jueves, 25 de diciembre de 2008

¡Feliz Navidad!

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: "Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo."
Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado
.(Jn. 1: 1-18)

Que esta Navidad nazca en todos sus corazones y en sus familias el niño Jesús. Que sean capaces de ver la luz que ha nacido en Belén. Que no sean de aquellos que rechazaron la luz, sino que la acepten y reciban los dones propios de los hijos de Dios.

No olviden que aquél ante cuyo nombre se doblan todas las rodillas en el cielo, la tierra y los abismos, nació en un pesebre, en el más pequeño e insignificante poblado de un país perdido en el desierto. No olviden que al Rey de Reyes lo adoraron los más pequeños mientras que los poderosos estaban ocupados en sus asuntos. Les deseo ser de los más pequeños para que sean dignos de ver la estrella que los conducirá a Belén.

Les deseo que acepten tomar sobre su cuello el yugo suave y la carga ligera de Cristo. Que sigan a aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida. Recuerden que Cristo se hizo hombre para que ya no fuéramos siervos sino hijos. Les deseo que vivan como hijos de Dios. Que acepten la vida que viene de Dios y que nos ha dado como regalo a través de la Encarnación de su Hijo. Espero pues, que busquen primero el reino de Dios, todo lo demás llegará por añadidura…

martes, 23 de diciembre de 2008

El machismo que denigra al hombre

Todo mundo sabe que la cultura mexicana es una cultura machista. Contrario a lo que todos opinan, soy de la idea de que el machismo denigra más al hombre que a la mujer. Esta es una afirmación muy fuerte, pero es mi intención demostrar su veracidad. Para ello, me basaré en un análisis de varias actitudes propias del machismo.

Empecemos con las ideas que rigen a esta mentalidad respecto al comportamiento. Para el machista, es perfectamente aceptable que un hombre diga groserías y vulgaridades, que se embriague y que haga estupideces para demostrar su “virilidad”. En cambio, se le prohíbe (so pena de verse muy afeminado) mostrar sensibilidad, ya sea social o artística, y mucho menos puede ser sentimental (recuerden que “los hombres no lloran”). En el caso de las mujeres, lo contrario es lo cierto: lo que está permitido para los hombres, no lo está para las mujeres y lo que les está prohibido a los hombres, es lo propio de las mujeres.

En lo referente a la sexualidad, esta mentalidad sostiene que los hombres tienen derecho a tener la cantidad de parejas sexuales que deseen, mientras que las mujeres deben ser fieles a “su” hombre. Es decir, un hombre que “tiene” muchas mujeres es “muy hombre” mientras que una mujer que “tiene” muchos hombres es, en el mejor de los casos, una mujer fácil. Esto se justifica diciendo que los hombres “no pueden” controlar sus impulsos sexuales.

En pocas palabras, en un medio machista, los hombres tenemos que ser muy “machos”. Tenemos que ser violentos y peleoneros. No debemos recurrir al diálogo sino a los golpes. La razón no debe caracterizarnos, sino la impulsividad. Si nos detenemos a pensar un poco en lo que implican estos comportamientos, sólo podemos concluir que los hombres, en una sociedad machista, en lugar de ser “superiores” somos denigrados. ¿Por qué? Porque se nos deja comportarnos sin ningún límite racional. Podemos y debemos comportarnos como animales para ser aceptados entre los “machos alfa”.

En cambio, las mujeres son protegidas de este animalismo a través de normas sociales estrictas. Desgraciadamente, se perdió de vista el origen y razón de ser de estas normas y se les ve ahora sólo como un medio de opresión, siendo que son una forma de liberación. Mientras que los hombres andábamos “libres” como animales por todos lados, las mujeres se quedaban en el hogar y eran “obligadas” a comportarse como seres humanos.

Por otro lado, en cuanto a la cuestión laboral, queda muy claro que cuando ésta da privilegios a los hombres, en realidad los está denigrando. Si los hombres realmente fueran superiores a las mujeres, no requerirían de ayuda. Si las mujeres fueran inferiores a los hombres, serían ellas las que necesitarían ayuda, no nosotros. Este handicap lo único que hace es resaltar que los hombres necesitan de apoyo para lograr algo que una mujer puede lograr sin él. Por tanto, el machismo en realidad muestra al hombre como inferior a la mujer.

Como estos ejemplos existen muchos más, pero con estos basta para demostrar mi afirmación inicial. Desgraciadamente, el movimiento feminista, en vez de ayudar a que las mujeres vivan plenamente como seres humanos, ha logrado lo contrario. Las fundadoras de este movimiento veían con envidia a los hombres que se “animalizaban” y desearon lo mismo para sí. Ahora, como resultado, tenemos una sociedad en que tanto hombres como mujeres andamos transitando por la vida como animales. La equidad de género se ha logrado, sólo que en lugar de que ambos vivamos dignamente como seres humanos, lo hacemos sumidos en el fango de la bestialidad.

El movimiento feminista, en lugar de haber denigrado a las mujeres para que fueran iguales a los hombres, debió haber “humanizado” a los de mi sexo. Nos debió haber levantado de nuestra condición de bestias para que nos comportáramos como personas. Sólo así, estando hombres y mujeres al mismo nivel de humanidad, habríamos podido establecer relaciones entre los sexos equitativas, humanas y realmente complementarias.

jueves, 18 de diciembre de 2008

La Biblia como un manual de política

La Biblia es quizá el libro más importante que exista. No sólo porque se trata del libro sagrado de la cristiandad, sino por su influencia sobre la formación y desarrollo de la civilización occidental. Sus enseñanzas han marcado la vida de millones de personas a lo largo de la historia. Yendo más allá de su contenido religioso, a lo que podríamos llamar su aspecto cultural, se puede ver en ella uno de los pilares fundamentales de Occidente (aunque muchos no lo quieran reconocer).

Entre la infinidad de enseñanzas que podemos encontrar en la Biblia, me he topado con muchas que han influido y que seguirán influyendo en mi vida de político. Me refiero a pasajes donde personajes bíblicos han demostrado sus habilidades políticas. Me parece que cualquier político (creyente o no creyente) podría aprender mucho de estos personajes para tener una carrera política ética y exitosa. Además, son una muestra de que el político creyente no tiene que ser dejado e ingenuo.

Arriesgándome a ser acusado de atentar contra el “Estado laico” y de querer mezclar política y religión, les presento los pasajes más significativos (para mí):

Salomón recibe la Sabiduría (2 Crónicas 1:7-12)

Aquella noche se apareció Dios a Salomón y le dijo: “Pídeme lo que quieras que te dé.” Salomón respondió a Dios: “Tú tuviste gran amor a mi padre David, y a mí me has hecho rey en su lugar. Ahora, pues, oh Yavé Dios, que se cumpla la promesa que hiciste a mi padre David, ya que tú me has hecho rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Dame, pues, ahora sabiduría e inteligencia, para que sepa conducirme ante este pueblo tuyo tan grande.”
Respondió Dios a Salomón: “Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron antes de ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan después de ti.”

Lo primero que necesita cualquier político o gobernante ético es Sabiduría. Buscar el Bien Común es algo tan importante y afecta a tantas personas que se debe hacer con responsabilidad. La Sabiduría implica prudencia, inteligencia y conocimiento. Combinando estos elementos, se pueden tomar decisiones adecuadas. De nada sirve ser un extraordinario político si al llegar al gobierno eres incapaz de gobernar bien. En el sentido práctico, el gobernante debe desarrollar políticas públicas efectivas y eficaces que mejoren el nivel de vida de sus gobernados. Para eso necesitas saber de muchas ciencias como la Economía, el Derecho, la Sociología, etc.

Por eso, es importantísimo que nuestros gobernantes y políticos sean gente preparada. Que tengan estudios y que demuestren que saben de lo que están hablando. No es posible que nos gobiernen personas que no tienen los conocimientos necesarios para hacerlo. Platón decía que el gobernante ideal era el “Rey Filósofo”. Es decir, un gobernante sabio.

Pablo ante el Sanedrín (Hechos 23:1-11)

Pablo miró fijamente al Sanedrín y dijo: “Hermanos, yo me he portado con entera buena conciencia ante Dios, hasta este día”.
Pero el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que le asistían que le golpeasen en la boca.
Entonces Pablo le dijo: “¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Tú te sientas para juzgarme conforme la Ley y mandas, violando la Ley, que me golpeen?”
Pero los que estaban a su lado le dijeron: “¿Insultas al Sumo Sacerdote de Dios?”
Pablo contestó: “No sabía, hermanos, que fuera el Sumo Sacerdote; pues está escrito: ‘No injuriarás al jefe de tu pueblo’”.
Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: “Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga”.
Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso.
Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: “Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algún espíritu o un ángel?”
Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos y mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de entre ellos y le llevase al cuartel.


San Pablo demuestra en varias ocasiones que era un extraordinario político. El ejemplo que presento lo escogí porque muestra varias características del santo cuyo año celebramos:

Primero, es inocente de lo que lo acusan. Lo es, lo sabe y lo afirma. A diferencia de muchos políticos que no lo son, saben que no lo son pero afirman lo contrario. Como es congruente con su pensar, tiene toda la autoridad moral para acusar al Sumo Sacerdote.

Segundo, reconoce que por encima de él está la Ley. Por eso se disculpa de haber ofendido al Sumo Sacerdote (aunque lo había hecho con razón) con lo que además muestra una gran humildad. Qué diferencia tan grande con muchos políticos, gobernantes o incluso burócratas que se sienten exentos de cumplir con la ley. Qué diferencia tan grande con todos aquellos que al tener un poco de poder (en algunos casos, una cantidad ridícula de poder) se ensoberbecen y se creen superiores a los demás.

El tercer y último punto se refiere a la “malicia” o sagacidad que muestra San Pablo. Es la aplicación más evidente del clásico “divide y vencerás”. Conociendo a sus acusadores, los provoca para que se peleen entre ellos. Se aprovecha de esa situación para salir bien librado y nos muestra, de una vez por todas, que necesitamos tener una cierta “malicia” (por llamarla de alguna forma) cuando estemos lidiando con otros que muchas veces buscan dañarnos. En ningún momento mostró San Pablo ingenuidad, sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

La mujer adúltera (Juan 8:1-11)

Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”
Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.


Este pasaje es extraordinario ya que nos muestra que Jesús, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, era, además, un excelente político. Por lo mismo, debería de ser el modelo a seguir de todos los que pretendemos ser políticos. Es el auténtico Maestro. Al igual que el pasaje anterior, tiene varios puntos de importancia:

En primer lugar, está la disposición de Jesús de atender al pueblo. El auténtico gobernante o político es, ante todo, un servidor público. Es decir, debe estar al servicio del pueblo. No al servicio de su bolsillo. Como dirigente, debe buscar el bien de su pueblo, así como Cristo busca el bien de su gente al enseñarles.

El segundo punto tiene que ver con la habilidad de Jesús de ver la malicia de los fariseos, los cuales buscaban tenderle una trampa. Cabe aclarar que Cristo tenía una ventaja sobre nosotros: era Dios y por tanto conocía las intenciones de los demás. Aunque nosotros no tenemos ese don, podemos intuir o deducir las intenciones de las personas al tratar con ellas o al conocerlas. Podemos saber si alguien tiene malas intenciones a través de sus actos o sus palabras. A veces basta con verles la mirada para saber qué pretenden. Debemos ser muy observadores de los demás para saber qué es lo que buscan. Nuevamente insisto en que no podemos ser ingenuos y creernos todo lo que nos dicen. Debemos ser críticos y objetivos para descubrir la Verdad.

En tercer lugar, está la calma que guarda Jesús ante una situación adversa. Los fariseos tienen todos los argumentos para apedrear a la mujer. Han pensado en todos los detalles para poder acusar a Jesús o de complicidad (si la perdona) o de no ser tan bueno como se decía (si la acusa). Tienen, según ellos, el plan perfecto. Además, traen piedras. Han acorralado, pues a Jesús. Sin embargo, Jesús no se inmuta, mantiene la cabeza fría y sigue dibujando en el piso.

Así llegamos al último punto en el que conviene resaltar la audacia de Cristo de “lanzarse al ruedo”. Cuando los fariseos insisten, tiene los pantalones (o, en su caso, la túnica) necesarios para enfrentarlos. Así, los desarma con una sola frase: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Es, además de todo, una respuesta inteligente si no es que genial. No hay forma de responderle. Lo único que les queda a los fariseos es retirarse.

Cuántos errores no han cometido nuestros políticos al dejarse llevar por el enojo o por la cobardía. Cuántas veces no han cedido los gobernantes ante presiones negativas para no afectar su reputación o su posición en las encuestas. Si mantuvieran la cabeza fría, podrían encontrar una solución favorable. Si fueran sabios, podrían aprovecharse de las adversidades para convertirlas en ventajas.
Estas son las lecciones que tenemos que aprender nosotros. Toda esta enseñanza política la podemos encontrar en un “manual” que tiene miles de años: la Biblia.

martes, 16 de diciembre de 2008

El totalitarismo de la Ciencia

La sociedad contemporánea tiene a la ciencia en un pedestal. Desde tiempos de Descartes hasta nuestros días se le ha tenido como la máxima autoridad. Vino pues, a sustituir a la religión como suprema fuente de la Verdad.

Sin embargo, existe un grave problema con las ciencias si no se les jerarquiza adecuadamente. Si las ciencias reguladoras, es decir, aquellas que tienen preponderancia sobre las demás debido a los objetos que estudian y que pueden corregirlas si yerran, desaparecen o se colocan en un nivel igual o inferior que otras ciencias supeditadas a ellas, entonces surgen infinidad de problemas. Precisamente esto sucedió cuando Descartes, Galileo, y los positivistas después de ellos quitaron a la Filosofía (especialmente a la Metafísica) de su lugar, y colocaron a otras ciencias (como la Matemática y la Física) ahí.

Muchos científicos modernos rechazan la importancia de las ciencias reguladoras y en consecuencia ven sólo a través de los ojos de su ciencia. Y, como la mayoría de estas ciencias estudian la realidad material, sólo ven lo material de la realidad. Lo que no pueden “ver” o medir, para ellos no existe. Más aún, son fieles creyentes en el determinismo científico. Es decir, creen que conociendo las “inmutables” leyes de la naturaleza, se puede conocer el estado de toda la realidad en un determinado momento. Si esto es cierto, y la realidad sólo consta de entes materiales, entonces no hay lugar alguno para la libertad. Menos aún para una Providencia o un dios capaz de modificar esa realidad.

Por eso hablo del totalitarismo de la ciencia. Un régimen totalitario busca imponer su verdad y suprime la libertad e iniciativa de los individuos, pisoteando su dignidad. Así, las ciencias, al no depender más de la Filosofía, han pretendido desaparecer la libertad y, en consecuencia, suprimir la dignidad humana.

El ejemplo más claro de esto se presenta en la biología. No es mi intención denigrar a esta ciencia sino colocarla en su debido lugar. Muchos biólogos han pretendido durante años reducir al ser humano a un conjunto de interacciones físico-químicas. Así, han buscado demostrar que la inteligencia y la voluntad (funciones esenciales para la libertad humana) no son más que producto de una serie de reacciones químicas que tienen lugar en el cerebro. Si esto fuera así, y aceptáramos al determinismo científico como cierto, habríamos eliminado por completo la voluntad de las personas porque no tendrían la capacidad real de escoger (ya que todo estaría determinado de antemano). Lo mismo sucedería con la Dignidad humana. Si lo que nos diferencia de los animales (la razón) no es más que el resultado de un proceso meramente físico y casual (y que, por tanto, podría llegar a desarrollar cualquier otro ser vivo) entonces no habría una diferencia real y válida. Así, no seríamos más que animales, con la misma dignidad que cualquiera de ellos (lo cual yo negaría, aunque fuera por puro orgullo).

Otro punto importante donde las ciencias tienden al totalitarismo es en su negativa a responderle a la Ética. Igual que cualquier dictador totalitario, las ciencias se han sentido superiores a la Ética. Quizá se deba a que, igual que como afirmaban Hitler o Stalin, lo que buscan es el “progreso” de la humanidad. Los efectos de esta actitud los hemos sufrido, especialmente con los grandes avances que ha habido en los últimos años. El uso de la ciencia sin regulación ética ha causado la muerte de millones de seres humanos. Ha llevado también a que miles sean utilizados como meros objetos con los que se puede experimentar libremente. Se convierten pues en instrumentos de los más poderosos para oprimir a los más débiles.

Por estas razones, es importante que restauremos la jerarquía de las ciencias. En la cabeza debe estar la ciencia cuyo objeto es la Verdad (así, en mayúscula) y el ser, es decir, la Filosofía. Es ella la que puede decir si lo que propone alguna ciencia inferior es cierto o no (ya que sólo puede existir una Verdad que no puede ser contradictoria consigo misma). Es también ella la que puede decir si lo que están haciendo los científicos es bueno o no. El día que eso ocurra, el desarrollo científico estará verdaderamente al servicio del Hombre.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Ratzinger y el diálogo

Recuerdo muy claramente que cuando el Cardenal Joseph Ratzinger fue elegido Papa, los medios mundiales se alarmaron. Incluso compañeros míos comentaban lo mal que se habían visto los Cardenales al elegirlo como Sumo Pontífice. Todo mundo decía que representaba un regreso a la Edad Media y que los avances que Juan Pablo II había logrado (y que obviamente le criticaron en su momento…) serían echados para atrás. Muchos se espantaban de que aquél que había sido el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (o sea, la Inquisición moderna) pudiera dirigir a la Iglesia.

Hoy, unos años después de su elección, ha mostrado lo equivocados que estaban todos. El “terrible” inquisidor ha mostrado más disposición al diálogo que muchos. Ha dialogado con musulmanes, protestantes, judíos, ortodoxos, ateos, etc. Así lo ha hecho porque, a diferencia de la gran mayoría de las personas, Benedicto XVI ha entendido lo que realmente es el diálogo. Para poder dialogar es necesario conocer lo que eres, lo que crees y lo que defiendes. No puedes dialogar si no sabes en dónde estás parado. Si no sabes qué defender o por qué defenderlo, no tiene caso dialogar porque no puedes encontrar ese terreno en común que existe con tu interlocutor. Si no sabes qué defender y por qué defenderlo, no tienes argumentos para cuestionar o apoyar lo que dice el otro. No tienes nada respecto a lo cual dialogar.

En ese sentido, Ratzinger ha sido extraordinario para el diálogo porque tiene muy claro quién es y qué es lo que cree. Porque sabe el por qué cree en lo que cree. Así, ha sabido detectar aquellas cosas que tiene, que tenemos, los católicos en común con los demás. Gracias a eso, ha sabido defender a ultranza las Verdades que poseemos y que son no negociables. El diálogo no es estar de acuerdo en todo, sino la capacidad de sentarnos a hablar de nuestras diferencias y de lo que nos une.

En ese sentido, captó muchísimo mi atención una nota que leí el otro día en el servicio de noticias Zenit: Marcello Pera, filósofo italiano, ateo y liberal (como él mismo se describe), presentó su libro Perché Dobbiamo Dirci Cristiani (Por qué debemos llamarnos Cristianos). El principal argumento de este libro es que Europa no se puede defender, ni puede dialogar ni puede enseñar a otros si no tiene claro qué es ni en qué cree. Es decir, Occidente no puede exigir el diálogo a otras culturas (específicamente a los musulmanes) si no tiene clara su identidad. En este punto coincide plenamente con Ratzinger al afirmar que Europa debe aceptar y reconocer sus raíces cristianas.

Esta no es la primera vez que Pera habla de esta situación. Hace un par de años escribió un libro junto con el entonces Cardenal Ratzinger titulado “Sin Raíces” donde se analizaban los problemas de Europa. Es evidente que este problema ha sido central para Pera y que ha encontrado en Benedicto XVI a su mejor interlocutor. La disposición al diálogo de ambos hombres es clara, a pesar de las enormes diferencias que existen entre ambos: uno, ateo, el otro, dirigente máximo de la Iglesia Católica.

Esta disposición al diálogo queda demostrada en la reseña que hace Pera de su encuentro con el Papa, el cual en lugar de preguntarle si creía o no en Dios, le preguntó: “¿Cómo alguien como tú, ateo, liberal, europeo occidental, justifica los principios y valores que considera básicos al punto de enorgullecerse de ellos? ¿Cómo estás preparado para justificarlos y compararte con otros?” A continuación le preguntó: “¿En qué terreno podemos tú, ateo, y yo, creyente, encontrarnos para defender estos principios y valores sin los cuales sabemos que nuestra civilización no existiría?”

Eso es auténtico diálogo.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Indignación bis

Hoy me encontré con otra noticia que me indignó: los diputados recibirán como concepto de aguinaldo y bonos navideños alrededor de $252 mil porque la Cámara Baja absorberá el Impuesto sobre la renta de esos ingresos. Esto es un abuso. Es indignante que mientras el resto de los ciudadanos estamos recortando gastos por la crisis, nuestros representantes se estén despachando con cuchara grande.

Indignado como estoy, decidí enviar un correo electrónico a los dirigentes de las bancadas panistas en el Senado y en la Cámara de Diputados. Les comparto el contenido de ese correo para que ustedes mis dos lectores hagan algo semejante. Es hora de que los ciudadanos presionemos a nuestros representantes, ellos están ahí para respondernos a nosotros, no a sí mismos.

Las direcciones de correo electrónico son:
Senador Gustavo Madero: gustavo.madero@senado.gob.mx
Diputado Héctor Larios: hector.larios@congreso.gob.mx


Estimado Senador Madero, estimado Diputado Larios:

Como miembro activo, juvenil del PAN, me dirijo a ustedes a causa de las recientes noticias publicadas respecto a los ingresos que tendrán tanto diputados como senadores en esta época Navideña.

Me parece que los aguinaldos, bonos y demás beneficios que obtendrán son no sólo excesivos sino ofensivos para la gran mayoría de los mexicanos que en estos momentos estamos apretando nuestros cinturones para hacer frente a la crisis económica. Como si eso no fuera suficiente, leo en el periódico de hoy que el impuesto sobre estos beneficios será absorbido por el Congreso. Esto es indignante, sobre todo cuando los ciudadanos comunes pagamos puntualmente nuestros impuestos a cambio de malos servicios.

Les escribo a ustedes porque, siendo los presidentes de nuestros grupos parlamentarios, tienen una influencia sobre el resto de nuestros representantes. Les escribo a ustedes porque creo que los diputados y senadores del PAN deben ser un ejemplo de servidores públicos éticos y congruentes con los principios de Doctrina de nuestro partido. Estos principios señalan claramente que el servidor público panista debe servir a la ciudadanía y no servirse de su puesto.

Por ello, les pediría que se redujeran esos ingresos al mínimo. Si eso no fuera posible, que se regresaran o que se donaran. Eso sería un acto de congruencia y demostraría que los diputados y senadores del PAN son servidores públicos éticos. Sería además un ejemplo para los jóvenes panistas que ingresamos al partido no por el afán de poder, sino porque vemos en el servicio público una forma de servir a nuestro país y a aquellos de nuestros conciudadanos menos afortunados.

Estos momentos de crisis no son momentos para aprovecharse de una situación benéfica. Son momentos para tener altura y demostrar que la solidaridad no es palabra muerta, sino que tiene una aplicación real en la vida política y social. Es hora de que los diputados y senadores del PAN se solidaricen con el resto de los mexicanos que no tenemos el privilegio de despachar desde San Lázaro o Xicoténcatl.

Les agradezco su atención y espero que mis palabras no caigan en oídos sordos. Espero que demuestren ser líderes dignos del partido que orgullosamente tuvo entre sus filas a hombres íntegros como Don Manuel Gómez Morín, Don Efraín Gozález Luna, Don Adolfo Christlieb Ibarrola entre otros tantos. Hombres que supieron vivir y servir en forma ética y congruente con sus principios. ¿Qué pensarían de nosotros si todavía vivieran?

Atte.
Alejandro Terán Somohano

lunes, 8 de diciembre de 2008

Indignación

Como recompensa por “tanto” trabajo, nuestros senadores recibirán hasta 740 mil pesos entre dietas, aguinaldos, bonos y compensaciones cada uno. Todo esto porque siempre pensando en sus representados, decidieron repartirse discrecionalmente 400 millones de pesos en “asignaciones a grupos parlamentarios”. Mientras tanto, los simples mortales tendremos que hacerle frente a la época navideña con una crisis económica mundial encima.

Como mínimo, espero de parte de los senadores panistas (ya que como panista espero y exijo más de ellos) que rechacen semejantes ingresos, o que los regresen o que los donen a una de tantas obras de caridad que existen. Además, sería bueno que pidieran una disculpa pública por habérseles ocurrido semejante infamia. Es una bofetada a los más de 40 millones de mexicanos pobres que nuestros políticos se embolsen tanto dinero de manera tan descarada. Es una bofetada a todos los mexicanos que trabajan y que viven al día por la mala situación económica que nos aqueja.

En el PAN siempre hemos dicho que no se puede concebir la política sin la ética. Espero que nuestros senadores sean congruentes con esta enseñanza y actúen en consecuencia. De los demás, ni hablar…

domingo, 7 de diciembre de 2008

El imperialismo de las tradiciones

El otro día tuve la oportunidad de ir al Centro Histórico de la Ciudad de México. Visitar el Zócalo es una maravilla. Estando ahí entiendes por qué se decía que nuestra ciudad era la “Ciudad de los Palacios”. Ese día se encontraba ya instalada la famosa pista de hielo (la más grande del mundo según nos presume el gobierno del Distrito Federal) y un tobogán de nieve natural. Por ahí se veían algunos iglúes y cabañas tipo alpino.

Más allá de que me parezca inadecuado que se realicen este tipo de eventos en la plancha del Zócalo (que es magnífico y no requiere de estas cosas para serlo), me resultó un poco fuera de lugar el tipo de montaje que se colocó ahí. Parecía montado por una reconocida tienda departamental que lleva años construyendo una “aldea navideña” afuera de su tienda de Insurgentes. Es más, parece que contrataron a otra conocida compañía transnacional de refrescos (la misma que inventó a Santa Clós) para que les diseñara todo el show.

Lo que más me llama la atención de toda esta situación es que fue montado por un gobierno de izquierda, que se dice defensor a ultranza de la soberanía nacional. Esos mismos que se erigen en protectores de los pueblos indígenas y de sus “usos y costumbres” y que rechazan cualquier intervención del “Imperio” (nombre con el que denotan a cualquier potencia capitalista extranjera, especialmente Estados Unidos) que pueda “manchar” nuestra cultura. ¿Por qué me parece contradictorio? Porque en todos los años que he vivido en México jamás he visto nieve (excepto en las montañas, donde no vive nadie…), ni me he topado con iglúes ni aldeas alpinas. Como mexicano, la idea de Navidad no tiene nada que ver con la nieve. La canción de “Blanca Navidad” no aplica en México. Lo que yo he visto en época navideña son las flores de Nochebuena, las posadas, las piñatas y los nacimientos. Sin embargo, nada de esto se puede observar en el montaje del Zócalo capitalino. No me tocó cuando estuve ahí, pero no me sorprendería que como música de fondo estuvieran tocando Jingle Bells en lugar de algún villancico mexicano.

Ahora bien, mi crítica no se limita al GDF (que además se está gastando una millonada en plena crisis económica) sino a la misma sociedad mexicana. Como sociedad hemos dejado que nuestras costumbres y tradiciones le cedieran el paso a estas boberías que las compañías extranjeras han traído como estrategia de mercadotecnia. Ahora resulta que a los niños les trae regalos Santa Clós en lugar del niño Dios o los Reyes Magos. Ahora se saben mejor la historia de Rodolfo el reno (que es una soberana estupidez) en lugar del significado de las piñatas. Mejor cantan infinidad de canciones navideñas que en realidad no tienen nada que ver con la Navidad que los tradicionales villancicos que han formado parte de nuestra cultura desde hace siglos. Ahora ves en todas las casas enormes figuras de Santa Clós o de hombres de nieve (¿qué diablos tiene que hacer un hombre de nieve en México?) en lugar de nacimientos. Ahora mejor vemos las tonterías de películas navideñas que nos mandan los vecinos del norte en lugar de ir a ver una pastorela.

El problema de fondo es que estamos cambiando tradiciones no sólo antiquísimas, sino llenas de significado por superficialidades. El hecho de que fuera el Niño Dios o los Reyes Magos los que les traen los regalos a los niños tiene una razón de ser. Santa Clós, en cambio, fue inventado por una compañía de refrescos (el traje rojo y blanco no es coincidencia) para vender más refrescos. Y, tristemente, hemos optado por elegir al gordo de rojo por encima del Niño Dios que es a quien deberíamos celebrar en la Navidad… Es algo muy semejante a lo que sucede con el Halloween. Hemos preferido celebrar una festividad que sólo sirve como excusa para que nos vendan porquería y media. En cambio, una fiesta milenaria y realmente mexicana como lo es el Día de Muertos, poco a poco se va dejando en el olvido…

Regresando a la Navidad (ya que estamos en plena época navideña) hay otro punto respecto al cual quisiera comentar algo y que está igualmente relacionado con este fenómeno de importación de “tradiciones” extranjeras. Como dije anteriormente, nuestras costumbres navideñas estaban llenas de significado, a diferencia de las que ahora están predominando. Por ejemplo, las piñatas tienen un significado muy claro: los picos representan los siete pecados capitales, y el romperla representa la lucha por vencerlos. Como recompensa, recibimos dulces que representan los dones que se obtienen de una vida virtuosa. Lo mismo sucede con las pastorelas que son obras de teatro en las que se representa el verdadero significado de la Navidad: el nacimiento de Jesús. En cambio, las películas gringas siempre se refieren al “verdadero significado de la Navidad”, pero en ellas se nos dice que éste es compartir y celebrar en familia, lo cual es falso. La Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo y punto.

La consecuencia de esta invasión de tradiciones sin significado es que la fiesta que se celebra pierde su auténtico valor. Es decir, se trivializa. Nadie se molesta de que los niños celebren Halloween porque es una fiesta vacía que no representa nada. En cambio, la Navidad sí representa algo de enorme importancia. Por eso me preocupa que se trivialice. Porque entonces se intenta remover cualquier referencia a algo que sea más que el consumismo. Y así llegamos a extremos como en Estados Unidos donde en televisión ya no se dice Merry Christmas (Feliz Navidad) sino Happy Holidays (Felices Fiestas). En este extremo se pretende quitarle a la Navidad toda referencia al cristianismo, lo cual es quitarle todo significado…

Y así, a nuestra Navidad invitamos a Rodolfo el Reno, Santa Clós y Frosty, pero dejamos fuera a Jesucristo…

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Carlos Abascal: retrato de un político católico

¡Jóvenes!

Tomen clara conciencia de que son hijos de Dios, que están de
paso en la tierra y que lo que le da sentido a la vida es precisamente el
amor.

Asegúrense de que en cualquier decisión económica,
política, cultural o social, la persona esté en el centro para preservar y
promover su dignidad, pues ello forma parte del plan de salvación, pues cada
persona vale más que todo el universo creado y por eso fue pagada al precio de
la sangre de Cristo…

¡No tengamos miedo!

-Carlos María Abascal Carranza

Estas palabras, que fueron la despedida pública de Don Carlos Abascal, son una muestra del pensamiento claro de este gran hombre. En ellas vemos reflejado no sólo la profunda religiosidad de Abascal sino su perfecto entendimiento de la dignidad humana, así como su compromiso con la defensa de esta dignidad.

Podría dar un resumen de su biografía, señalando sus más importantes logros profesionales y políticos, pero eso no sería suficiente para tributar a un hombre que entregó su vida al servicio de los demás. Además, basta con abrir cualquier periódico del día de hoy para encontrar distintas reseñas de su vida. Yo, por el contrario, me quiero enfocar en la virtud que lo caracterizó y que todos aquellos cercanos a él han mencionado: su congruencia.

Está de sobra señalar que Carlos Abascal fue un católico hecho y derecho. Nunca ocultó su fe aunque ello le trajera críticas, señalamientos e incluso burlas (como bien señala Sergio Sarmiento en su columna de hoy). Siendo funcionario público, asistió a todas y cada una de las misas que se celebraban el día de Santo Tomás Moro, patrono de los políticos. Antes de cada reunión de trabajo rezaba una oración escrita por el Papa Clemente XI. Llevaba un retrato de la Virgen de Guadalupe a cada oficina en la que trabajaba. Sin duda alguna fue la religión uno de sus principales soportes no sólo durante sus años de trabajo sino incluso en los momentos de su enfermedad, la cual supo llevar con serenidad y entereza.

Como político supo conjuntar sus creencias religiosas con su trabajo. Su convicción de que es la Persona Humana la que debe estar en el centro de la política lo llevó a convertirse en un extraordinario político. Para él, la política “no debe perder, nunca, su sentido humano” como escribió hoy Germán Martínez. Siempre fue un hábil conciliador, abierto al diálogo. A pesar de que muchos lo consideraban un ultraderechista intransigente, dio sobradas muestras de estar dispuesto a sentarse a dialogar con quien fuera. El “extremista intolerante” demostró una y otra vez que era más tolerante que los que lo acusaban. Demostró ser más demócrata que muchos que se llaman demócratas y pudo dejar atrás (diga lo que diga Granados Chapa) la idea del integrismo católico, convirtiéndose en un auténtico defensor (en la práctica que es lo que más importa) del pluralismo.

No sólo en su entendimiento de la política demostró su congruencia. Incluso en la práctica de la misma demostró que ésta y la ética no están peleadas sino todo lo contrario. La política sin ética se convierte en una forma de opresión y de dominio. Los que trabajaron con él reconocen que era un hombre íntegro, que siempre realizó bien su trabajo. Además, era un hombre que levantaba la voz cuando veía algo con lo que no estaba de acuerdo. No tuvo miedo de “regañar” a Vicente Fox por ser incongruente al casarse con Martha Sahagún, cosa que ningún otro panista se atrevió a hacer. Siempre vivió con sencillez, sin ostentaciones ni entradas espectaculares como suelen hacerlo nuestros políticos. Se le podía ver con frecuencia en misa de 9 de la mañana en la Iglesia del Carmen (donde lo vi varias veces) con su familia o caminando por un centro comercial como cualquier ciudadano común y corriente, a pesar de que era el segundo hombre más poderoso del país.

Su vida es un testimonio de cómo debe ser un político humanista. Supo encarnar los principios del humanismo político y por ello debería de ser un ejemplo para todos los que nos llamamos humanistas. Su vida fue además el estereotipo perfecto del político católico. Cuando su Santidad Benedicto XVI habla de la importancia de que los laicos participen en la política, estoy seguro que tiene en mente hombres y mujeres que sean como Don Carlos Abascal. Seguro piensa en hombres y mujeres que sepan, a través del servicio público, ser testigos del Evangelio. Don Carlos demostró que se puede ser político y ser “sal de la tierra”, que se puede dar testimonio de Cristo en la vida pública. Por eso, si cuando yo muera se habla de mí como hoy se habla de Carlos Abascal, entonces sabré que fui un buen político y un buen católico.

lunes, 1 de diciembre de 2008

La Ortodoxia como alternativa radical

Constantemente se escucha en los medios que la Iglesia Católica está perdiendo fieles y que existe una enorme crisis por la falta de vocaciones religiosas. Los “expertos” (y con ello me refiero a todos aquellos que, sin ser católicos, opinan constantemente acerca de lo que debemos hacer los que sí somos católicos) culpan de esto a que la Iglesia se ha negado a “modernizarse.” ¿Cómo puede retener fieles una organización retrógrada, oscurantista y, que además, atenta contra la naturaleza humana?

Veamos y analicemos algunas de las causas que, según estos conocedores, han provocado esta crisis:

Dicen que la falta de vocaciones se debe a que los jóvenes no están dispuestos a vivir un voto de castidad. Que es algo que va más allá de las posibilidades humanas. Y, no sólo es la causa de que no haya vocaciones, sino que, al reprimir sus instintos naturales, los religiosos se convierten en candidatos perfectos a ser abusadores de menores (tema tan de moda en estos tiempos).

Otro argumento consiste en sostener que los jóvenes ya no se interesan en la Iglesia porque sus enseñanzas se basan en dogmas y no en la razón. Como si el posmodernismo o el relativismo tuvieran un sólido fundamento racional.

La lista de argumentos continúa: ¿qué interés pueden tener los jóvenes en una institución que lleva dos mil años y que mantiene ritos de hace siglos? No sólo eso, sino que se trata de rituales aburridos, completamente carentes de significado.

¿Y cómo querría un joven convertirse en sacerdote si éstos no son más que unos ignorantes sin la más mínima formación intelectual? Que además, como se mencionó anteriormente, desconocen totalmente la naturaleza humana y se dedican a reprimir necesidades básicas del hombre.

Finalmente, consideran que nadie en su sano juicio querría renunciar a todos sus bienes materiales para vivir un voto de pobreza. Claro que al mismo tiempo critican a las órdenes o movimientos de “ricos” como los Legionarios de Cristo o el Opus Dei que, dicen, se dedican a enriquecerse a costa de los fieles.

En fin, la solución que proponen es que la Iglesia abandone siglos de tradición y se deje llevar por “el siglo”. Es decir, que se entregue a las costumbres actuales para que sea aceptada por los jóvenes modernos. Proponen que se convierta en una especie de club social.

¿Acaso es esa la solución? Yo no lo creo. Por ello, procedo a refutar los argumentos que nos proponen y doy una alternativa que realmente ayudará a que haya un resurgimiento en las vocaciones y que evitará la salida de más católicos de la Iglesia.

Para empezar, cuando los “expertos” dan sus opiniones sobre lo que debería de hacer la Iglesia para no desaparecer, parecen olvidar que ésta tiene más de dos mil años de existencia. Eso es más que cualquier otra institución humana. No sólo tiene dos milenios, sino que ha mantenido una continuidad fuera de lo normal. Doscientos sesenta y cuatro papas se han sucedido sin interrupción durante todo ese tiempo. Si le añadimos los periodos de persecución (que además han tenido lugar en todo el mundo), los periodos de expansión, de crisis, de corrupción (recordemos a los papas del Renacimiento) y de crecimiento no nos queda más que aceptar que si hay una institución que ha aprendido a sobrevivir, es la Iglesia Católica.

En cuanto al primer argumento, lo que podemos decir es lo siguiente: el voto de castidad no es imposible de cumplir. Sin duda es muy difícil pero no imposible. Ahora bien, si lo vemos desde una perspectiva positiva, podemos concluir que cualquier persona sacrificaría algo inferior por un bien superior. En el caso de un religioso, el amor a Dios representa algo superior al amor que le puede brindar una persona del sexo opuesto. Esto podrá parecer extraño para alguien que no cree en Dios. Sin embargo, existen testimonios de ese amor que son bastante convincentes de que se trata de algo real. Al respecto se puede leer a San Juan de la Cruz (que además es uno de los poetas más destacados de la lengua española) o el libro bíblico del Cantar de los Cantares. En ambos casos se muestra el amor de Dios como algo muy real y se hace uso de imágenes muy humanas para tratar de compartir esa experiencia. Como estos, existen muchos más testimonios de los místicos cristianos. Por ende, abolir el voto de castidad no es la solución.

La respuesta al segundo argumento ya la he dicho en otras ocasiones. La doctrina católica siempre ha tenido un sustento racional. Los dogmas de fe son verdades que van más allá de los alcances de nuestra razón, pero, una vez revelados, son capaces de ser entendidos y explicados por medios racionales. Es más, ningún dogma de fe ha sido proclamado sin antes haber sido objeto de intensas discusiones y debates entre teólogos y filósofos. Por tanto, decir que la falta de racionalidad de la religión ahuyenta a los jóvenes es una mentira. Si los jóvenes creen que la religión católica es contraria a la razón es porque no conocen la verdad al respecto.

El tercer argumento es igualmente falso. Las celebraciones propias del catolicismo no sólo son llenas de significado sino también de belleza. Todos y cada uno de los ritos y oraciones tienen una razón de ser. Todos los utensilios y vestimentas también. Igualmente las decoraciones y los símbolos que se utilizan representan algo. Si estos rituales no tuvieran sentido, entonces los más grandes artistas no se habrían tomado la molestia de hacerlos todavía más bellos. Mozart no habría compuesto su Misa de Réquiem o Miguel Ángel no habría decorado la Capilla Sixtina. En fin, los rituales están llenos de significado. Sólo es cuestión de que un joven los conozca para que descubra la verdad y pueda entender el por qué de su existir. Esto nos lleva a concluir que este argumento tampoco puede ser la causa de esta crisis.

El cuarto argumento es fácilmente refutable. Para ser sacerdote, es necesario estudiar cuatro años de filosofía y cuatro de teología. En estos momentos está bajo consideración la posibilidad de que se tengan que estudiar otros dos años. Esto significa que para poder ser sacerdote se tienen que estudiar ocho años de las dos ciencias más difíciles. Más aún, muchos sacerdotes tienen estudios en otras áreas que van desde las ciencias y las ingenierías hasta las humanidades. Además, su trabajo constante con la gente los hace expertos en el tema de la naturaleza humana. El confesionario es quizá la mejor escuela de humanidad que existe. Con esto demostramos la falsedad del argumento propuesto.

El quinto y último argumento es similar al del voto de castidad. La pobreza elegida parece una locura a los ojos modernos. Parece imposible de lograr. Sin embargo, en nuestra época tuvimos un ejemplo muy claro de que la pobreza se puede convertir en una opción de vida. Este ejemplo fue el de la Madre Teresa. A ella le quedó muy claro que vivir al servicio de los demás, aún cuando implicara abandonar todo, era mejor que todas las riquezas del mundo. Otro ejemplo es el de San Francisco de Asís. Si la idea de abandonar todo sirve para desalentar a los jóvenes a optar por la vida religiosa, entonces ¿por qué miles de jóvenes dejaron todo para seguir a estos dos “locos”? La existencia de las órdenes religiosas fundadas por estos dos santos demuestra que la pobreza no es la razón para no optar por la vida consagrada a Dios.

Reconozco que existe un problema de falta de vocaciones, pero a su vez he refutado los argumentos que supuestamente explican ese problema. Entonces, ¿a qué atribuyo esta falta de generosidad? La atribuyo precisamente a lo que nos proponen como su solución. Es decir, el que la Iglesia se deje llevar por las costumbres de moda desmotiva a los jóvenes a optar por ella. ¿Cómo es esto posible? La respuesta es muy sencilla. Los jóvenes buscamos alternativas a un mundo en ruinas. Las opciones que nos ofrece la sociedad moderna no nos satisfacen. A veces buscamos satisfacción en el alcohol, las drogas o el sexo, pero después de un rato descubrimos que no nos llenan. Si la Iglesia se convierte en una institución más de las que ya existen en el mundo, entonces deja de ser una opción viable para la juventud. Si se deja llevar por las modas y no ofrece nada nuevo, entonces no tiene caso cumplir con sus exigencias. Por eso la ortodoxia, la vuelta a la tradición, es la verdadera solución a la crisis de vocaciones. Los jóvenes buscamos alternativas radicales al mundo moderno y si la Iglesia quiere atraernos, es necesario que represente esa opción radical.

El cristianismo representó una alternativa completamente nueva al fatigado mundo pagano y por eso triunfó. Hoy, veinte siglos después, debe representar un camino opuesto al del agotado mundo moderno para volver a triunfar. Así lo hizo en sus inicios y seguramente así lo hará hoy, 2 mil años después.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Un socialista a favor de la vida

El 14 de noviembre, el presidente de Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, vetó una ley que legalizaba el aborto en ese país. En lo personal, lo que más me agradó de la noticia (que de por sí es extraordinaria) es que el Dr. Vázquez pertenece a una coalición de izquierda y que vetó esta ley que propuso su propio partido. Más aún, su discurso de veto es una muestra de que el derecho a la vida trasciende al espectro ideológico. Este discurso debería de servir a tantos líderes de la derecha que o por ignorantes o por cobardes no han sido capaces de levantar la voz en defensa de la vida. De igual forma, debería de servir para nuestros gobernantes izquierdosos que creen que defender el aborto es un requisito para ser socialista.

A continuación, les comparto este discurso que no por breve carece de profundidad. Al contrario, en pocas líneas da una defensa apasionada de la vida con argumentos sólidos y que, en teoría, deberían de aplicar en todo el mundo:

TEXTO DEL VETO DEL PRESIDENTE DE URUGUAY, TABARÉ VÁZQUEZ, A LA LEY DE DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO

Montevideo, 14 de noviembre de 2008

Señor Presidente de la Asamblea General:

El Poder Ejecutivo se dirige a ese Cuerpo en ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 137 y siguientes de la Constitución de la República a los efectos de observar los Capítulos II, III y IV, artículos 7 a 20, del proyecto de ley por el que se establecen normas relacionadas con la salud sexual y reproductiva sancionado por el Poder Legislativo.

Se observan en forma total por razones de constitucionalidad y conveniencia las citadas disposiciones por los fundamentos que se exponen a continuación.

Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado. En los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España.

La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos -incluido el nuestro- el ADN se ha transformado en la "prueba reina" para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo.

El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia.

Esta ley afecta el orden constitucional (artículos 7º, 8º, 36º, 40º, 41º, 42º, 44º, 72º y 332º) y compromisos asumidos por nuestro país en tratados internacionales, entre otros el Pacto de San José de Costa Rica, aprobado por la Ley Nº 15.737 del 8 de marzo de 1985 y la Convención Sobre los Derechos del Niño aprobada por la Ley Nº 16.137 del 28 de setiembre de 1990.

En efecto, disposiciones como el artículo 42 de nuestra Carta, que obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica -convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos- contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción. Además, le otorgan el estatus de persona.

Si bien una ley puede ser derogada por otra ley, no sucede lo mismo con los tratados internacionales, que no pueden ser derogados por una ley interna posterior. Si Uruguay quiere seguir una línea jurídico-política diferente a la que establece la Convención Americana de Derechos Humanos, debería denunciar la mencionada Convención (Art. 78 de la referida Convención).

Por otra parte, al regular la objeción de conciencia de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más.

Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo.

Este texto también afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales.

El proyecto, además, califica erróneamente y de manera forzada, contra el sentido común, el aborto como acto médico, desconociendo declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokio, que han sido asumidas en el ámbito del Mercosur, que vienen siendo objeto de internalización expresa en nuestro país desde 1996 y que son reflejo de los principios de la medicina hipocrática que caracterizan al médico por actuar a favor de la vida y de la integridad física.
De acuerdo a la idiosincrasia de nuestro pueblo, es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos.

Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto.

El Poder Ejecutivo saluda a ese Cuerpo con su mayor consideración,
Dr. Tabaré Vázquez
Presidente de la República

martes, 25 de noviembre de 2008

Para acabar con la corrupción...

En una de las pocas cosas en que México ocupa los primeros lugares mundiales es en corrupción. Nuestros gobernantes siempre se han caracterizado por ser corruptos y ladrones. En las últimas semanas, el Operativo Limpieza del Gobierno Federal ha sacado a la luz a diversos funcionarios de alto nivel que se dejaron corromper por el narcotráfico. Ante estas noticias, la sociedad en general se ha indignado (justamente) y uno que otro ha intentado capitalizar políticamente con ello.

La corrupción del gobierno es un problema gravísimo que no hemos podido erradicar. Sin embargo, la corrupción que existe en toda la sociedad me parece que es más grave porque sirve de alimento a la corrupción gubernamental. Lo más preocupante de la corrupción social es que muchísimas personas la practican sin querer admitirlo. No podremos acabar con la corrupción si no reconocemos que somos corruptos. Si no reconocemos nuestras fallas no podemos corregirlas.
Este tipo de corrupción la vivimos todos los días: desde las mordidas a los policías (aunque sean de 20 pesos), pasando por las tareas copiadas hasta los que alteran las balanzas de sus negocios o sus libros de contabilidad. La sociedad mexicana vive bajo el credo de que “el que no transa no avanza” y todo mundo lo ve como normal. Recuerdo que en la secundaria nos obligaban a asistir a cinco conciertos de música clásica y que existía un enorme negocio en torno a los boletos y libretos que debíamos entregar como muestra de que habíamos ido al concierto. Lo peor del caso era que los padres de familia eran los que incitaban a sus hijos a verse “listos”. En cambio, viviendo en Estados Unidos me encontré con que copiar una tarea se consideraba como cheating, es decir, como hacer trampa, y que existían castigos muy severos para quienes lo hacían. Esto es un ejemplo de una actitud social diametralmente opuesta a la nuestra.

Los ciudadanos no podemos exigir al gobierno que sea honesto si no empezamos por nosotros mismos. No podemos esperar que los policías sean honrados si lo primero que hacemos al ser detenidos es darles dinero para que nos dejen ir. No será fácil dejar de recibir ese dinero extra obtenido en negocios turbios o tener que esperar durante unas horas por la ineficacia de nuestra burocracia o reprobar un examen para el que no estudiamos, pero creo que son incomodidades que bien valen la pena. El bien común depende de que seamos capaces de sacrificar ciertos bienes individuales. Cuando en México aprendamos a respetar las reglas y las leyes y a actuar con honestidad, todo empezará a cambiar.

La corrupción forma un círculo vicioso en que el gobierno contamina a la sociedad y ésta contamina al gobierno (porque el gobierno está formado por integrantes de la sociedad). Como todo círculo vicioso, es necesario romperlo e iniciar un círculo virtuoso. Este rompimiento se debe dar tanto desde el gobierno como desde la sociedad. Debe ser un esfuerzo conjunto. Sin embargo, si nuestras autoridades no hacen nada por romperlo, somos los ciudadanos los que debemos hacerlo. No podemos sentarnos a esperar a que el gobierno solucione todo.
Para poder acabar con la corrupción, debemos empezar por casa, con nosotros mismos y con nuestros hijos para después poder salir a la calle y exigir lo mismo de los demás. Cuando la ciudadanía viva de forma recta y honesta, tendremos toda la autoridad moral para demandar lo mismo de nuestros dirigentes.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La Belleza como una política pública

México es un país rico en bellezas. Tenemos bellezas naturales de todo tipo: playas, montañas, bosques, lagos, desiertos… Muchos de nuestros antepasados se dedicaron a agregar a estas bellezas naturales las bellezas creadas por sus manos. Así, contamos con ciudades coloniales magníficas llenas de joyas arquitectónicas y con extraordinarias obras de arte.

Los seres humanos nos deleitamos en la contemplación de lo bello. Todas estas bellezas que nos rodean hacen que nuestra estancia en este mundo sea más agradable. Hacen que nuestro nivel de vida sea mayor. Es por todos conocido que un ambiente agradable hace que las personas trabajen mejor, sean más productivas y que sean más felices. Por tanto, una ciudad bella implica que sus habitantes vivan mejor.

Sin embargo, parece ser que para nuestros gobernantes la Belleza no importa (no más vean al que apodaron “Góber precioso”…). Desde que los grandes muralistas dejaron de decorar los edificios de gobierno parece que lo bello ha desaparecido de las obras públicas. Hoy tiene más importancia realizar una obra imponente en tamaño que se inaugure a tiempo para las elecciones, que realizarla bien. ¿Por qué no se realizan obras funcionales que a su vez sean agradables a la vista? Lo bello y lo práctico no están peleados. Es parte de la naturaleza humana desear que las cosas sean atractivas.

Yo por eso propongo que la Belleza se instaure como una política pública. Que toda obra que se construya, además de ser funcional y estar bien hecha, sea bella. Que el gobierno (y la ciudadanía) trabajemos por crear un ambiente agradable. Que la gente se sienta a gusto al caminar por su ciudad y por sus parques. Que los camellones se cuiden y se llenen del colorido que caracteriza al pueblo mexicano. No sólo tendríamos a una población más cómoda con su ambiente sino que se generarían fuentes de trabajo en la creación y mantenimiento de jardines y parques, de edificios, de obras públicas, etc. Los ciudadanos también tenemos que colaborar con este esfuerzo dándole mantenimiento a nuestras casas, pintándolas, cuidando las banquetas y jardines aledaños.

Estoy seguro que la mayoría de los ciudadanos queremos una ciudad hermosa. No es posible que la antes llamada “Ciudad de los Palacios” sea ahora la “Ciudad de los grafitis” o la “Ciudad de las obras inconclusas”. Veamos un ejemplo muy claro: el segundo piso del Periférico. Esta obra, orgullo del lopezobradorismo, es una construcción fea. Se trata de un enorme bloque de concreto. Los barandales están sin pintar y mantienen su horrible color metálico. Para colmo, las luces que lo iluminan por abajo en las noches son verdes y moradas, dándole un aspecto tenebroso como de antro de mala muerte. Como si eso no bastara, está inconcluso, con partes donde las varillas salidas disminuyen todavía más el casi nulo atractivo. Estar ahí atorado en el tráfico es más deprimente al ver el estado en el que se encuentra. Por otro lado, una ciudad como Zacatecas, que es una belleza colonial, se vuelve todavía más bella con la iluminación que se instaló en torno a todos los edificios del centro histórico. Ahí se supo utilizar la tecnología moderna para hacer todavía más notoria la belleza propia de la ciudad.

La ciudad de México tiene todo para ser una de las ciudades más bellas del mundo. Las soluciones a los complejos problemas modernos no deben interferir con la belleza que debe imperar en una ciudad como la nuestra. Debemos ser creativos e ingeniosos para ofrecer soluciones que resalten o que por lo menos no interfieran con los atractivos visuales ya existentes. Yo sueño con una Ciudad de México similar a la que se encontraron los españoles y que los dejó boquiabiertos. Yo sueño con una ciudad de México como la que ellos después construyeron y que era considerada la Venecia americana. Imaginen una ciudad donde se combine lo colorido de nuestra flora con nuestras construcciones. Imaginen una ciudad donde pueda fluir un río sin que lo llenemos de basura. Una ciudad donde lo natural y lo artificial se fundan de forma que la mano del hombre, más que interferir con la Creación, la embellezca más. Creo que tenemos el derecho a disfrutar una ciudad así.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El verdadero peligro de legalizar las drogas

Hace unas semanas, se presentó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una iniciativa de ley que pretendía legalizar el consumo de mariguana en la Ciudad de México. La iniciativa la presentó Víctor Círigo, conocido diputado del PRD. Esta polémica iniciativa fue rechazada de inmediato por amplios sectores de la sociedad y por el propio Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard. Días después, otro destacado perredista presentó una iniciativa similar al Senado de la República. Todo esto para demostrarle a la ciudadanía que sí trabajan…

Más allá de si esa sea una solución al problema del narcotráfico o no, y más allá de si es lo mejor que podemos hacer para combatir a las drogas (lo cual es evidentemente falso), yo quiero enfatizar un punto al que se le hizo muy poco caso pero que me parece importantísimo. Según esa iniciativa, el gobierno se encargaría de vender (en dosis limitadas supuestamente) la droga. Al leer ese punto sentí un escalofrío. Como si no fuera suficiente que el gobierno se quede con toda la renta petrolera, con todos los ingresos que se obtienen de la generación de energía en el país y con todos los impuestos que nos cobra, ahora se quieren quedar con el lucrativo negocio de las drogas. Es decir, el gobierno ahora se enriquecería a costa del suicidio de los ciudadanos. ¡Esa iniciativa es un coqueteo con el totalitarismo!

Me parecería terrible que le diéramos semejante poder al gobierno y más a tan nefastos gobiernos como los que hemos padecido en el Distrito Federal. Imaginen el daño tan grave que causarían a nuestra ciudad si tuvieran acceso directo a los miles de millones de dólares que genera el narcotráfico. Si ahorita, con solo controlar a los vendedores ambulantes, a los invasores de predios y a los taxistas piratas el PRD hace y deshace a voluntad en la ciudad, imaginen el poder que tendrían controlando las drogas. El poder que ahorita tienen los grandes cárteles se lo transferiríamos al gobierno. Eso debería de tenernos a todos temblando de miedo. Y más si tomamos en cuenta la clase de gobernantes megalómanos que hemos tenido en el Distrito Federal.

Les pongo un ejemplo que quizá suene exagerado pero que es muy probable que se dé si se aprobara semejante ley. Supongan una cantidad de adictos que regularmente adquieran su dosis (supuestamente limitada). Supongan que fueran unos 10 mil, por decir un número. Se acerca un año electoral y entonces los vendedores oficiales empiezan a limitarles la dosis. Siendo adictos, su desesperación irá en aumento a medida que no puedan satisfacer su necesidad. Entonces los vendedores les condicionan la venta de estupefacientes a cambio de participar en marchas, protestas e incluso a que otorguen su voto a un partido determinado (que siendo este negocio dependiente del gobierno, sería el partido en el poder). Muchos podrán decir que este escenario es una exageración mía y que jamás podría ocurrir. Esto ya ocurre con los invasores de predios. Me consta. He hablado con gente víctima de extorsiones de este tipo. Me han contado cómo funciona y cómo hay personas desalmadas que abusan de la gente pobre. Por eso sé que lo de “primero los pobres” siempre ha sido una grandísima mentira.

También creo que los que apoyan esta iniciativa tienen otras oscuras intenciones. Las mismas que los llevan a “defender” a PEMEX a ultranza. Saben que si el gobierno controla estos negocios y ellos están en el gobierno, podrán despacharse con la cuchara grande. Si no es a través del gobierno, a través de los sindicatos. Imaginen un nuevo SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de Estupefacientes) dirigido por un caudillo como Romero Deschamps o Elba Esther Gordillo. Sólo pensarlo me provoca pavor. Estos políticos corruptos sólo piensan en sí mismos y en cómo aprovecharse del país.

Por ello, los ciudadanos debemos estar atentos a las propuestas de nuestros representantes. Debemos vigilar que no quieran asumir poderes que no les corresponden. Debemos cumplir con nuestra función de contrapesos de los gobernantes. No olvidemos que en una democracia, nosotros somos los que mandamos. Los funcionarios públicos de todos los niveles (electos y designados) son sólo representantes nuestros. Son nuestros empleados. No dejemos que se aprovechen de la apatía o del miedo de la ciudadanía.

El combate al narcotráfico es parte de una guerra sin cuartel que ya cobró y seguirá cobrando muchas vidas. Sin embargo, es un combate en el cual no podemos rendirnos. La soberanía nacional depende de que triunfemos en esta guerra. Legalizar la droga quizá podría acabar con los cárteles de droga, pero el narcotráfico no es el problema de fondo. El problema de fondo es que miles si no es que millones de nuestros niños, jóvenes y adultos encuentran una salida falsa a través de las drogas (incluyendo el alcohol). Ese es el problema que realmente debemos atacar y legalizar las drogas no nos ayuda a resolverlo.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Un ejemplo de transparencia y uno de democracia

Como comenta Fray Bartolomé en su columna del periódico Reforma, la estrategia de comunicación del gobierno federal en el lamentable caso Mouriño nos ha sorprendido a todos. Nunca antes se había visto a un gobierno (de cualquier nivel) actuar con tal transparencia y honestidad hacia la ciudadanía. No sólo se nos han hecho saber los resultados parciales de las investigaciones, sino que inmediatamente se solicitó la intervención de expertos extranjeros evitando así la opacidad característica de las investigaciones realizadas por nuestras autoridades. Se han mostrado fotos y grabaciones de forma que expertos en la materia han podido analizarlas y dar su opinión públicamente.

También me parece loable la actuación del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez quien se ha comportado con rectitud y, sobre todo, con mucha prudencia. Sus declaraciones han sido acertadas y muy sensatas. Contrario a lo que reportó el periódico Reforma ayer, nunca declaró que la única hipótesis aceptable era la de un accidente. Sus comentarios han ido en el sentido de que la hipótesis del accidente no puede ser descartada por la evidencia. Hasta este momento, esta evidencia parece señalar que sí se trató de un accidente y no de un atentado. Por otro lado, el señor Secretario mostró firmeza al negar las declaraciones de un operador aéreo que afirmaba que el piloto había solicitado auxilio poco antes del accidente. Para sostener sus afirmaciones, el Secretario hizo públicas las conversaciones entre la aeronave y los centros de control. Es una lástima que haya gente que quiera obtener sus cinco minutos de fama a costa de una tragedia como ésta.

Me parece que la actuación en general del gobierno federal ha sido extraordinaria. Nuestro Presidente Felipe Calderón ha actuado con liderazgo ante una situación que seguramente lo tiene devastado personalmente. Un aplauso al gobierno federal en esta situación. Esperemos que pronto se encuentre la causa de este accidente, no sólo para satisfacer a la opinión pública, sino para consuelo de los familiares de los fallecidos. Mis condolencias a todos ellos.

Cambiando de tema, quiero hablar un poco del ejemplo de democracia que vimos el mismo día en que ocurrió la muerte de nuestro Secretario de Gobernación. Me refiero a la actitud de John McCain al concederle la victoria a Barack Obama. Al ver que no iba a ganar la elección, dio un conmovedor discurso en el que reconocía las virtudes de su oponente y en que admitía su derrota. Más aún, en un momento en que nombró a su rival y sus partidarios lo abuchearon, McCain les pidió que evitaran esas expresiones. Continuando con su discurso, se puso al servicio del nuevo presidente y pidió que todos lo que lo apoyaron hicieran lo mismo. Esto es un ejemplo más de por qué Estados Unidos es la potencia que es. Después de una campaña muy reñida y muy agresiva de ambos lados, son capaces de unirse por una meta común. A pesar de las diferencias ideológicas tan marcadas entre ambos candidatos, el día de la elección se mostró que la unidad debe estar por encima de todo. Creo que John McCain tiene muchos defectos y que muchas de las ideas de su partido están mal (Obama y los demócratas también, pero de eso hablaré después), pero le reconozco su patriotismo y auténtica lealtad a su país.
Sé que las comparaciones son odiosas, y más cuando nos referimos a nuestros vecinos del norte, pero esta muestra de civilidad y responsabilidad política debe ser una valiosa lección para nosotros como mexicanos. Qué diferente habría sido todo si Andrés Manuel López Obrador se hubiera comportado con semejante altura el 2 de julio del 2006.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El cambio que Estados Unidos realmente necesita

Mañana son las elecciones en Estados Unidos. Muchos las han llamado las elecciones más importantes en su historia (lo mismo dijeron hace 4 años, hace 8 años, hace…). Tanto en México como en el resto del mundo, la gente está emocionada con la posibilidad de que gane Obama y de que traiga un “cambio” a Washington. En todos lados (incluido Estados Unidos) lo ven como el “salvador” y un baluarte de esperanza. Yo no estoy tan entusiasmado. En su campaña ha mostrado más de una vez que no representa un cambio real. No dudo que logre cambios en Estados Unidos pero el cambio en sí no es necesariamente bueno. A mi parecer, el cambio que Estados Unidos necesita no lo pueden lograr ni el partido Demócrata ni el partido Republicano. Se necesita una tercera opción.

Esta opción debe buscar ante todo el Bien Común y debe fundamentarse en el respeto a la Dignidad de la Persona Humana. En la elección actual, el tema de la economía se ha convertido en el tema central. No me cabe duda alguna de que la economía es crucial para que se alcance el Bien Común y para que las personas puedan vivir con dignidad. Sin embargo, existe otro tema que se ha visto relegado y que tiene mayor trascendencia que la economía: el derecho a la vida. No podemos hablar de la Dignidad de la Persona si ésta no tiene siquiera el derecho a vivir. No podemos hablar de Dignidad de la Persona cuando más de 50 millones de americanos no-nacidos han muerto desde Roe vs. Wade. No podemos hablar de Bien Común cuando se piensa aprobar la Freedom of Choice Act, en la cual se quitan todas las barreras legales que penalizan el aborto, permitiendo incluso el aborto por nacimiento parcial. Obama ha declarado públicamente que su primer acto como presidente sería aprobar esta ley. No olvidemos que las personas deben importar más que el dinero. La economía se puede arreglar, un niño muerto no.

El respeto a la Dignidad de la Persona también se ve pisoteado en las tantas guerras que está librando Estados Unidos en el extranjero. El caso de Irak es el más contundente por su injusticia. A pesar de ello, sería imprudente y más dañino que Estados Unidos se retirara sin un plan bien pensado. Este plan debe considerar antes que nada el bien y la seguridad de la gente de Irak. Los norteamericanos deben actuar con responsabilidad cuando llegue el momento de su retirada y deben asegurarse de que los iraquíes puedan, por sus propios medios, mantener la estabilidad de su propio país. Toda guerra atenta contra la Dignidad de la Persona Humana y en su entendimiento de esto, los republicanos están muy mal.

Por otro lado, esta opción nueva que propongo debe proclamar el principio de la subsidiariedad. Esto quiere decir que el Estado debe respetar la independencia y el actuar (mientras sea legal) de los cuerpos sociales intermedios e intervenir y apoyarlos cuando no puedan o quieran cumplir con su función social. En el caso de E.U., el health care, o seguridad social representa un excelente ejemplo. El acceso a la atención médica es un derecho de todo ser humano. En miras del Bien Común y del respeto a la Dignidad de la Persona, se debe proveer de este servicio a todos. Si hay gente que no puede pagarse un seguro médico, el Estado debe asegurarse de que reciban la atención médica adecuada si se enferman.

Lo mismo podemos decir de la economía. El Estado debe regular y supervisar los mercados. El libre mercado debe estar al servicio del hombre, no el hombre al servicio del libre mercado. E libre mercado es sólo un medio para producir más eficientemente, no un fin en sí mismo. Esto no significa que el Estado deba controlar o intervenir en todos los ámbitos de la economía y poseer los medios de producción. Eso atentaría contra el mismo principio de subsidiariedad. El Estado debe, en general, actuar como árbitro y supervisar que se respeten las reglas del juego. También debe velar para evitar abusos de parte de los ricos y poderosos en contra de los más desprotegidos. Un punto que muchas veces se pasa por alto es que la subsidiariedad exige que el Estado se retire cuando la sociedad civil o la iniciativa privada puedan reasumir su deber.

El último principio que debe regir a esta opción alternativa es la solidaridad. En cuanto a la sociedad civil norteamericana no hay mucho problema. Los americanos por naturaleza son solidarios. Basta con ver que Estados Unidos es el país que mayor ayuda humanitaria entrega a otros países. Basta con vivir ahí para percibir el clima de solidaridad que los ciudadanos tienen entre sí y para con sus comunidades. Ahora bien, en el caso del Estado, la solidaridad también debe existir. Éste debe incentivar a las empresas a que actúen con responsabilidad social. La función solidaria del Estado consiste en lograr que se provea a todos de lo necesario para vivir de forma digna. Esta es la meta de la Economía Social de Mercado. Se trata de una economía de mercado con un enfoque social.

Para vivir plenamente la solidaridad, tanto el Estado como la Sociedad deben ayudar (conforme al principio de la subsidiariedad) a los más necesitados y desprotegidos, es decir, deben tener una opción preferencial por los pobres. Esta opción preferencial no sólo debe existir hacia el interior del Estado, sino también hacia los países subdesarrollados (incluyendo a mi querido México). Tanto Estados Unidos como los países europeos tienen la responsabilidad de actuar solidariamente con los países pobres. Muchos de estos países fueron fundamentales para que Europa y Estados Unidos llegaran a ser lo que hoy son. Durante años les proveyeron de materias primas, de nuevos mercados, de mano de obra barata, etc. Por eso es cuestión de elemental justicia que ahora reciban algo en retorno. Sólo trabajando en conjunto se podrá acabar con la pobreza en estos países y sólo acabando con la pobreza se podrá terminar la inmigración ilegal que tanto les preocupa. Necesitamos que Estados Unidos tenga un estadista de la altura de Konrad Adenauer, Robert Schuman o Alcide de Gasperi quienes, dejando a un lado sus diferencias y nacionalismos, sentaron las bases de la Unión Europea.

El día en que Estados Unidos opte por esta alternativa “nueva”, realmente vivirán un cambio profundo que repercutirá en el mundo entero. En Estados Unidos no existe esta alternativa actualmente, pero las condiciones para que surja ya están presentes. La tercera parte de la población norteamericana es católica y los principios que acabo de enumerar son los de la Doctrina Social de la Iglesia. Este sector tan importante de la población norteamericana tiene mucha influencia en la sociedad americana, incluyendo en la política. Es hora de que el Humanismo Político que surgió de estos principios eche raíces en Estados Unidos. Esta alternativa no es realmente nueva ya que en todo el mundo existen partidos políticos inspirados en este humanismo y son los que han traído los cambios más significativos a nuestras sociedades modernas. Este humanismo es la esencia de la Democracia Cristiana. Sería extraordinario que un partido demócrata cristiano naciera en Estados Unidos. Todos lo agradeceríamos.

viernes, 31 de octubre de 2008

La Decadencia de la Televisión

Es sorprendente que puedas prender la televisión, pasar los casi 200 canales que existen y no encontrar absolutamente nada bueno que ver. Miles de millones de dólares se invierten en la industria del entretenimiento por televisión para saturar el espectro radioeléctrico con pura basura.

Por otro lado, aquellos canales que transmiten programas de calidad se encuentran en constante peligro de desaparecer debido a sus bajos ratings. Esto se ha vuelto tan común que ahora, canales que antes tenían programación de calidad, tales como el History Channel, el Discovery Channel, A&E Mundo, etc., han tenido que introducir programas de pésimos contenidos. Basta ver la cantidad de programas acerca de OVNIs, fenómenos paranormales, reparación de coches, entre otros tantos para notar esta grave caída en la calidad de estos canales.

Este fenómeno de decadencia no sólo aparece en los canales “culturales” sino que ha llegado incluso a canales más comerciales, pero especializados en ciertos temas. Por ejemplo, MTV y VH1, canales especializados en música ahora incluyen en su programación más reality shows y series que programas de música. Mejor se dedican a transmitir programas que muestran la vida frívola y vacía de las “celebridades” (y que muestran por qué es un insulto que ganen tanto…) que en pasar buenos programas musicales. Mejor ponen al público a mandar sandeces por celular o a hacer idiotez y media con tal de aparecer en televisión que darles un espacio a las nuevas agrupaciones musicales.

Mientras tanto, nuestras grandiosas televisoras nacionales compiten fuertemente entre sí para ver quién hace el programa más estúpido. Los famosos programas matutinos en los que ponen a varios changuitos a decir tonterías durante dos o tres horas; las telenovelas que repiten mil veces la misma trama con pequeñas variantes y que tienen idiotizado a medio México; los programas de concursos en que los participantes se dejan pisotear con tal de ganar o convertirse en los nuevos “ídolos” del público; los noticieros amarillistas que responden a intereses económicos y políticos antes que a la Verdad; los programas deportivos que se preocupan más por mostrar a las “bellezas del estadio” que en analizar esas actividades tan bellas que llamamos deportes; los programas de “comedia” que son un homenaje a la bobería y la vulgaridad… todos son una muestra clara de que hay algo pésimo con nuestra televisión nacional.

Me parece que esta televisión decadente es producto de esa obsesión moderna de hacer sólo lo que diga el mercado. El dinero es lo único que les preocupa a los grandes directivos de las televisoras y las productoras. No les importa contaminar las inteligencias de millones de personas que, para colmo, han crecido educadas por la televisión. Si el mercado dice que hay que poner más sexo en los programas, lo ponen sin consideraciones de ninguna índole. Si una compañía de condones que hace anuncios semi-pornográficos paga más que las demás, se ponen sus anuncios en el medio tiempo de los partidos de futbol, sin importar que a esa hora haya millones de niños viendo. Si un político corrupto y mentiroso paga por que se le muestre como un virtuoso gobernante, los noticieros hablan maravillas de él y difaman a aquél que realiza honestamente su trabajo pero que no suelta dinero a los medios. Esta falta de ética de parte de los comunicadores es realmente grave y es una amenaza para nuestra sociedad. La misma estructura vertical de la comunicación por televisión permite que se use ésta como una forma de imposición.

Como ciudadanos estamos obligados a hacer algo para cambiar esta situación abusiva de parte de los grandes poderes de los medios. Debemos protestar y exigir que se transmitan programas de calidad. Debemos exigir que se regule tanta porquería que entra sin restricción alguna a nuestras casas. Aunque siempre podemos usar al mismo mercado para protestar: apagar la tele y leer un buen libro.

jueves, 23 de octubre de 2008

Ah, pero sigan votando por el PRD... ¡y por el PRI!

Hoy se debería de estar aprobando la “reforma energética” en el Senado. La propuesta original de Calderón (que ya era bastante light) quedó reducida a una reforma que no reforma nada. En vez de mejorar la situación de PEMEX, la empeoran. Todo por esa cerrazón ideológica que tienen los legisladores del PRI y del PRD de impedir que la iniciativa privada participe en la extracción y refinación del petróleo.

Como si la incompetencia de nuestros legisladores no bastara para ofender al pueblo mexicano, nos encontramos a Andrés Manuel López Obrador dirigiendo a sus huestes a protestar contra el “saqueo”. Sólo como una muestra de la esquizofrenia en que vive este sujeto basta recordar que hace un par de días dijo que la reforma que se iba a aprobar era un triunfo para su movimiento. Ahora resulta que, dos días después está protestando para impedir que se apruebe. Si eso no es estar loco, entonces yo no sé qué lo sea… Para colmo, aparece muy sonriente mientras sus borreguitos se enfrentan con la policía federal.

Mientras tanto, dentro de la sede alterna del Senado en la Torre del Caballito, diputados perredistas (qué vergüenza de representantes tenemos…) intentan entrar por la fuerza a interrumpir la sesión de los senadores. Cuando el presidente del Senado, senador Gustavo Madero, pide la entrada de fuerzas federales para evitar que estos simios hagan de las suyas, se ponen a protestar por la “represión”. El fuero impide que estos delincuentes terminen en la cárcel pero no debe ser motivo para que los federales no les metan unos buenos macanazos. Creo que cualquier mexicano sensato apoyaría esto.

Para seguir con la lista de barbaridades que cometen nuestros representantes, resulta que el senador Dante Delgado se puso como loco cuando entró la policía a la sala de sesiones y empezó una riña con el senador Felipe González, del PAN. La riña se detuvo con la intervención de otros senadores panistas que le pusieron un alto a Felipe González. Yo la verdad lo hubiera dejado, sabiendo lo bravo que es, seguro ponía a Dante Delgado en su lugar.

Ahora, lo que más me enoja es que al final del día, los priístas se van a colgar la medalla de ser los “más decentes” y “civilizados” y de privilegiar el diálogo. Como si ellos no le hubieran puesto candados a una reforma tan importante para el país. Como si no fuera precisamente por los nefastos gobiernos del PRI por los que estamos como estamos. Como si no hubieran sido ellos los que permitieron que los sindicatos de maestros y petroleros (entre tantos otros) consiguieran todo el poder que ahora tienen. Como si no fueran ellos los que han permitido y fomentado tanta corrupción en nuestro país. Como si todos los perredistas no hubieran sido priístas en algún momento…

Mientras los ciudadanos sigamos quejándonos nada más y no participando activamente en la política, esta bola de salvajes seguirá dirigiendo a nuestro país…

martes, 21 de octubre de 2008

"Artistas" en defensa del petróleo

La gran noticia del día de hoy es el spot en el que aparecen varios actores y actrices defendiendo la “propuesta ciudadana” del Frente Amplio Progresista en contra de la privatización del petróleo. La última vez que revisé, en las escuelas de actuación no enseñan economía, administración de empresas o análisis de políticas energéticas, por tanto, no sé qué conocimientos tendrán estas personas para criticar una reforma de naturaleza técnica. Pero bueno, haciendo uso de su libertad de expresión, salen a decirnos que defendamos el petróleo de “los que quieren dominar el petróleo [que] son los que pretenden controlar el mundo” (cita textual). Me pregunto quiénes serán esos que quieren controlar el mundo…

Regresando al tema, encuentro realmente ofensivo que estos individuos se erijan ahora en defensores del “pueblo” y de los pobres siendo que artistas como ellos no se caracterizan por una vida de humildad y pobreza. Es fácil defender al pobre cuando por aparecer en una película (sin importar lo mala que sea) te pagan cientos de miles, si no es que millones de pesos. A cambio de ese dinero, inundan nuestras televisiones y pantallas cinematográficas de basura que sólo sirve para corromper más a la niñez y juventud del país… Es prácticamente nula la aportación que hacen a la sociedad… Como si no hicieran ya suficiente daño con eso, pretenden usar su “fama” para influir en una de las reformas más necesarias para nuestro país. Yo espero que el pueblo mexicano sea lo suficientemente inteligente para no hacerle caso a estos personajes…

Por otro lado, me parece realmente preocupante la actitud que tienen no sólo estos artistas sino los “defensores del petróleo” en general. En la esquina de mi casa hay un “comité popular” donde colgaron una manta que dice que la “privatización” de PEMEX representa la “venta del futuro de nuestros hijos”. Si el futuro de nuestros hijos es el petróleo, entonces estamos realmente jodidos. Se privatice o no, el petróleo se va a acabar. Por ende, poner el futuro de nuestros hijos en el petróleo es una reverenda idiotez. El futuro de nuestros hijos debe estar en la educación que les demos, en que los preparemos para enfrentar un mundo hostil y lleno de problemas. Debe estar en que los capacitemos para resolver esos problemas (la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la inseguridad, etc.) de forma que sean ingeniosos, creativos e innovadores y que no se rindan ante estas dificultades. Ahí radica el verdadero futuro de nuestros hijos. No sé a quién se le ocurrió la maravillosa idea de decir que radica en una empresa paraestatal que está al borde de la quiebra…

Lo mismo se puede decir del argumento de que el petróleo representa la “soberanía del país”. ¿Por qué quieren hacernos depender de cosas externas? Simplemente porque si nuestra “soberanía” y nuestro futuro dependen del petróleo (o cualquier otra cosa, como la electricidad, el maíz…), el que lo controle nos controla a todos. ¿No es eso lo que siempre han hecho los gobiernos totalitarios? La verdadera riqueza y soberanía de México radica en su gente. Enfrentemos la realidad y busquemos soluciones nuevas a los problemas del país. No vivamos más en esa actitud de sumisión y de espera a que el gobierno haga todo por nosotros, ¡eso no va a suceder! ¡Setenta años de “atole con el dedo” deberían de habernos enseñado a no esperar todo del gobierno!

Si podemos arreglar PEMEX, modernizarlo y hacerlo eficiente, ¡hagámoslo! Si eso implica dejar entrar a la iniciativa privada, ¿por qué no hacerlo? En todo caso se limita a que sólo sean empresas mexicanas (para no “venderlo a extranjeros”). Ahora que si PEMEX no se puede arreglar y es un lastre para todos nosotros; si no es más que un foco de corrupción, entonces ¡deshagámonos de PEMEX! Cualquier empresario medianamente inteligente, si tiene una empresa (así sea la empresa familiar cuya dirección ha pasado de padre a hijo durante generaciones) que no le está dando utilidades, se deshace de ella a la primera oportunidad. ¿Por qué el gobierno tiene que estar manteniendo empresas ineficientes? Recuerden que lo hace con nuestro dinero. Yo preferiría que ese dinero se invirtiera en educación, en hospitales, en carreteras o en cualquier otro servicio público que realmente nos beneficie a todos y no en empresas que podrían funcionar mejor en otras manos.

Mejor dejémonos de discusiones inútiles acerca de cosas tan abstractas como la “soberanía nacional” y desechemos tanto mito que ha servido para tenernos sometidos y no para progresar. Hagamos algo que realmente cambie a nuestro país. ¡Los casi 50 millones de mexicanos pobres así nos lo exigen!

sábado, 18 de octubre de 2008

Las comisiones de derechos humanos ¿defienden a los delincuentes?

Se ha vuelto una práctica común en los medios atacar a las comisiones de derechos humanos por “defender” a delincuentes. Que los medios lo digan no me preocupa ya que, finalmente, se dedican a exagerar la realidad para ganar dinero. Lo que me preocupa es que esta idea se ha repetido tantas veces que ha permeado entre los ciudadanos. Esta negatividad de los medios ha hecho que la ciudadanía vea con recelo la defensa de los derechos humanos. Eso debería de preocuparnos a todos.

Las comisiones de derechos humanos no pueden “liberar” delincuentes ya que carecen del poder legal de hacerlo. Su función se limita a atender quejas de ciudadanos que creen que sus derechos han sido violentados por las autoridades y a buscar soluciones a esos conflictos. Ni siquiera se dedican a resolver casos entre particulares. Por tanto, si yo voy y discrimino a alguien, y ese alguien se queja con alguna comisión de derechos humanos, ésta no puede iniciar una queja contra mí porque no está facultada para ello. En todo caso, orienta a ese alguien a que acuda a la instancia correspondiente (el CONAPRED por ejemplo). Lo más que puede hacer una comisión de derechos humanos es emitir las llamadas Recomendaciones en las cuales hacen de conocimiento público un caso de violación de los derechos humanos, a las autoridades involucradas y en las que les piden cumplir con cierto número de puntos recomendatorios para poder sanar el daño. Sin embargo, éstas no pasan de ser un “regaño”. No tienen facultad de “forzar” a una autoridad a respetar los derechos humanos.

Entonces, ¿por qué siempre que intervienen estas comisiones sale un delincuente de la cárcel? Estos casos son los más sonados y los que más desprestigian a las comisiones de derechos humanos. Pero, basta con investigar un poco para descubrir que la liberación del supuesto delincuente no se debe a ellas sino a la mala (o nula) investigación de parte de las autoridades correspondientes. Veamos por qué. Primero, hay que ver que esto sucede sobre todo en casos que generan una fuerte indignación social y que, por tanto, aparecen en los medios masivos de comunicación como los casos de secuestradores, violadores o narcotraficantes. En esos casos, las autoridades se sienten presionadas a encontrar un culpable y a encontrarlo pronto con tal de quedar bien ante la opinión pública (sobre todo si hay elecciones próximas). Esa presión se la pasan a los mandos medios y éstos a sus subordinados, los cuales agarran a un primer sospechoso y, con tal de acelerar el proceso, recurren a métodos ilegales para arrancar una confesión o algún testimonio incriminatorio. El supuesto delincuente recurre a una comisión de derechos humanos a quejarse y ésta interviene para investigar lo sucedido. Si llegan a acreditar la tortura o abusos de parte de las autoridades, esto se hace de conocimiento público. En ese momento, los abogados del implicado (que no son unas hermanas de la caridad) aprovechan esa investigación para desechar toda la evidencia que se obtuvo de forma ilegal (así es en cualquier sistema legal que se pueda considerar decente). Entonces, como las autoridades no investigaron a fondo ni armaron un buen caso, quedan sin evidencia válida y el supuesto delincuente sale libre. ¿Qué hacen entonces? Buscar un chivo expiatorio y culpar a las comisiones de derechos humanos.

Por tanto, los verdaderos culpables de que los delincuentes anden en las calles son los agentes del Ministerio Público, las corporaciones policíacas y las Procuradurías de Justicia. Si recolectaran buena evidencia y armaran casos lo suficientemente sólidos, entonces no bastaría con una violación a los derechos humanos para dejar a personas peligrosas libres. Esta es su excusa para no hacer bien su trabajo, por no decir que una excusa para la corrupción que existe en nuestras instituciones de justicia.

Las comisiones de derechos humanos son importantes porque su función es protegernos de los abusos del gobierno. Recordemos que el respeto a los derechos humanos fundamentales es una condición necesaria para que exista un orden social democrático. Los gobiernos totalitarios se han caracterizado por no respetar esos derechos fundamentales y hemos sido testigos de las atrocidades que han cometido.

Por ello, es necesario que los ciudadanos nos dediquemos a vigilar constantemente a esas comisiones. Vigilar que realmente estén velando por el bien del ciudadano y no que estén respondiendo a intereses políticos, económicos o ideológicos. Vigilar que actúen de forma autónoma. Vigilar que fomenten el ejercicio de los derechos humanos de los ciudadanos. Tenemos que saber criticarlas cuando hagan las cosas mal o cuando no estén cumpliendo con sus deberes. Es no quiere decir que no haya que apoyarlas cuando busquen incidir de forma positiva en las políticas públicas o en la legislación o cuando tengan que enfrentarse a algún gobernante poco respetuoso de los derechos humanos. Así es la democracia y, mientras los ciudadanos sigamos con los brazos cruzados, seguiremos siendo víctimas de gobernantes abusivos y corruptos y de autoridades incompetentes…

jueves, 16 de octubre de 2008

Yo primero, yo segundo y yo después…

Cualquier persona que viva, trabaje o haya visitado el Distrito Federal sabe que uno de los problemas que más nos afecta a los habitantes de esta ciudad es el tráfico. No solo nos hace perder valioso tiempo sino que genera una enorme cantidad de estrés entre los ya de por sí estresados capitalinos.

Me queda muy claro que gran parte del problema es ocasionado por pésimos gobiernos que no son capaces de brindarnos servicios públicos de calidad, tales como calles bien pavimentadas (y bien trazadas), semáforos sincronizados, policías de tránsito competentes, etc. Sin embargo, hay otro factor importantísimo que rara vez tomamos en cuenta: nosotros mismos. Es nacionalmente conocido que los chilangos somos unos cafres. Somos una amenaza al volante. Basta con salir a la carretera y encontrarte con los típicos conductores que van a exceso de velocidad, rebasando por la derecha, echando las luces y ver sus placas del D.F. para comprobar este hecho.

¿A qué se debe este salvajismo sobre ruedas? Se debe a esa actitud de que yo soy primero, yo tengo prisa, yo voy tarde, yo tengo preferencia, yo, yo y yo. Párense en cualquier cruce conflictivo y verán esta actitud reflejada en los que se pasan un alto (pero nada más porque yo voy tarde), los que no ceden el paso (porque si no, yo no llego), los que avientan el carro (porque cómo me estorban los demás). Es increíble que dejes pasar a alguien y el de atrás te empiece a mentar la madre. ¿Cómo se te ocurre ser cortés si el que viene atrás tiene tanta prisa? Digo, ese medio metro que avanza seguro lo hará llegar a tiempo a la cita para la cual salió tarde de su casa.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esa actitud con que haya tráfico? Tiene mucho que ver. Fíjense nada más en los puntos donde se genera tráfico. Por ejemplo, en un cruce donde la gente no alcanza a llegar al otro lado (por la razón que sea), todos se abalanzan aunque eso implique que el cambio del semáforo los deje a la mitad bloqueando el paso de los demás. Si la gente fuera prudente y, al ver que los de adelante no están avanzando, se detuviera antes para no bloquear, qué diferencia tan enorme harían. Si en los cruces en los que no hay semáforo la gente se comportara civilizadamente y privilegiara el “uno y uno” (no el “uno por uno” que dice en los letreros del centro de Tlalpan… como si cupiera más de uno en las calles estrechas de la zona) cuánto caos evitaríamos. Si la gente no estuviera siempre buscando su propio provecho, nuestras calles serían mucho más fluidas. No se acabaría el tráfico pero se evitaría en muchas zonas donde no debería de haberlo. No se acabaría pero seguro se reduciría el tiempo que tardamos en llegar de un lado a otro. Quizá no mucho, pero unos minutos menos de trayecto significan unos minutos más que podemos aprovechar.

Si todos hiciéramos conciencia de que somos sólo una parte de un “mecanismo” (por hacer una analogía) y que nuestra cooperación y cortesía beneficia al buen funcionamiento del todo (y por ende beneficiándonos a nosotros mismos) cuánto cambio lograríamos. En ese momento ya podríamos ir y, con toda la fuerza moral, exigirle al gobierno buenos servicios viales.

Lo que más me preocupa del asunto es que esta actitud que es tan negativa para el tráfico se considere la mejor para la economía