“Administrar no es solamente una cuestión de ingresos y salidas. Es a los HOMBRES a quienes se debe considerar ante todo y al establecimiento de una solidaridad auténtica.”
Giorgio La Pira
Estos días de incertidumbre económica, en que incluso las grandes automotrices norteamericanas (el orgullo de la industria manufacturera estadounidense) están al borde de la quiebra, son una muestra más de que el sistema económico predominante está mal de raíz. La discusión en torno al posible rescate de estas compañías por parte del gobierno ha estado repleta de una retórica a favor de los trabajadores y, sin embargo, a los que menos se les ha visto en las negociaciones ha sido a los trabajadores.
Los congresistas norteamericanos se han reunido con los grandes directivos tanto de General Motors como de Chrysler, éstos han dialogado y negociado con los grandes inversionistas y accionistas de las empresas y los trabajadores, que son los más desprotegidos, se quedan sin un verdadero poder de decisión. La única protección que les ha obtenido el sindicato es un porcentaje de las acciones para garantizar la atención médica de sus futuros pensionados. Los acreedores han recibido una oferta de intercambio de deuda por acciones pero al parecer éstos la van a rechazar (porque claramente les importa más su dinero que el trabajo de tantas personas), con lo que la compañía se tendrá que ir a la bancarrota. Las soluciones que se han propuesta hasta el momento son las mismas que se han usado en otros casos y las mismas que han terminado en fracaso. Recordemos que estas mismas compañías automotrices tuvieron que ser rescatadas hace unos años. La aparente reestructuración de las empresas, condición necesaria para recibir dinero de los impuestos, sólo representa un cambio en los altos mandos, no en el funcionamiento mismo de las mismas.
¿Por qué no buscar una solución distinta que beneficie realmente a los más necesitados: los trabajadores? Al final del día, son éstos los que salen más afectados por la bancarrota de una empresa ya que ellos sí viven de su trabajo, a diferencia de los accionistas y los directivos. Pensando en esto, recordé un par de casos de rescates gubernamentales que realmente beneficiaron a los trabajadores y que realmente salvaron a las empresas y que son ejemplos perfectos de cómo debe ser la intervención estatal.
Estos casos ocurrieron en la década de los cincuenta, durante la reconstrucción europea, en un país que sufrió en carne propia la destrucción de la guerra: Italia. En aquellos años, el alcalde de Florencia, Giorgio La Pira, demostró que la economía sí puede estar al servicio del hombre y que en tiempos de crisis, la solidaridad es el mejor camino. “La Pignone” era un complejo industrial compuesto por dos fábricas, que, debido a un descenso en la demanda iban a ser clausuradas por sus dueños. Para evitar problemas con los trabajadores, los dueños prefirieron abandonarla dejando a los alrededor de 2 mil obreros desamparados. En ese momento, intervino el gobierno de La Pira y, con el respaldo del gobierno nacional de De Gasperi y de múltiples organizaciones sociales y religiosas, logró financiar una auténtica reestructuración de la empresa que pasó a estar en manos de los trabajadores. El préstamo gubernamental sirvió para reactivar la producción de la empresa, ahora llamada “Nuova Pignone”. Este rescate fue tan efectivo, que la nueva fábrica pronto produjo más que la anterior y creció de tal forma que después fue adquirida por General Electric.
Otro caso similar ocurrió con la empresa Delle Cure que cerró sus puertas dejando a sus trabajadores desprotegidos ya que estaba atrasada en su pago del seguro social y no les pagó el último mes de trabajo. La Pira organizó no sólo a los trabajadores, sino a la sociedad en general y, por medio de colectas y préstamos gubernamentales, reorganizó a la empresa en una cooperativa que, al igual que La Pignone, pronto empezó a producir más de lo que producía antes con lo que los trabajadores pudieron pagar su deuda con el gobierno.
No entiendo por qué los gobiernos actuales no pueden implementar medidas como las que usó La Pira. Obama ha hablado mucho de cambio pero sus políticas son iguales que las de sus antecesores. No hay nada nuevo en la propuesta de rescate que presentó su gobierno. En cambio, una alternativa como la de La Pira ya ha demostrado ser efectiva y beneficiaría a quienes más lo necesitan. Quizá nuestras sociedades estén demasiado casadas con el capitalismo para poder pensar de otra manera, y quizá sea esa la razón de nuestra actual crisis. Los dogmas del libre mercado y de la iniciativa individual nos impiden idear nuevas formas de organización más justas y más benéficas para la sociedad en su conjunto. Bien decía Giorgio La Pira:
“Las raíces últimas de esta crisis, son raíces de pensamiento... Las crisis, antes que económicas y políticas, tienen raíces de ideas...”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario