse. These enemies of religion usually soften their position by saying that they do not oppose religious sentiment (whatever that means) but only organized religion. That is a politically correct way of saying that they do not approve of Catholicism, because Catholicism is the only truly organized religion. Because it is organized, it can offer a response to their defective logic and that is something they dislike. There is something about the Catholic Church that seems to bother them more than anything else. Maybe it is the fact that it has survived despite all efforts to destroy it or perhaps it is because what it teaches is True and they just refuse to accept that. This, of course, is not what they openly say. I am forced to make suppositions because all the answers I have heard on this are as superficial as the belief that religion is bad because it leads to violence. We can, therefore, reduce their saying that “religion is bad” to “Catholicism is bad and it would be better if it had never existed”.
Let us do exactly what the song I quoted asks us to do: let us imagine. Imagine a world without Catholicism and let us see if what these people claim is true or not:
We might begin by removing the most visible elements of Catholicism: the imposing structures in which Christians worship. Imagine Rome without St. Peter's, Paris without Notre Dame, London without St. Paul's or Westminster Abbey. Imagine Europe without any of its glorious cathedrals, monasteries and convents. With the disappearance of religious architecture we might as well get rid of other forms of religious art. No longer would we have Michelangelo's Pietá, his David or his Moses, his Sistine Chapel; many of the works of Bernini or Caravaggio would never have come into existence. The wall on which Da Vinci's Last Supper was painted would no longer be there. The greatest compositions of Mozart or Bach, Vivaldi or Haydn would have been nothing but a sombre silence. The ink which has given us the Confession's of Augustine, the poetry of John of the Cross or Teresa of Avila or the hell, purgatory and Heaven of Dante, would have dried without ever being used. The world would be, without a doubt, a less beautiful place.
Without Catholicism, the synthesis of Faith and Reason would have never taken place. Without a Faith in the Logos (the Word), the insufficiency of our own reason would have led us quickly into insanity. We probably would have found a temporary refuge, if any, in the religions of despair of the East with their mysticism of dissolution, had we not had the works of the Church Fathers, who united Greek Philosophy with the faith, and reminded us of the reasonableness of the world. That almost obsessive drive to understand and to believe, which St. Anselm summed up in the phrase Fides Quaerens Intellectum (faith seeking understanding) would not be a part of our lives. Let alone most of the culture of Antiquity since the monks that patiently copied by hand the works of old would not have existed. The metaphysics of Aristotle would not have found fulfillment in the “metaphysics of Exodus” (as Etienne Gilson calls it) in the brilliant mind of St. Thomas Aquinas because the book of Exodus would never have come into being. It is not difficult to imagine that a significant part of the philosophy of Aristotle could have disappeared had Christianity never been born. We would also have to erase the university system from the face of the Earth. After all, universities were a creation of the Medieval Church. With it, we would also get rid of the majority of the primary and secondary education system all over the world since it was created and is maintained by thousands of religious men and women. Without all of this, science as we know it would never have arisen. The world would be, without a doubt, a less intelligible place.
Imagine that the phrases “God created man in his image” and “the Word became flesh” had never been written. These are the very foundation for the belief in the dignity of the Human person. Without them that idea could not possibly exist. For the ancients it was only natural that the weakest should die or that some people were inferior to others. Slavery and infanticide would still be widely accepted because it was through the work of Christianity that it came to be eliminated, at least in the West. It was not Aristotle, Plato, Socrates, Seneca or any of the philosophers of old, but St. Paul who wrote: “There is neither Jew nor Greek, there is neither slave nor free person, there is not male and female; for you are all one in Christ Jesus." (Gal. 3:28). There would be no such thing as tolerance and equality. Those who say that religion is bad because it has caused death to many do not realize that without Catholicism, human life would be as disposable as it was in the Ancient World. Caring for the sick or the abandoned, looking after orphans and widows, feeding the hungry and giving water to the thirsty would no longer be values that society would strive for. Imagine a world without the many hospitals, orphanages and assistance homes that have been founded and taken care of by religious people. The world would be, without a doubt, a less humane place.
In a few words, without Christianity, the world would be a place not worth living in.