martes, 2 de marzo de 2010

Una defensa del matrimonio desde la Fe / A defense of marriage through the Faith

Muchas veces me he preguntado el por qué del odio de la civilización occidental moderna contra la familia y contra su fundamento, la institución matrimonial. Si el matrimonio tradicional es, como muchos sostienen, una institución moribunda, un vestigio de un pasado supersticioso, entonces, ¿por qué la agresividad en su contra? Si esto fuera cierto, no habría necesidad de atacarlo pues bastaría con dejarlo morir. Esto sólo puede significar que el matrimonio aún representa una fuerza viva y activa y es por eso que se le ataca constantemente. No es que esté muriendo, sino que se le quiere matar. La pregunta es: ¿por qué?

Ya he intentado responder esta pregunta en el pasado. Sin embargo, siempre lo he hecho desde la perspectiva humana, desde el punto de vista de las ideas, de la cultura y de la historia. Me parece que mi respuesta, aunque cierta, es aún incompleta. Hillaire Belloc sostenía que los grandes acontecimientos humanos se desenvuelven en dos planos: el propiamente humano o histórico (que podemos estudiar “científicamente”) y el plano espiritual que es, según sus propias palabras, donde “obran el Cielo y el Infierno”. Ambos planos se relacionan estrechamente y lo que vemos en el plano humano es resultado de lo que pasa en el plano espiritual. Así como el cuerpo humano manifiesta la voluntad y los movimientos del alma (y esas manifestaciones físicas las podemos estudiar desde la biología), el plano histórico vuelve visibles los hechos del plano espiritual. Son dos órdenes distintos que se entrelazan continuamente. Para poder entender la realidad a plenitud, necesitamos entender lo que está sucediendo en ambos planos. Esto no siempre es posible pues el plano espiritual permanece oculto a nuestros sentidos. Aún así, podemos deducir algo a partir de lo que sí podemos ver.

Ya hemos visto las causas y movimientos humanos que se oponen al matrimonio, de dónde vienen y las consecuencias que han traído. Ahora, ¿cuáles son las “raíces espirituales” que “aunque permanecen ocultas” (son palabras de Belloc), podemos, quizá, intuir? ¿En qué parte de la eterna batalla entre Cielo e Infierno encaja el matrimonio, que hace que se busque con tanto empeño su destrucción? No sé a ciencia cierta la respuesta a esta pregunta. Sin embargo, quisiera delinear una posible respuesta que pueda incitar a otros a pensar sobre el asunto.

El asunto lo podemos resumir de la siguiente manera: el matrimonio humano es una imagen del amor divino. Es una analogía (en el sentido teológico, no literario) del amor entre las Tres Personas Divinas, del amor de Dios hacia cada uno de nosotros (como lo señalaba San Juan de la Cruz), pero, sobre todo, del amor de Cristo hacia su Iglesia. No es que el amor divino imite al amor conyugal, sino que el amor conyugal busca imitar al amor divino. Por tanto, el matrimonio y el amor conyugal son el punto de partida para que nos elevemos al entendimiento, en forma limitada y acorde con nuestras capacidades, del amor de Dios. Es una analogía en el sentido teológico porque es un símbolo material que apunta a una realidad sobrenatural. Lo necesitamos para poder descubrir en él una verdad que trasciende nuestros sentidos.

Esta es, a mi parecer, una de las causas de que el enemigo busque destruir el matrimonio. El matrimonio es una especie de puente que nos lleva de la realidad del amor humano a la (aún más real) realidad del amor de Dios. En la mente del enemigo, la destrucción de ese puente implica que no podamos alcanzar el amor divino. Es parte de su estrategia derribarlo. Esto, claro está, no nos cortaría por completo del amor de Dios, dado que Él puede alcanzarnos de infinidad de maneras distintas. Sin embargo, es importante proteger este camino por el que tantos pueden alcanzar a Dios, acorde con su plan desde el principio.

Ahora bien, creo que hay otra causa aún más profunda y sutil de este ataque permanente contra el matrimonio. Si se le distorsiona hasta el punto de que seamos incapaces de entender que el matrimonio es un acto de auto-entrega, ¿cómo podremos entender el supremo acto de auto-entrega que fue la muerte de Cristo en la cruz? El misterio de la Cruz es el arquetipo (el modelo) del amor conyugal pues es su realización más perfecta. Ahí Cristo se entrega a su Iglesia de la forma en que un hombre se debe entregar a su mujer. Por eso San Pablo, al hablar del sacramento del matrimonio, lo refiere a Cristo y a su Iglesia (Efesios, capítulo 5, versículo 32). Por tanto, la guerra contra el matrimonio es en realidad, en el plano espiritual, la guerra contra la Cruz.

Estos misterios de nuestra Fe rebasan nuestro entendimiento y requieren de algo que nos ayude a comprenderlos. Necesitamos una imagen. Este es el propósito del matrimonio. Si esa imagen se distorsiona hasta que parece algo distinto, ya no apunta hacia una realidad sino hacia una mentira. Muchos siguen esta imagen alterada y se encuentran extraviados. Esta imagen ha sido corrompida a tal grado que ha dejado de tener, para muchos, significado alguno. En consecuencia, no ven nada malo en el hecho de alterarla más o, incluso, en deshacerse de ella por completo. No creo que estén plenamente conscientes de lo que hacen, ni creo que lo hagan con malas intenciones. Aún así, deben ser detenidos. Es el deber de todo católico defender el matrimonio pues, al defenderlo, defendemos la Cruz.



I have asked myself repeatedly about why Modern Western civilization has such hatred towards the family and its foundation, marriage. If traditional marriage is, as many uphold, a dying institution, a vestige of a superstitious past, then, why is there such aggressiveness against it? If this were true, there would be no need to attack it because it would be enough to let it die. This can only mean that marriage still represents a live and active force and that is why it is attacked constantly. It is not dying; it is trying to be killed. The question is, why?

I have tried to answer this question before. However, I have always done it from a human perspective, from the point of view of ideas, culture and history. I believe that my answer, though true, is yet incomplete. Hillaire Belloc used to say that great human events took place in two distinct planes: the human or historical plane (which we can study “scientifically”) and the spiritual plane, that is, according to his own words, where “Heaven and Hell are at work”. Both planes are closely related and what we see in the human plane is the result of what happens in the spiritual one. Just like the human body manifests the will and movements of the soul (and those physical manifestations can be studied by biology), the historical plane makes the realities of the spiritual plane visible. We are talking about two different orders that interweave continuously. To be able to comprehend reality in its fullness, we need to understand what is happening on both planes. This is not always possible because the spiritual plane remains hidden to our senses. Even so, we can deduce some things from what we are able to see.

We have already seen the causes and human movements that oppose marriage, where they come from and their consequences. Now, what are the “spiritual roots” that “though hidden to us” (these are Belloc’s words) we can, perhaps, intuit? In which place in the eternal battle between Heaven and Hell does marriage fit, that it is so vigorously sought to be destroyed? I do not have a definitive answer to this question. I wish, however, to sketch a possible answer that might incite others to think about the matter.

The issue can be synthesized as follows: human marriage is an image of divine love. It is an analogy (in the theological sense, not the literary one) of the love between the Three Divine Persons, of the love of God towards each one of us (as Saint John of the Cross pointed out), but, above all, of the love of Christ towards His Church. It is not that divine love imitates conjugal love, but rather, that conjugal love wants to imitate divine love. Hence, marriage and conjugal love are the starting point from which we can be elevated to an understanding, in a limited way according to our capabilities, of God's love. It is an analogy in the theological sense because it is a material symbol that points to a supernatural reality. We need it in order to discover a truth that transcends our senses.

This is, I believe, one of the causes of the enemy wanting to destroy marriage. Marriage is a sort of bridge that helps us go from the reality of human love to the (even more real) reality of God's love. In the enemy's mind, if this bridge is destroyed then we will be unable to reach divine love. It is strategic for him to bring it down. This would, of course, not cut us off from God, since He can reach down to us in many other ways. However, it is true that this very important path must be protected in order to help a majority of people reach God through it, which was His intended plan from the beginning.

Now, I believe there is an even deeper and more subtle cause of the permanent attack on marriage. If marriage is distorted to the point that we are incapable of understanding it as an act of self-giving, how will we be able to understand that supreme act of self-giving that was Christ's death on the Cross? The mystery of the Cross is meant to be the archetype (the model) of conjugal love since it is its most perfect realization. It is there that Christ gives Himself to His Church in the way that a man is supposed to give himself to his wife. That is why Saint Paul, when speaking of the sacrament of marriage, refers it to Christ and His Church (Efesians, chapter 5, verse 32). Hence, the war against marriage, in the spiritual realm, is truly a war against the Cross.

These mysteries of our Faith go beyond our understanding and require something which will help us grasp them. We need an image. That is marriage's purpose. If that image is distorted to seem something which it is not, then it will no longer be pointing towards a reality, but towards a lie. So many people today follow this altered image and are led astray. This image has been corrupted to such an extent that it has become, for many, devoid of meaning. As a consequence, they see no harm in altering it even more or in ridding the world of it entirely. I do not think they are aware of what they are doing and they probably do not do it with evil intentions, yet, they must be stopped. It is the duty of all Catholics to defend marriage because, by defending it, we are defending the Cross.

2 comentarios:

Jorge HERNANDEZ dijo...

Me encanta como escribes bro, espero me recuerdes. Te sigo leyendo, un abrazote.

Alejandro dijo...

Mi estimado, claro que te recuerdo! Muchas gracias por tu comentario, yo seguiré escribiendo (aunque a veces la escuela no me quiera dejar, jeje)