miércoles, 19 de noviembre de 2008

La Belleza como una política pública

México es un país rico en bellezas. Tenemos bellezas naturales de todo tipo: playas, montañas, bosques, lagos, desiertos… Muchos de nuestros antepasados se dedicaron a agregar a estas bellezas naturales las bellezas creadas por sus manos. Así, contamos con ciudades coloniales magníficas llenas de joyas arquitectónicas y con extraordinarias obras de arte.

Los seres humanos nos deleitamos en la contemplación de lo bello. Todas estas bellezas que nos rodean hacen que nuestra estancia en este mundo sea más agradable. Hacen que nuestro nivel de vida sea mayor. Es por todos conocido que un ambiente agradable hace que las personas trabajen mejor, sean más productivas y que sean más felices. Por tanto, una ciudad bella implica que sus habitantes vivan mejor.

Sin embargo, parece ser que para nuestros gobernantes la Belleza no importa (no más vean al que apodaron “Góber precioso”…). Desde que los grandes muralistas dejaron de decorar los edificios de gobierno parece que lo bello ha desaparecido de las obras públicas. Hoy tiene más importancia realizar una obra imponente en tamaño que se inaugure a tiempo para las elecciones, que realizarla bien. ¿Por qué no se realizan obras funcionales que a su vez sean agradables a la vista? Lo bello y lo práctico no están peleados. Es parte de la naturaleza humana desear que las cosas sean atractivas.

Yo por eso propongo que la Belleza se instaure como una política pública. Que toda obra que se construya, además de ser funcional y estar bien hecha, sea bella. Que el gobierno (y la ciudadanía) trabajemos por crear un ambiente agradable. Que la gente se sienta a gusto al caminar por su ciudad y por sus parques. Que los camellones se cuiden y se llenen del colorido que caracteriza al pueblo mexicano. No sólo tendríamos a una población más cómoda con su ambiente sino que se generarían fuentes de trabajo en la creación y mantenimiento de jardines y parques, de edificios, de obras públicas, etc. Los ciudadanos también tenemos que colaborar con este esfuerzo dándole mantenimiento a nuestras casas, pintándolas, cuidando las banquetas y jardines aledaños.

Estoy seguro que la mayoría de los ciudadanos queremos una ciudad hermosa. No es posible que la antes llamada “Ciudad de los Palacios” sea ahora la “Ciudad de los grafitis” o la “Ciudad de las obras inconclusas”. Veamos un ejemplo muy claro: el segundo piso del Periférico. Esta obra, orgullo del lopezobradorismo, es una construcción fea. Se trata de un enorme bloque de concreto. Los barandales están sin pintar y mantienen su horrible color metálico. Para colmo, las luces que lo iluminan por abajo en las noches son verdes y moradas, dándole un aspecto tenebroso como de antro de mala muerte. Como si eso no bastara, está inconcluso, con partes donde las varillas salidas disminuyen todavía más el casi nulo atractivo. Estar ahí atorado en el tráfico es más deprimente al ver el estado en el que se encuentra. Por otro lado, una ciudad como Zacatecas, que es una belleza colonial, se vuelve todavía más bella con la iluminación que se instaló en torno a todos los edificios del centro histórico. Ahí se supo utilizar la tecnología moderna para hacer todavía más notoria la belleza propia de la ciudad.

La ciudad de México tiene todo para ser una de las ciudades más bellas del mundo. Las soluciones a los complejos problemas modernos no deben interferir con la belleza que debe imperar en una ciudad como la nuestra. Debemos ser creativos e ingeniosos para ofrecer soluciones que resalten o que por lo menos no interfieran con los atractivos visuales ya existentes. Yo sueño con una Ciudad de México similar a la que se encontraron los españoles y que los dejó boquiabiertos. Yo sueño con una ciudad de México como la que ellos después construyeron y que era considerada la Venecia americana. Imaginen una ciudad donde se combine lo colorido de nuestra flora con nuestras construcciones. Imaginen una ciudad donde pueda fluir un río sin que lo llenemos de basura. Una ciudad donde lo natural y lo artificial se fundan de forma que la mano del hombre, más que interferir con la Creación, la embellezca más. Creo que tenemos el derecho a disfrutar una ciudad así.

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