Es necesario empezar un estudio de las enseñanzas de la Iglesia respecto a la sexualidad desmintiendo ciertos mitos que se han vuelto muy comunes entre la gente. La Iglesia no enseña, ni ha enseñado nunca, que la sexualidad y el cuerpo son algo malo.
Hay muchas razones por las que la Iglesia dice que el cuerpo es algo bueno. Sólo mencionaré dos que se relacionan con dos de las creencias más importantes del Cristianismo. La primera razón se deriva de la creencia en un Dios creador. Esto es, creemos que Dios creó el cuerpo “y vio que todo cuanto había hecho era muy bueno” (Gen. 1: 31). Dios, siendo el Bien supremo, jamás crearía algo malo. Por tanto, el cuerpo es algo bueno, incluyendo las diferencias entre los sexos: “Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó” (Gen. 1: 27). No sólo eso sino que los bendijo diciendo: “sean fecundos y multiplíquense” (Gen. 1: 28), lo cual, claro está, es una bendición del acto conyugal por medio del cual los seres humanos se multiplican. La creencia en un Dios creador nos lleva a aceptar al cuerpo y la sexualidad como algo bueno.
El segundo dogma de la fe Católica que apunta hacia la bondad del cuerpo es el de la Encarnación. El cuerpo es bueno no sólo porque Dios lo creó sino porque Dios lo tomó para sí mismo: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1: 14). Al hacer eso, Dios elevó la dignidad del cuerpo humano a un nuevo nivel. G.K. Chesterton expresó esta idea diciendo: “Platón podrá despreciar la carne pero Dios no lo hizo”. El cuerpo que albergó a Dios mismo no puede ser de manera alguna malo. En forma similar, podemos concluir, a partir de la Encarnación, que el amor conyugal es algo bueno y deseado por Dios. Cristo realizó su primer milagro en una boda, de haber creído que eso era algo malo, no habría estado ahí, ni hubiera ayudado a que se llevara a buen término. Más aún, el acto conyugal es una imagen del amor de la Santísima Trinidad, ese amor que Dios encarnado vino a revelarnos. ¿Cómo podría alguien creer que esto es malo?
Por alguna razón que no comprendo, mucha gente ha llegado a la falaz conclusión de que porque la Iglesia enseña que el cuerpo y la sexualidad deben estar sometidos a la razón y a la voluntad (al alma), los está condenando. Que porque pide que tanto el cuerpo como la sexualidad sean tratados con respeto y reverencia, los está cubriendo con una luz negativa. Esto es un sinsentido. Son los demás los que le han quitado lo sagrado al sexo y quienes han perdido todo respeto hacia el cuerpo. Al hacer del placer sexual el valor supremo han destruido el auténtico valor supremo que es el amor.
Dado que esta visión de lo sagrado de la sexualidad se ha perdido, el entendimiento correcto de su naturaleza se ha perdido también. Pablo VI intenta corregir esto. El acto sexual tiene una naturaleza dual: unitiva y procreadora. Estos dos significados del acto sexual se derivan del hecho de que el sexo depende del amor y no al revés. El acto conyugal existe para manifestar el amor de los esposos, pero no es la totalidad de ese amor. Puesto que el amor es unitivo, el sexo cumple el propósito de unir al marido y a su mujer. Puesto que el amor es fructífero, el sexo sirve para la reproducción.
Existe una analogía útil entre la naturaleza dual del sexo y la naturaleza dual (alma-cuerpo) del ser humano. Separar estos dos aspectos tiene un efecto similar en ambos: los mata. Cuando el alma se separa del cuerpo, lo que queda es un cadáver. El negar artificialmente uno de los dos sentidos del sexo nos deja con un “cadáver” de lo que en algún momento fue el acto sexual. Igual que un cadáver, se empieza a pudrir. Cuando cuerpo y alma se separan, perdemos a la persona humana; cuando unión y procreación se separan, perdemos al amor. Al deshacernos de las partes, perdemos el todo. Muchos defensores de los anticonceptivos alegan que el sexo es algo más que sólo tener bebés. Eso es totalmente cierto, como Pablo VI nos lo recuerda constantemente. Sin embargo, al voluntariamente remover el aspecto procreador del acto sexual, no están logrando hacer del sexo algo más, de hecho, lo están haciendo mucho menos. Una vez que la procreación se ha removido, la unión se pierde y el amor también. El acto sexual se convierte en la simple satisfacción de un impulso. Deja de ser un acto humano para convertirse en una actividad animal. Ya no se hace como un acto libre de amor sino únicamente como un instinto. Cómo eso puede ser más que “sólo tener bebés” es algo que no puedo aprehender.
La idea del sexo sin el aspecto unitivo le parece repulsivo a mucha gente, en particular a las mujeres. ¿Por qué el sexo sin el aspecto procreador no se considera igualmente repulsivo? Eso lo discutiremos en otra ocasión.
It is best to begin a study of the Church's teachings on sexuality by dispelling certain myths that have become common among many people. The Church does not teach, nor has it ever taught, that sexuality and the body are bad.
There are many reasons for which the Church says that the body is good. I will only mention two that are directly related with some of the most important Catholic beliefs. The first reason is derived from the belief in a creative God. That is, we believe that God created the body, “and he found it very good” (Gen. 1:31). God, being the ultimate Good, would never create anything bad. Hence, the body is good, including the differences between the sexes: “God created man in his image; in the divine image he created him; male and female he created them” (Gen. 1:27). Not only that, but he blessed them by saying: “Be fertile and multiply” (Gen. 1:28) which, of course, is a blessing of the conjugal act, through which human beings multiply. The belief in a creative God leads us to accept the body and sexuality as something good.
The second fact of the Catholic faith that points towards the goodness of the body is the Incarnation. Not only is the body good because God created it, it is good because God Himself took it as His own: “And the Word became flesh and made his dwelling among us” (John 1:14). By doing so, God raised the dignity of the human body to a whole new level. G.K. Chesterton adequately phrased this idea: “Plato might despise the flesh; but God had not despised it”. The body that has housed God can in no way be evil. In a similar fashion, we can conclude from the Incarnation that conjugal love is good and blessed by God. Christ performed his first miracle at a wedding feast, had He thought it bad he would not have been there. Even more, the conjugal act is an image of the love of the Trinity which the Incarnate God came to reveal to us. How could anyone think it to be wrong?
For some reason that I do not comprehend, people have come to the conclusion that because the Catholic Church teaches that the body and sexuality must be subject to reason and to the will (to the soul), it is condemning them. That because it asks that the body and sexuality be treated with respect and solemnity, it is shedding a negative light on them. That is nonsense. It is the others who have taken the sacredness out of sex and who have lost all respect for the body. By making pleasure in sex the supreme value, they have undermined the authentic supreme value which is love.
Because this sacredness of sex has been lost, a correct understanding of its nature has been lost as well. Paul VI attempts to correct this. Sex has a twofold nature: it is unitive and procreative. These two meanings of sex come from the fact that sex depends on love and not the other way around. Sex is meant to be a manifestation of spousal love but it is not spousal love. Because love is unitive, sex serves the purpose of uniting husband and wife. Because love is fruitful, sex serves the purpose of reproduction.
There is a useful analogy between this dual nature of sex and the dual nature (body-soul) of human beings. Separating these aspects has similar effects on both: it kills them. When you take the soul out of the body, you are left with a corpse. Artificially denying one of these aspects of sex leaves us with a “corpse” of what used to be sex. And just like a corpse, it will rot. When body and soul are separated, you lose the person; when union and procreation are separated, you lose love. By getting rid of the parts, you lose the whole. Many defenders of contraception say that sex is much more than just having babies. They are absolutely right, as Paul VI constantly reminds us. However, by voluntarily removing the procreative aspect of sex, they are not making sex more than that, they are actually making it less. Once procreation is removed, union is lost as and love with it. Sex then becomes nothing more than the satisfaction of a physical urge. It ceases to be a human act and becomes an animal activity. It is not done as a free act of love but only as an instinct. How that can be more noble than “just having babies” is something I cannot grasp.
The idea of sex without the unitive aspect is repulsive to most people, particularly to women. Why is sex without the procreative aspect not seen as equally repulsive? We will discuss that on another occasion.