La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos. Konrad Adenauer
Es frecuente que me pregunten por qué estoy metido en la política, sobre todo cuando la gente se entera de que soy ingeniero. Les parece algo anormal o raro e invariablemente me preguntan que por qué no estudié Ciencia política. Sé que podría responder simplemente que lo hago porque me gusta, pero la realidad es que es algo que va más allá del simple gusto.
Me parece importante definir primeramente lo que entiendo por política. Esta definición me parece la más adecuada y es la que han utilizado los políticos humanistas alrededor del mundo. Para nosotros, política es la gestión del bien común. Como pueden ver, se trata de una definición muy general y que abarca infinidad de actividades. Sin embargo, eso es la política.
Para Aristóteles los hombres somos “animales políticos”. Él entendía perfectamente que somos seres sociales por naturaleza. Nos guste o no, tenemos que vivir con otros seres humanos y por ese solo hecho tenemos que participar en la solución de los problemas que nos acechan. Podemos decir, junto con el dicho popular que “si no eres parte de la solución, eres parte del problema”. Es decir, todos tenemos que trabajar para alcanzar el bien común.
Como se puede ver de estas definiciones, la política va más allá de las elecciones o de la grilla. La política debe ser un trabajo constante en búsqueda del bien común. Pero, ¿qué es el bien común? El bien común se entiende como todas aquellas condiciones que permiten a las personas desarrollarse plenamente. Esto es claramente una tarea que va más allá de los deberes (y posibilidades) del gobierno. Todos los ciudadanos tenemos el deber de participar en este esfuerzo. A mi parecer, el gobierno debe ser ante todo un organizador o coordinador de esfuerzos. Es decir, debe, en cierta medida, dirigir o encaminar las acciones de los distintos grupos de la sociedad civil. No tiene por qué realizar todo el trabajo. Stuart Mill decía que el gobierno es el peor administrador y no podría estar más de acuerdo con él (nada más vean las condiciones de todas nuestras paraestatales). Por tanto, debemos buscar que haya el “menor gobierno y la mayor sociedad posibles”.
Aquí también es importante tocar un tema fundamental al hablar de política. Me refiero a la ética. El concepto que se tiene entre la ciudadanía de los políticos es que son corruptos, mentirosos y que sólo buscan su propio bien. Quisiera poder defender la posición contraria, pero la mayoría de nuestros políticos lo demuestran día tras día. A pesar de ello, eso no quiere decir que la política en sí sea mala y corrupta. La política, como toda actividad humana, debe estar regida por la ética. Decía Efraín González Luna que “la política es la obra de la inteligencia y de la voluntad, presididas por la ética. La política no puede ser sino doctrinaria y de profundo sentido moral.” Esto es evidente, ya que anteriormente decíamos que la política debe gestionar el bien común. Para poder alcanzar ese bien común, es necesario que los políticos actúen con un alto sentido moral que los guíe a alcanzar esa meta. Los que sólo buscan su propio bien (o el de su partido) atentan contra este bien común. Por ello, no deberíamos de llamarlos políticos, deberíamos llamarlos por su nombre: ratas.
Mucha gente no se mete en la política porque no quieren “ensuciarse”. Me parece muy preocupante esta actitud. ¿Cómo queremos que la política sea “limpia” y honesta si las personas honradas no participamos en ella? Si no participamos nosotros, le dejamos el campo abierto a todas las lacras que ahora están ahí. Es decir, nuestra apatía es causa de que haya tanta corrupción. Nuevamente cito a Efraín González Luna: “El estribillo imbécil: `yo soy hombre honrado, yo no me mancho con labores políticas´ debe ser proscrito con asco, con remordimiento. Este estribillo, señores, moneda falsa que todos, en mayor o menor medida hemos acuñado y puesto en circulación; este miserable estribillo, esta cosa fraudulenta a que me estoy refiriendo es una de tantas cortinas de humo tras las que se esconden el egoísmo y la cobardía. Lo sucio, señores, lo innoble, lo absurdo, es precisamente considerar que no las manos limpias, sino las manos sucias, son las que tienen a su cargo la función pública”.
Como pueden ver, la política es una actividad primordial en nuestra sociedad. Es una actividad en la que todos tenemos que participar, ya sea desde la sociedad civil, el empresariado o el gobierno. Todos somos responsables de alcanzar el bien común. Es una cuestión de elemental justicia. No podemos estar con los brazos cruzados mientras tantas personas viven en la miseria. Decía Manuel Gómez Morín que debíamos trabajar para erradicar el “dolor evitable”, es decir, todas aquellas formas de sufrimiento que causábamos unos a otros a raíz de nuestra ineficacia para organizar las cuestiones humanas. Creo que el México de hoy es una muestra clara de ineficacias en la organización. Esas ineficacias han traído mucho sufrimiento a nuestra gente y me parece que ya es tiempo de que hagamos algo para cambiarlas.
Si están interesados en saber más acerca de la política humanista, les recomiendo a los siguientes autores: Carlos Castillo Peraza, Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Jacques Maritain (sus obras político-sociales, aunque las filosóficas son extraordinarias también). También son interesantísimas las biografías de estos autores y de otros grandes políticos como Santo Tomás Moro, Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi, Robert Schumann (el político, no el músico), Giorgio La Pira. Por otro lado, si ya de plano le quieren entrar con todo a este rollo de la política humanista, hay que recurrir tanto a Aristóteles como a Santo Tomás de Aquino y pasar por toda la doctrina social de la Iglesia (desde las encíclicas de León XIII hasta los escritos de Benedicto XVI). En ese caso, mejor recurran al Compendio de Doctrina Social de la Iglesia que tiene todo resumido.