lunes, 19 de abril de 2010

Respuesta de un defensor de la vida / A pro-lifer’s response

Esta entrada es uno de los primeros borradores de una carta que se envió al Auburn Plainsman como respuesta a dos artículos que se publicaron atacando a Students for Life, la organización pro-vida de estudiantes en la Universidad de Auburn.  Este borrador no es la postura oficial de Students for Life pues la versión final fue cambiada bastante, es simplemente mi visión personal (y algo agresiva, lo reconozco) sobre esos artículos.

El artículo de Marcus Goff ('Pro-vida' un triste nombre inapropiado) publicado en la edición de la semana pasada del Auburn Plainsman, me dejó bastante confundido. Yo estaba en el puesto de Students for Life (Estudiantes por la Vida) el día en que fue a platicar con algunos de los estudiantes que estaban ahí. Oí su conversación. Lo que escribió en su artículo es muy distinto a lo que la gente que estaba ahí le dijo. La mayoría de lo que escribe es simplemente ridículo. He aquí un ejemplo: entre los tantos valores que el Señor Goff le atribuye a las personas a favor de la vida, está su “esfuerzo por expulsar y mantener fuera a los pobres inmigrantes mexicanos.” Creo que el Señor Goff no estaba al tanto de que el sujeto sentado en la parte trasera (o sea, yo) es un inmigrante mexicano. No sólo soy un inmigrante sino que también soy un inmigrante pobre (el hecho de ser un estudiante de posgrado me coloca automáticamente en la categoría de “pobre”).

El artículo está lleno de insensateces como ésa. Quizá el Sr. Goff debería de conocer a más gente a favor de la vida pues yo conozco a bastantes que no son republicanos, que apoyan una reforma al sistema de salud y que están y siempre han estado en contra de la guerra. En particular, la gente con la que habló le dijo exactamente eso. Sería conveniente que la próxima vez que entreviste a alguien lleve una libreta o una grabadora para registrar lo que la gente le dice pues su memoria claramente le falló en esta ocasión.

La otra cosa que encontré bastante risible fue la editorial de la señorita Lindsey Davidson en la que compara a Students for Life con el Hermano Micah (un predicador que va de vez en cuando a mi universidad a gritarle a la gente que se van a ir al infierno). Especialmente porque lo que tanto critica de los defensores de la vida es exactamente lo que la gente que se opone al movimiento pro-vida hace. Tomemos al Sr. Goff como ejemplo. Abiertamente dice sentir “desdén” hacia los que “desfiguran Cater Lawn” (Students for Life pues un 'cementerio de los inocentes' en frente del edificio Cater, uno de los edificios más emblemáticos de la universidad). Por alguna razón, al leer esto inmediatamente imaginé al Hermano Micah entrando a su casa y platicándole a su esposa del desdén que siente hacia todos los pecadores que desfiguran el campus de la Universidad de Auburn con su presencia pecaminosa. Probablemente use otras palabras, me imaginaría que más bíblicas como 'raza de víboras' o 'tumbas blanqueadas' pero su sentimiento es exactamente el mismo del que el Sr. Goff se siente tan orgulloso. Y usar el sentimiento de lástima hacia los pobres como un argumento a favor del aborto es usar las emociones y no la razón como arma.

Ahora bien, cuando el Sr. Goff habla del aborto como algo más humano que la pobreza, lo único que demuestra es que no tiene la menor idea de lo que es vivir en la pobreza. Siempre me he preguntado por qué la gente que clama que vivir en la pobreza es algo tan malo que es mejor matar a los pobres, jamás ha convivido con gente pobre. No entienden la pobreza pero creen saber cómo acabar con ella aunque, claro está, jamás les han pedido a los pobres su opinión. Por alguna razón que aún no logro comprender ¡éstas personas asumen que saben más acerca de la pobreza que los propios pobres! Yo he trabajado con gente extremadamente pobre y con gusto invitaría al Sr. Goff, a la Srta. Davidson y a quien quiera ir a que vayan conmigo a trabajar con esta gente. La gente con la que he trabajado no sólo es pobre sino que está física o mentalmente discapacitada, la mayoría, además, ha sido abandonada por su familia y dejada en las calles o basureros. Han vivido en las peores condiciones imaginables. Ninguna de esas personas me ha dicho que hubiera sido mejor no haber nacido. El Sr. Goff y los abortistas en general olvidan que la mayoría de los seres humanos tienen una tendencia natural a aferrarse a la vida, sin importar lo terrible de sus circunstancias. Esta es una realidad. Si no la ven, quizá deberían de darse cuenta de que están mal.

Hay, sin embargo, una cosa en la que el Sr. Goff no se equivoca. Está en lo cierto cuando afirma que el movimiento pro-vida, para poder llamarse adecuadamente ‘pro-vida’, debe ser algo más que un simple movimiento anti-aborto. Pero luego comete el error de creer que aún no lo es. Defensores de la vida en el mundo entero trabajan todos los días para ayudar a mujeres que atraviesan por embarazos difíciles, tanto económica como emocionalmente; cuidan a huérfanos y niños abandonados; trabajan en los barrios bajos con los pobres de entre los pobres, buscando formas de mejorar su calidad de vida. Yo puedo testificar a favor de este trabajo pues yo lo he visto y he visto a miembros de Students for Life hacerlo. Todo esto está teniendo lugar en estos momentos y si él y otros no quieren verlo, entonces no es culpa del movimiento pro-vida sino de su propia ignorancia. Como periodistas, los invitaría a buscar la verdad e investigar antes de publicar cualquier cosa. Tener libertad de expresión no significa que tengas el derecho a escupir cualquier mojón mental que se te ocurra.  También implica que guardes silencio cuando no sepas de lo que hablas.

Como dijera en su momento Don Carlos Castillo Peraza, ser pro-vida es mucho más que oponerse al aborto: “Es solidarizarse con el hombre integral desde el primer instante de su proceso vital. Es asumir las responsabilidades sociales y políticas en orden de definir, organizar y optimizar los recursos materiales, de modo que se garantice una vida digna, justa y libre, a toda la vida humana.” Eso es por lo que trabaja el movimiento pro-vida, incluyendo a Students for Life. Sí, aún cuando algunos de sus miembros sean incapaces de comprender su complejidad y caigan en contradicciones y errores. Después de todo, somos simplemente humanos, como lo son el Sr. Goff y la Srta. Davidson quienes lo demuestran con las muchas contradicciones e incoherencias de sus artículos. Pero ese no es el punto. Lo importante es que se entienda al movimiento pro-vida por lo que es. Nuevamente, Castillo Peraza afirma: “toda sociedad en la que la injusticia, la mentira, el desorden, la arbitrariedad y la degradación moral permiten que algún hombre, uno sólo, vea truncado su proceso de humanización por hambre, ignorancia, desempleo, enfermedad, violencia, despojo o arbitrariedad, es una sociedad abortista. Si se está por la vida, se milita en contra de todas esas lacras. De allí nuestro no al aborto y nuestro sí a la vida.” Esto es lo que Students for Life cree, esto es lo que el movimiento pro-vida cree.



This post is a very early draft of a letter sent to the Auburn Plainsman as a response to two articles that were published attacking Students for Life, the pro-life organization at Auburn University.  This draft is NOT Students for Life’s official position on the matter.  The final version is very different; this is simply my personal view on the matter.


When I read Marcus Goff’s guest commentary ('Pro-life' a sad misnomer) in last week’s edition of the Auburn Plainsman, I was quite confused. I was at the Students for Life booth the day he talked with some of the students there. I heard their conversation. What he wrote in his article is very different from what the people there told him. And most of it is simply ridiculous. Here is just one example: among the many values that Mr. Goff wrongly attributes to pro-lifers are their “increased efforts to expel and keep out needy Mexican immigrants”. I believe Mr. Goff was unaware of the fact that the guy sitting in the back of the stand (that would be me) is a Mexican immigrant. Not only am I an immigrant but I am a needy one as well (by being a grad student I automatically fall into the “needy” category)!

The article is filled with nonsense like this. Perhaps Mr. Goff should try meeting more pro-lifers because I know plenty of them who are not Republicans, who support health care reform and who are and always were against the war. In particular, the people he talked with told him exactly that. Maybe next time he interviews someone he should write down or record what they say because his memory clearly failed him on this occasion.

The other thing I found rather absurd was Ms. Lindsey Davidson's editorial comparing Students for Life with Brother Micah. Specially because that which she criticizes in pro-lifers is exactly what people who oppose the pro-life movement do all the time. Let us take Mr. Goff as an example. He openly claims to “disdain” us for our “defacement of Cater Lawn”. For some reason, when I read that I immediately imagined Brother Micah walking into his house and telling his wife how much he disdains all those sinners who deface Auburn University's campus with their sinful presence. He might use other words, more biblical ones I would imagine, like 'brood of vipers' or 'whitewashed tombs', but his feeling is exactly the same one Mr. Goff so proudly shows. And appealing to pity for the poor as an argument for abortion is using emotions and not reason as a weapon.

When Mr. Goff speaks of abortion being more humane than poverty, he only proves that he has no clue about what living in poverty is like. I have always wondered why people who claim that living in poverty is so bad that it is better to kill the poor have never actually been among the poor. They do not understand poverty but they think they know how to end it, though, of course, they have never asked the poor for their opinion. For some reason that I cannot grasp, they assume that they know more about what poverty is than the poor themselves! I have worked with extremely poor people and I would gladly invite Mr. Goff, Ms. Davidson and anyone who wants to, to go with me and work with them. The people I have worked for are not only poor but also mentally or physically disabled; many of them were abandoned by their family and left out on the streets and dumps; they lived in the worst conditions imaginable. None of them has ever told me that it would have been better to not have been born at all. Mr. Goff and abortionists in general forget that most human beings have a natural tendency to cling on to life despite their terrible circumstances. That is a reality. If they do not see that, then maybe they should start thinking about the possibility of them being wrong.

There is, however, one thing on which Mr. Goff is right. He is right in his claim that the pro-life movement, in order to rightfully call itself 'pro-life', should be more than just an anti-abortion movement. But then he commits the blunder of assuming that it is not more than that already. Pro-lifers all over the world work every day to assist women who go through difficult pregnancies, both economically and emotionally; they take care of orphans and abandoned children; they work in the slums with the poorest among the poor, seeking to improve their quality of life. I can testify to this work because I have seen it and I have seen it done by members of Students for Life. All this is happening right now and if he and others do not see it, it is not the fault of the pro-life movement but of their own ignorance. As journalists, I would encourage them to seek the truth and do some research before they publish anything. Having freedom of speech does not mean that you have the right to spit out whatever mental turds you come up with. It also implies being silent when you know not of what you speak.

As Carlos Castillo Peraza, a Mexican politician and philosopher, once said, being pro-life means much more than just opposing abortion: “It means being in solidarity with man from the very beginning of his vital process. It is taking up our social and political responsibilities in order to define, organize and optimize material resources so that a dignified, just and free life can be guaranteed to all human beings.” This is what the pro-life movement already works for, as does Students for Life. Yes, it does so even when some of its members fail to comprehend the complexities of it and fall in contradiction or error. After all, we are only human, as are Mr. Goff and Ms. Davidson who prove it with the many contradictions and incoherences that can be found in their articles. But that is not the point. The important thing is that the pro-life movement should be understood as what it truly is. Again, Castillo Peraza says: “every society in which injustice, falsehood, disorder, arbitrariness and moral degradation allow a man, even if it be only one, to see his process of humanization cut short because of hunger, ignorance, unemployment, disease, violence, theft or arbitrariness, is an abortionist society. If you are pro-life, you fight against all these blights. That is where we get our no to abortion and our yes to life.” This is what Students for Life believes, this is what the Pro-Life movement believes.

domingo, 11 de abril de 2010

Sobre la Dignidad Humana / On Human Dignity

No hay nada que te pueda preparar adecuadamente para entrar a uno de los centros que administran los Misioneros de los Pobres. Alguien te podrá contar cómo es, podrás ver fotos o incluso vídeos (o leer acerca de ello en un blog) pero ni eso basta. Es necesario estar ahí y experimentarlo por ti mismo. La pobreza extrema no es algo de lo que puedas aprender en libros, o en documentales, ni siquiera en las mejores escuelas del mundo. Es algo en lo que tienes que estar inmerso para poder entender.

Llegamos a Faith Centre (una casa para hombres) el domingo por la mañana para ayudar a los hermanos a preparar a los residentes para ir a Misa. Este iba a ser nuestro primer encuentro con la gente que los hermanos cuidan. La mayoría de nosotros no tenía idea de qué esperar. Aunque hubiéramos esperado algo, la realidad lo hubiera superado pues esta realidad trasciende lo imaginable. Es difícil encontrar palabras para describir cómo es entrar a Faith Centre. Jamás había estado en un lugar así y lo que vi me abrumó. Lo único que recuerdo claramente es la sensación de terror y parálisis. Después de la impresión inicial, quería darme la vuelta y huir, pero la puerta ya había sido cerrada. Tuve esta sensación muchas veces más durante el resto de la semana.

Entrar en Faith Centre es como entrar en otro mundo. Un mundo raro. El olor a orina es lo primero que percibes. Te causa un cierto mareo al principio y toma un rato acostumbrarse a él. El grupo de hombres que sale a recibirte es de lo más extraño que puedas concebir. Las razones por las que están ahí son muy diversas: unos simplemente están viejos y fueron abandonados por su familia; otros tienen alguna enfermedad y no tienen recursos para ir al hospital. La mayoría padece alguna forma de discapacidad física o mental. Muchos sufren de ambas. Estos son los residentes que más llamaron mi atención. Al principio, comunican una atmósfera anormal e incluso antinatural. La forma en que caminan, los ruidos que hacen e incluso la forma de sus cuerpos parece en ocasiones ajeno a la naturaleza humana. Esta impresión me acompañó todo el día. No ayudó el hecho de que tuviéramos que vestirlos, lo cual significó, en primer lugar, verlos desnudos con todos sus defectos. Segundo, implicó tener que tocarlos y mover las extremidades que ellos mismos no pueden mover. Este contacto cercano con ellos fue muy difícil para todos nosotros ya que no estábamos preparados para ello. Muchas de estas personas fueron abusadas físicamente por lo que están cubiertas de todo tipo de cicatrices y llagas. Cicatrices y llagas que vimos muy de cerca y que en momentos tuvimos que tocar al ayudarles a vestirse. Repito, no estábamos preparados para esto.

Salir de ahí fue un alivio. Partimos asustados, con poco o ningún entusiasmo para regresar. Al día siguiente, me mandaron nuevamente a Faith Centre. Las cosas fueron un poco distintas en esta ocasión pues habíamos platicado con los hermanos acerca de su espiritualidad y su motivación para trabajar con los residentes. Con esta nueva perspectiva, fue mucho más fácil ayudar, aún cuando ocurrieran cosas desagradables. Además, algo se volvió aparente: los hermanos son realmente felices ayudando a esta gente. Esa felicidad la han comunicado a muchos de los residentes. De alguna forma, la miseria en la que viven no es capaz de erradicar su alegría. Esto es algo que había escuchado muchas veces en el pasado: que se puede ser feliz a pesar del sufrimiento y del dolor. Siempre había sido algo vago y distante, como un concepto flotando en el mundo de las ideas. Trabajar en Faith Centre lo hizo algo real y tangible.

Estar ahí también demostró que muchas de las creencias de la civilización moderna están erradas. La escala de valores por la que viven los hermanos es totalmente opuesta a la que nos ofrece el Mundo (si es que ofrece alguna). La diferencia en términos de qué estilo de vida trae más felicidad es visible para quien quiera verla. Mientras el suicidio y la depresión siguen aumentando en los países ricos, aquellos que entregan su vida al servicio de los más pobres son cada vez más felices. Lo primero que aprendes de los hermanos es que la felicidad no depende de cosas materiales. Esto es, nuevamente, algo que la gente dice continuamente, pero en pocas ocasiones actúan como si fuera cierto. Tanto los residentes como los hermanos poseen nada, ya que todo es de la comunidad, aún así, siguen siendo felices. Nunca he visto personas tan alegres. Viven satisfechos porque tienen todo lo que necesitan, ni más ni menos. Las palabras de San Juan de la Cruz resuenan ciertas: “no desees nada y poseerás todo”. La segunda lección que aprendes, y quizá la más importante, es el auténtico valor de la persona humana. Sin embargo, sin la primera lección, la segunda es muy difícil de aprehender.

Nuestra sociedad es una sociedad materialista que disfruta de medir las cosas en términos de su valor monetario, incluyendo a las personas. Solemos decir que tal empresario 'vale' tantos millones (como si los seres humanos pudieran tener precio) y cuando ese 'valor' aumenta, más se le admira. Este es el lado “positivo” (por llamarlo de alguna manera) de este materialismo. Hay, claro está, un lado más oscuro. Esa forma de esclavitud que llamamos prostitución hace precisamente esto: ponerle un precio a la dignidad humana. Le permite a uno usar a otra persona siempre y cuando se pague por ello. Una sociedad materialista tiene un entendimiento materialista de la dignidad humana y, por lo mismo, una a la que se le puede asignar un valor económico. Por ello, las personas extremadamente pobres son despreciadas por este tipo de sociedades, pues no le son de utilidad. Cuando los abortistas hablan de legalizar el aborto para evitar que niños pobres sufran, lo que realmente están diciendo es que es mejor deshacerse de ellos pues no valen nada. Cuando aquellos que defienden la eutanasia hablan de darle una muerte misericordiosa a los ancianos, lo que realmente dicen es que es más barato matarlos. Esa es la realidad y el trabajo de los Misioneros de los Pobres se yergue en contra de estas ideologías.

La única forma en que se puede comprender realmente la esencia de la dignidad humana es estando en contacto con seres humanos en las peores condiciones imaginables. Sólo sirviendo a la gente para la cual la sociedad no tienen ningún “uso” (que generalmente significa que no le son de utilidad al sistema productivo y económico) podrás entender lo que la dignidad humana es. Si todos tuviéramos que pasar algún tiempo ayudando a esta gente, quizá nuestras sociedades por fin podrían colocar a la dignidad humana al centro de toda la vida social. Quizá entonces podríamos tener un mundo más justo.



There is nothing that can prepare you adequately to enter one of the centers run by the Missionaries of the Poor. Someone who has been there can tell you all about it, you can see as many pictures as you want, even videos about them (or read about it on someone’s blog…), but that is still not enough. It is necessary to be there and experience it yourself. Poverty is not something you can learn about in books or documentaries or even in the best schools of the world. It is something you have to be immersed in in order to know what it truly is.

We arrived at Faith Centre (“Centre” is not misspelled, they use British English in Jamaica) on Sunday morning to help the brothers prepare the residents to go to Mass. This was to be our first encounter with the people that the brothers take care of. Most of us had no idea as to what to expect. Even if we had had some expectations, reality would have shattered them because this reality goes way beyond the imaginable. It is hard to find words to describe what it was like walking into Faith Centre. I had never been in a place like it and was overwhelmed by what I saw. I can remember very clearly the feeling of absolute shock, of being paralyzed. After the initial shock I wanted to turn around and walk out, but the gate had already been shut behind us. I was to have this feeling many more times during the rest of the week.

Entering Faith Centre is like entering a different world. A rather bizarre one I must add. The smell of urine is the first thing you perceive. It causes you a lightheadedness that takes quite a while to grow accustomed to. The group of men that greet you is the most unusual one you can conceive. The reasons for them being there are quite diverse: some of them are simply old and were abandoned by their families; others have some sort of disease and will not be treated in the hospital because they cannot afford it. However, the majority of them suffer some sort of physical or mental disability. Many of them suffer both. Those are the residents that stuck out the most to me. They convey a sort of unnatural or abnormal feeling about them at first. The way in which they walk, the noises they make and even the form of their bodies seem at times foreign to human nature. This impression did not leave me that whole day. It did not help that we had to dress many of them, which meant, first of all, seeing their naked bodies, with all their defects. Second, it implied having to touch them and handling their impaired limbs. This close contact with them was very difficult and none of us was ready for it. Many of these people were physically abused so they are usually covered in scars and all sorts of sores and wounds. These we had to see up close and in many occasions touch just to help them put on a shirt or their pants. We were not prepared for this at all.

Leaving there was quite a relief. We walked out of their scared, with little or no enthusiasm for coming back. Despite that, the next day I was sent back. Things were a bit different now though, because we had talked with the brothers about their spirituality and their motivation to work with the residents. With this new perspective on things, it was much easier to help, even when things got nasty. Something else became apparent to me as well: all the brothers were truly joyful while dealing with these people. And that joy they shared with many of the residents. Somehow, the misery of many of them is not enough to suppress their happiness. This is something I had heard of many times in the past: the fact that one can be happy even amidst great suffering and pain. It had always been something distant to me, something that was floating out in the world of ideas and concepts. Being in Faith Centre made that idea something real.

Being there also proved several of the beliefs of our Modern civilization wrong. The scale of values that the brothers have is the exact opposite of those of the World. Their lifestyle cannot be more radically distinct than the one the World proposes. The differences in terms of which life brings more joy is there for all to see. While suicide and depression keep increasing among the rich countries of the world, those who lay down their life in service of the poorest of the poor are ever more happy. The first thing that you can learn from the brothers is that true joy does not depend on material things. Again, this is something most people say, though they rarely live as if this were true. The residents and the brothers themselves have nothing which they can call theirs and yet, they are really happy. I have probably never seen people as cheerful as them. They are satisfied with what they have because they have everything they need, not more and not less than that. The words of Saint John of the Cross ring true: “desire nothing and you shall have everything”. The second lesson, and perhaps the most important one you gain while being there is discovering the true value of the human person. Without the first lesson however, the second one is very hard to grasp.

Our society is a materialist one that likes measuring things in terms of their monetary value, including people. We say that this or that business man is worth so many million dollars (as if humans could have a price) and the more that worth goes up, the more the person is admired. This is the “positive” (to call it in some way) side of this. There is, of course, a darker side. That hideous form of slavery which we call prostitution does precisely that: put a price tag on human dignity. It enables one to use another human being as long as you pay for it. A materialist society has a materialist understanding of human dignity and, hence, one that can be given a price. That is why extremely poor people are despised by this materialist society, because they are of no worth to it. When abortionists talk about allowing abortion to avoid poor children from suffering, what they really mean is that it is better to get rid of them because they are worthless. When those who support euthanasia talk about giving a merciful death to the elderly, they really mean that it is more cost effective to kill them. That is the reality and the work of the Missionaries of the Poor stands up against that ideology.

The only way in which you can truly grasp the essence of human dignity is by being in close contact with human beings in the worst conditions imaginable. Only when you serve people who are considered to be of “no use” for society (which usually means that they are of no use for the production and economical system) will you understand what human dignity even means. Maybe if we all had to spend some time helping these people, would our societies finally understand what it means to place human dignity at the center of our social life. Maybe then would we have a truly just world.

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo / Good Friday


Cuando ciertos ateos (o "secularistas", como les gusta llamarse ahora) salen en los medios diciendo que la religión debería desaparecer porque sólo ha traído males a la humanidad, lo único que hacen es demostrar una ignorancia abismal.  Parecen olvidar (o simplemente ignoran) que la religión logra sacar lo mejor de  muchos hombres, como lo muestran las más obras de arte con motivos religiosos.  Quiero compartir sólo dos ejemplos, que, además, están relacionados con la celebración del Viernes Santo, en el cual se conmemora la Crucifixión y Muerte de Cristo.  Ambas obras proceden de la España del siglo XVII, es decir, de la época más "fanática" del Catolicismo español.

La pintura se titula Cristo crucificado y es obra de Diego Velázquez y actualmente se encuentra en el Museo del Prado en Madrid.  Fue pintada alrededor de 1632.  El soneto es considerado como una de los más bellos ejemplos de la poesía mística española.  Es de autor desconocido.  

No creo que sea una coincidencia que el máximo esplendor de las artes y la cultura en España corresponda con la época de mayor radicalismo en la defensa de la fe. 

Soneto a Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

When certain atheists (or "secularists" as they like to call themselves now) go out on the media saying that religion should dissapear because it has only brought evils to mankind, the only thing they do is show  their abysmal ignorance.  They seem to forget (or maybe they simply do not know) that religion has brought out the best in men, as can be seen in the great works of art that have a religious motive.  I want to share two examples that are related to the celebration of Good Friday, the day in which we remember the Crucifixion and Death of Jesus Christ.  Both come from seventeenth century Spain, that is, from the most "fanatical" age of Spanish Catholicism (and in which they evangelized a whole continent, something no other Catholic nation has ever done).

The painting is titled Christ crucified and is the work of Diego Velazquez.  It can be found in the Museo del Prado in Madrid.  It was painted around 1632.  The sonnet is considered to be one of the most beautiful examples of Spanish mystical poetry.  It is of an unknown author.  Unfortunately, some of the beauty of the poem is lost in the translation.

I do not think it a coincidence that the maximum splendor of Spanish art and culture corresponds to the time of most radical defense of the faith.

Sonnet to Christ Crucified

I am not moved, my God, to give you love
by thoughts of heaven that you've promised me;
nor am I moved by thoughts of dreaded hell
for that alone, to cease offending thee.

You are what moves me, Lord; I'm moved to see
you on a cross and mocked with every breath;
I'm moved to see your body racked with wounds;
I'm moved by your affronts and by your death.

I'm moved, in sum, by love for you so great
that I would love you were not heaven there,
and I would fear you, if there were no hell.

You need give me no prize to love you thus,
for even if what I hope I hoped not,
as I now love you I would love you still.