domingo, 29 de noviembre de 2009

¡Modestia, por favor! / Some modesty, please!

Una de las virtudes a la que menos importancia le damos es a la modestia en el vestir o pudor. Es una virtud silenciosa y discreta y por ello la consideramos tan insignificante. A pesar de su pequeñez y de su debilidad (por caracterizarla de alguna manera), es una de las piedras angulares necesarias para restaurar el lugar que la mujer debe ocupar en la sociedad. Es esencial para que las mujeres puedan reclamar su dignidad.

Esta modestia en el vestir exalta la dignidad de la mujer desde tres niveles distintos: uno en su relación con los hombres, otro en relación consigo misma y otro en relación con Dios.

El primero de estos niveles es por mucho el más evidente. Su objetivo es proteger a la mujer, no sólo de las inclemencias del clima (es increíble ver a mujeres en pleno invierno con escotes como para contraer una neumonía) sino, sobre todo, de la lujuria masculina. No pretendo excusar a los hombres libidinosos, ni mucho menos. Sin embargo, controlar la mirada (y el pensamiento) es una de las cosas más difíciles para cualquier hombre y son pocos los que han sido educados para hacerlo. Es una guerra constante contra uno mismo que sólo concluirá con la muerte. Por ello, las mujeres deberían de ver en el pudor no sólo una protección sino también un auxilio que le pueden brindar a los hombres en esa lucha diaria, ¿para qué hacer más difícil lo que ya es difícil?

La modestia en el vestir protege la dignidad de la mujer porque la mirada lujuriosa la degrada hasta el punto de convertirla en un objeto. La vilifica. Si una mujer vestida de forma provocativa pudiera, aunque fuera por un instante, ver lo que los hombres que la rodean piensan, buscaría inmediatamente con qué cubrirse. Quizá huiría asqueada porque se vería convertida en un objeto sexual para satisfacer el apetito más bajo del hombre, ese apetito que C.S. Lewis llamaba tan acertadamente “la prosa y no la poesía de la carne”.

El segundo de estos niveles tiene que ver con la mujer y cómo se concibe a sí misma. Es triste ver a una mujer que cree que si no viste de forma provocativa no podrá atraer a ningún hombre. Lo único que logra es no atraer a un hombre que valga la pena. ¿Qué mujer considera que lo único valioso que tiene es su cuerpo? ¿No vale más por su inteligencia, por su personalidad y por la belleza de su alma? Buscar atraer a un hombre exponiendo su cuerpo es aspirar a mucho menos de lo que vale. Es prestarse a ser tratada como si valiera menos. La cultura contemporánea, con su ideal de belleza creada artificialmente, vendida a través del cine y de la televisión, ha sido causante, en gran parte, de esta disminución del autoestima femenino. Si esas mujeres “perfectas” deben recurrir a la falta de modestia para obtener a los hombres “perfectos” ¿qué otro recurso le puede quedar a la mujer “promedio”? La realidad es que no hay nada más atractivo para un hombre (o por lo menos para un hombre verdadero) que una mujer que viste con discreción pues con ello demuestra que vale más por lo que es y no sólo por su cuerpo.

El tercer y último de estos niveles es el más alto pues se encuentra en el plano espiritual. Aquí, la modestia en el vestir es como un velo que sirve para cubrir aquello que es sagrado. El cuerpo es, en el plan divino, algo sagrado y como tal debe ser tratado. La dignidad de la mujer es algo sagrado y debe ser protegida con la misma devoción y esfuerzo con que se protege lo sagrado. Este velo impide que ojos poco dignos se posen sobre aquello que es de Dios. Lo que ocultamos tras un velo lo colocamos ahí para evitar que sea usado como algo que no corresponda con su naturaleza sagrada. Si algo se vela es porque se considera tan importante como para venir directamente de Dios y cualquier otro uso que se le dé es considerado un sacrilegio.

De la misma forma, el cuerpo femenino debe ser protegido de la mirada indiscreta y sacrílega que lo utilice para un fin inferior al que merece. Así como el sumo sacerdote debía purificarse antes de poder traspasar el velo del templo de Jerusalén, así un hombre debería de mostrarse digno y puro antes de poder posar sus ojos en aquello que oculta el velo de la modestia de una mujer. Lo que se oculta está oculto para poder ser revelado a aquél que lo merece, no para ser tomado por el primero que pase por ahí. De esa manera, el cuerpo de la mujer se oculta para que sólo al hombre que se comprometa a amar y cuidar, no sólo el cuerpo sino también el alma de esa mujer, le sea revelado completamente. Cuando no sucede así, son muchos los hombres que lo toman (aunque sea en la imaginación) y cometen el sacrilegio de tratar lo sagrado como basura.



One of the virtues to which we give the least importance is the virtue of modesty in dress. It is a silent and discrete virtue and that is why we consider it so insignificant. Despite its apparent smallness and weakness, this virtue is one of the corner stones required in order to restore the position of women in society. It is essential so that women can reclaim their dignity.

This modesty in dress extols the dignity of women in three distinct levels: one in relationship with men, another one in relationship with themselves and the last one in relationship with God.

The first one of these levels is by far the most evident and easy to grasp. Its objective is to protect women, not only from the inclemencies of the weather (I find it shocking to see women with really low-cut necklines on cold days, exposing enough of them to contract pneumonia), but, above all, from the lust of men. I do not seek to excuse lustful men but controlling one's eyes and thoughts is one of the most difficult things to achieve, especially when so few have been raised to do it. It is a constant war that will only end with death. Therefore, women should see in modesty not only a protection against this lust, but also a means of helping men in their daily struggle against it. Why make something that is already hard even harder?

Modesty in dress protects the dignity of women because a lustful glance degrades a woman by transforming her into an object. It vilifies her. If a woman dressed in a provocative manner could see, at least for a second, what goes through men's minds when they look at her, she would immediately look for something to cover herself with. She would probably run away, nauseated because she would see herself converted into a sexual object used to satisfy the lowest of men's appetites, that appetite that C.S. Lewis called “the prose and not the poetry of the flesh”.

The second of these levels has to do with how a woman sees herself. It is sad to see a woman who thinks that she cannot attract a man unless she dresses provocatively. The only thing she achieves is to not attract worthy men. What woman thinks that the only worthy part of her being is her body? Isn't she worthy because of her intelligence, her personality and the beauty of her soul as well? Trying to attract men by exposing her own body is aspiring to much less than what she deserves. It is lending herself to be treated as if she were worth less. Contemporary culture, with it's ideal of artificially created beauty sold to us through cinema and television is responsible, to a large extent, in lowering female self-esteem. If the “perfect” women have to expose their bodies in order to get the “perfect” men, then with what else are “average” women left to achieve the same thing? The truth is that there is nothing more attractive for a man (at least for a real man) than a modestly dressed woman because by dressing that way she is proving to be worthy for what she is and not just for her body.

The third and last of these levels is also the highest since it is to be found in the spiritual realm. Here, modesty in dress is like a veil that is used to hide that which is sacred. The body is, in the divine plan, a sacred thing and should be treated as such. The dignity of women is something sacred and should be protected with the same devotion and effort with which we protect the sacred. This veil avoids unworthy eyes of seeing that which is of God. What is hidden behind a veil is placed there so that it is not used for something that goes against its holy nature. If something is veiled it is because its considered so important as to come directly from God. Any other use for that sacred object is considered a sacrilege.

In the same way, the female body should be protected from the indiscrete and sacrilegious gaze that seeks to use it for a lesser end than it deserves. Just like the high priest had to be purified before being allowed to cross the veil in the temple of Jerusalem, so should a man prove to be worthy and pure before placing his eyes upon that which is veiled by a woman's modesty. What is hidden is hidden so that it can be revealed to him who is worthy of it, and to avoid being taken by any passerby. In that manner, a woman's body should be hidden so it can be fully revealed only to the man who vows to love and protect not only that woman's body, but also her soul. When the opposite happens, many men take that body (even if its only in their imaginations) and commit the sacrilege of treating that which is sacred as garbage.

jueves, 26 de noviembre de 2009

En Roma, haz lo que los romanos / When in Rome, do as the romans do

Hoy es el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Esta es una fiesta que nunca he celebrado (ni siquiera cuando vivía en E.U. con mi familia) pero creo que ahora, siendo que vivo acá nuevamente, es momento de que haga como todos los americanos y dé gracias. Estoy muy agradecido con San Francisco de Asís, quien escribió una de las oraciones de acción de gracias más bellas jamás escritas y gracias a quien no tengo que escribir nada de mi propia cosecha:

Cántico de las criaturas por San Francisco de Asís

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.


Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.


Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.


Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.


Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.


Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.


Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.


Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.


Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.


A ti, lectora, lector de mi blog (si es que existen), te doy gracias por seguir leyéndome, por tus comentarios y por tus sugerencias. Gracias a ti, este blog seguirá existiendo.



Today is Thanksgiving day. This is an American holiday that I've never really celebrated but I think that since I'm living in the U.S. now, I might as well do as most Americans do and give thanks. I am thankful for St. Francis of Assisi who wrote the most beautiful thanksgiving prayer and with it has avoided me the effort of writing something myself:

The Canticle of the Creatures by St. Francis of Assisi

Most High, all-powerful, good Lord,
all praise is yours, all glory, all honor,
and all blessing.
To you, alone, Most High, do they belong.
No mortal lips are worthy to pronounce your name.


All praise be yours, my Lord,
through all you have made,
and first my lord Brother Sun, who brings the day;
and through whom you give us light.
How beautiful is he, how radiant in all his splendor;
Of you, Most High, he bears the likeness.


All Praise be yours, my Lord, through Sister Moon
and the stars; in the heavens you have made them,
bright, and precious, and fair.


All praise be yours, my Lord,
through Brothers wind and air, and fair and stormy,
all the weather's moods,
by which you cherish all that you have made.


All praise be yours, my Lord, through Sister Water,
so useful, humble, precious and pure.


All praise be yours, my Lord, through Brother Fire,
through whom you brighten up the night.
How beautiful is he, how cheerful!
Full of power and strength.


All praise be yours, my Lord, through our Sister
Mother Earth, who sustains us and governs us,
and produces various fruits with colored flowers
and herbs.


All praise be yours, my Lord,
through those who grant pardon for love of you;
through those who endure sickness and trial.
Happy are those who endure in peace,
By You, Most High, they will be crowned.


All praise be yours, my Lord, through Sister Death,
From whose embrace no mortal can escape.
Woe to those who die in mortal sin!
Happy those she finds doing your will!
The second death can do them no harm.


Praise and bless my Lord, and give him thanks
And serve him with great humility.


And to you, reader of my blog (if there is any), thank you for sticking around, thank you for your comments and for your ideas. Thanks to you, this blog will continue to exist.

martes, 24 de noviembre de 2009

Los secretos del corazón de una mujer / The secrets of a woman's heart

El feminismo ha hecho mucho daño a la sociedad, a los hombres, pero sobre todo, a las mismas mujeres. Se puso la meta de colocar a las mujeres en un plano de absoluta igualdad con los hombres y lo está logrando. Ahora las mujeres han empezado a pensar como los hombres. Y así como los hombres nunca hemos sido capaces de entender a las mujeres, así ellas se han vuelto incapaces de entenderse a sí mismas. Sólo por ello me atrevo a escudriñar en las profundidades del corazón femenino para intentar comprender sus angustias y sus anhelos, aunque sé que es un esfuerzo que probablemente termine en fracaso. El misterio de la femineidad va más allá de mis limitadas capacidades de razonamiento. Su entendimiento requiere de una cierta intuición (intuición que toda mujer tiene) de la cual yo carezco. Contemplar ese misterio e intentar hablar de él me coloca en una situación similar a la que me pasaba en los primeros años de la adolescencia cuando hablar con una mujer era motivo suficiente para sonrojarme de pies a cabeza y de dejar mi mente en blanco, incapaz de pronunciar palabra alguna.

Empecemos pues, viendo algunas de las pruebas de que la mal llamada liberación femenina en realidad ha “masculinizado” a las mujeres, causándoles con ello un grave daño. Una muy evidente y que cada día se vuelve más grave pues cada día es más común, es la de las mujeres que ponen su ambición personal por encima de todo. Estas mujeres han demostrado ser tan (o a veces hasta más) inteligentes, fuertes y astutas que los hombres más exitosos. Asisten a las mejores universidades del mundo, dirigen grandes corporaciones y ocupan importantes puestos en el gobierno. Tienen grandes ambiciones y lo obtienen todo por sí mismas y para sí mismas. Pero entonces, al mirarse en el espejo, descubren que quien las mira de vuelta no es una mujer ambiciosa sino un hombre, y un hombre despreciable: el hombre ambicioso y egoísta que es capaz de cualquier cosa por obtener su éxito personal. En eso se han convertido al usar el acceso a una educación y a una carrera no como un medio para realizar más plenamente su propia femineidad, sino para alcanzar un estado de identidad (es decir, un estado sin diferencia alguna) con el hombre.

Todo esto porque han perdido de vista el fin última de sí mismas: la autoentrega. Este también es el fin del hombre, pero la forma en que lo realizan es distinta, acorde a sus naturalezas respectivas. Cuando una mujer ignora este hecho, está ignorando una realidad inscrita en su mismo cuerpo. Su propio cuerpo está hecho para darse a otros, empezando por su capacidad de dar y mantener la vida de otro ser humano. Es una terrible contradicción que la misma sociedad que tanto habla de ceder ante los instintos más bajos pretenda reprimir el instinto más noble de todos: el instinto maternal. ¡Qué oportunidad tan grande tienen las mujeres para satisfacer su llamado al servicio! La maternidad es un medio de autoentrega que ningún hombre posee y ante el cual sólo podemos asombrarnos. Si un hombre es incapaz de admirarse ante la belleza del misterio de la maternidad, si es incapaz de ver lo grande y lo noble que han sido, son y serán todas y cada una de las mujeres que han aceptado el don de ser madres, entonces ese hombre es indigno de hacerse llamar hombre.

Y aún así, la sociedad que se proclama liberadora de la mujer busca por todos los medios acabar con el regalo de la maternidad. Al acabar con la maternidad pervierte la sexualidad feminina, tal como ha pervertido a la sexualidad masculina. En lugar de ser una entrega mutua, se convierte en una utilización del otro. Qué ejemplo más claro que lo que en Estados Unidos se denomina “cougars” [mujeres mayores que utilizan a hombres más jóvenes como juguetes sexuales]. Estas mujeres, que por lo general han sido exitosas en su vida laboral, a pesar de que con ello han renunciado a formar una familia, descubren que viven con un vacío en el corazón. Pero, siendo las mujeres exitosas que son (¿o será mejor llamarlas hombres exitosos?) son incapaces de entregarse a otro o rebajarse ante un hombre, como lo demanda el verdadero amor. Para ellas es más fácil usar a hombres más jóvenes (y estúpidos, yo añadiría) para satisfacer sus propios deseos sexuales, sin necesidad de ningún tipo de compromiso o sacrificio. Pero entonces, estas mujeres ven su reflejo y lo que ven no es una mujer triunfante ante la inferioridad del hombre. Lo que ven es a un hombre, el mismo tipo de hombre que probablemente encontraron en algún punto de su vida y que las dejó profundamente lastimadas: el patán, aquél que se gloria de usar a las mujeres. Al ignorar su vocación a la autoentrega en el amor, las mujeres se transforman en aquello que más odian.

Después de entender todo esto, es evidente por qué tantas mujeres se sienten frustradas y decepcionadas a pesar de todos sus avances. Así, convertidas en copias de los hombres más ruines, ¿cómo podrán satisfacer el anhelo de su alma de ser inspiración y razón de ser de otros? Una vez derribadas de su pedestal para colocarlas en el mismo lugar que los hombres, después de haberles arrebatado a los hijos de sus entrañas y de haberlas convertido en objetos para usar y desechar, ¿qué hombre querrá encontrar en ellas una luz que lo guíe a ser mejor de lo que es? Humillada y herida, usada y abandonada, la mujer moderna yace desnuda y expuesta. Se ha vuelto como los más despreciables de los hombres. Así, ¿qué caballero querrá cubrirla con su manto?



Feminism has done much damage to society, to men, but, above all, to women. It set itself the goal of placing women in a plane of absolute equality with men and it is achieving that. Now women think like men. And just like we men have never been able to understand women, so have they become incapable of understanding themselves. Only because that is true do I dare to scrutinize the female heart,, trying to grasp its anxieties and longings, though I know it is an effort that will most probably end in failure. The mystery of feminity goes way beyond my limited capacity of reasoning. Its full understanding requires a certain intuition (intuition which every woman posesses) which I lack. Contemplating this mystery and trying to write about it places me in a similar situation to the one I experienced in puberty while trying to speak to a girl: I would blush from head to toes, my mind would go blank and I would be unable to pronounce a single word.

Lets begin by looking at some proofs that the so-called women's liberation has only succeeded in masculinizing women, causing them a great evil. One case that is very evident and ever more grave since it becomes more common by the day is that of women who place their personal ambition above everything else. These women have proven to be as smart, strong and astute as the most successful of men. They attend the best universities in the world, lead large corporations and occupy important seats in the government. They have large ambitions and they obtain everything by themselves and for themselves. But then, when they look in the mirror, they find out that it is not an ambitious woman who is staring back at them, but a man. A most despicable man: ambitious and selfish, capable of doing anything in order to succeed. That's what they have become when they use their education and their career not as a means to fulfill their own femininity, but to reach a state of identity, that is, one where there is no difference with men.

All this happens because they have lost from sight the goal of their existence: self-giving. That is also mens goal but how we reach it is different, according to our distinct nature. When a woman forgets this fact, she is ignoring a reality that is written in her very body. Her body is made to give itself to others, beginning with its capability of giving and sustaining the life of another human being. What a terrible contradiction that the same society that talks so much about giving in to our lowest instincts seeks, at the same time, to repress the most noble of all human instincts: the maternal instinct. What a huge opportunity do women have to satisfy their calling to serving others! Maternity is a means of self-giving which no man has and in front of which we can only stand in awe. If a man cannot admire the beauty of the mystery of motherhood, if he cannot see how great and noble each and every woman who has accepted that gift has been, then he is unworthy of being called a man.

And yet, the same society that calls itself liberator of women seeks, through all possible means, to anhilate that gift of motherhood. When motherhood is destroyed, female sexuality is perverted, just like male sexuality has been perverted. Instead of sexuality being a gift of one's self to the other, it becomes a using the other. What better example of this than the women known as cougars [older women who use young men as sex toys]. These women, who are usually highly successful in their careers have given up other things (like forming a family) in order to achieve their goals but have come to realize that they have an emptiness in their hearts. But, being the successful women that they are (or should I say successful men?), they are not capable of giving themselves to someone else, let alone lowering themselves before a man (who would, at the same time, lower himself before her), as is required by true love. It is easier for them to use young (and I'd add stupid) men to satisfy their sexual cravings. That way they can avoid any sort of commitment or sacrifice. But then, when these women look at their reflection they don't see a powerful woman who can submit men to her will. They see a man, the same type of man who probably left them deeply hurt at some point in their lives: a jerk, the man who boasts about using women. When women ignore their vocation to self-giving, they become that which they hate the most.

After undestanding this, its evident why so many women feel frustrated and disappointed despite all the “advances” of feminism. Turned into copies of the lowest of men, how could they ever satisfy the yearning of their souls to be inspiration and the reason of being of others? Once they have been knocked down from their pedestals to be placed in the same place than men, after the children of their womb have been taken away from them and once they've been turned into objects that can be used and thrown away, what man could possibly want to see in them a light that will guide them to become better men? Humiliated and wounded, used and thrown away, modern woman lies naked at the view of all. She has become like the most despised of men. What gentleman would want to cover her with his mantle?

domingo, 22 de noviembre de 2009

Un ideal de masculinidad / An ideal for manhood

Mas fuerte es el caballero por sus virtudes que por la lanza y la espada.
Ramón Lull, “Libro de Proverbios”

Para concluir esta serie de entradas sobre la masculinidad, me gustaría hablar sobre el ideal caballeresco, un ideal que es, a mi parecer, el más adecuado para que los hombres contemporáneos puedan ser más plenamente hombres. Este ideal ofrece, además, la ventaja de que los caballeros medievales siguen representando un ejemplo de virilidad y hombría. Habrá, sin embargo, que corregir algunas de las percepciones erradas que se tienen sobre este ideal y que debemos a una cultura abiertamente hostil hacia todo lo proveniente de aquella gran era de la humanidad que fue la Edad Media.

Podrá parecer que el ideal caballeresco está en abierta contradicción con el otro ideal de hombría que defendí en una pasada ocasión: el del cordero. ¿Cómo reconciliar al caballero medieval, el guerrero por excelencia, con la pasividad y mansedumbre del cordero? ¿No prefereriría cualquier caballero, mas bien, ser asemejado a un león? Aquí encontramos la primera de varias concepciones erradas sobre el ideal caballeresco. El objetivo del ideal caballeresco no era que el caballero alcanzara la gloria, la fama o el poder. Su objetivo tampoco era fomentar la violencia o alabar la fortaleza física. La exaltación del uso de las armas era consecuencia del contexto histórico en que se desarrolló este ideal. Recordemos que la Edad Media nació con las invasiones germanas y la destrucción del Imperio Romano de Occidente. Los invasores eran bárbaros poco civilizados en la mayoría de los casos. El objetivo del ideal caballeresco era domar a estos leones germánicos para convertirlos en corderos y hacerlos dignos herederos de la nobleza y grandeza de la Roma cristiana. La violencia y la fuerza debían ser usadas para mantener la paz y para proteger al débil: a las viudas, a los huérfanos, a los pobres. Es más, en aquellos casos en que era necesaria la violencia, buscaba regularla. De esa forma consideraba poco honorable atacar al enemigo por la espalda o rematar al que yacía herido.

Lo que buscaba en realidad era que el caballero fuera un hombre de bien. Todo el ideal gira en torno a las virtudes que hacen a un hombre un santo, no un guerrero. Colocaba entre las principales virtudes del caballero la humildad: el respeto y amor a Dios y a la autoridad terrenal legítimamente establecida. Por su parte, la fortaleza y la valentía debían existir para que el caballero aprendiera a ser dueño de sí mismo. No estaban limitadas al campo de batalla. Ambas virtudes debían de estar al servicio de la Verdad y de la Justicia. Su boca no debía pronunciar mentira alguna y debía evitar la maledicencia. La fortaleza y la valentía son dos virtudes que hacen mucha falta en los hombres modernos, pues desde pequeños se les educa en la cobardía y la debilidad de la autoindulgencia. Donde no hay templanza y moderación en la comida, la bebida o en el uso de la lengua, no puede haber un hombre auténtico.

Otra exigencia del ideal caballeresco era que demandaba un respeto absoluto al honor de las mujeres, al grado de que un caballero podía matar o morir por defender ese honor. Por lo mismo, exigía las virtudes de la castidad y de la fidelidad en el matrimonio como frenos contra la lujuria, principal forma en que los hombres deshonran a las mujeres. La caballerosidad y la cortesía eran esenciales pues eran muestra de la nobleza de un hombre y lo distinguían de las bestias. ¡Cuánta falta hace ese ideal entre los hombres de hoy! ¡Cuánta valentía y fortaleza exige!

En pocas palabras, el ideal caballeresco es un ideal de servicio: servicio a Dios, servicio al prójimo (especialmente el más débil) y servicio al bien común. Es un ideal que exige mucho sacrificio pues requiere dominio de uno mismo y la entrega de todo el ser. Es, sin duda alguna, el ideal que deberíamos abrazar y hacer nuestro.

No podemos olvidar que el caballero medieval se consideraba, a pesar de todas sus fallas y debilidades humanas, un seguidor y siervo del Cordero perfecto y ese Cordero representaba su ideal de hombre. Sólo así podemos entender que Godofredo, conquistador de Jerusalén, se haya negado a ser nombrado rey ahí donde el Rey verdadero fue coronado con espinas. Que San Fernando rey de Castilla y León, el rey guerrero, músico y poeta, temiera más la maldición de una anciana pobre de su reino que a todos los ejércitos moros de África. O que San Luis rey de Francia compartiera su mesa con leprosos y mendigos. Esos hombres, que fueron verdaderos hombres, aceptaron ser como corderos y por eso, hoy los recordamos como leones.



A Knight is stronger because of his virtues, not because of his lance and sword.
Raymond Lully, “Book of Proverbs”

To end this series of posts about manhood, I would like to talk about the knightly ideal, an ideal which I believe to be the best one so that modern men can become more fully men. This ideal also has the advantage that medieval knights remain an example of manliness. I must, however, clarify some erroneous perceptions about the knightly ideal that we owe to a culture hostile to all things born in that great era of mankind which were the Middle Ages.

It might seem like the knightly ideal is in open contradition with that other ideal of manhood which I defended in the past: the ideal of the lamb. How can we reconcile the medieval knight, the warrior par excellence, with the meekness of the lamb? Wouldn't any knight prefer to be refered to as a lion? Here we can find the first of various misunderstandings of the knightly ideal. The objective of this ideal was not to have the knight reach glory, fame or power. Its objective was not to promote violence or worship physical strength either. The exaltation of the use of weapons was a consequence of the historical context in which this ideal was born. We must remember that the Middle Ages began with the invasion and destruction of the Western Roman Empire. The invaders were mostly uncivilized barbarians and society as a whole was cast into chaos. The objective of the knightly ideal was to tame these germanic lions and to turn them into lambs worthy of inheriting the traditions and culture of Christian Rome. Violence and the use of force were to be used only to maintain peace and to protect the weak: widows, orphans and the poor. When violence was required, this ideal seeked to regulate it. That's why it considered attacking an enemy from behind or killing the wounded as non-honorable actions.

What this ideal really aimed at was to transform the knight into a man of good, into a godly man. The whole ideal refers constantly to virtues that will make a man a saint, not a warrior. It placed humility as a most important virtue: to respect and to love God and the Church and to obey legitimate earthly authority. Fortitude and courage were required so the knight could learn to master himself. They weren't limited to the battlefield. Both had to be at the service of Truth and justice. A knight was not supposed to lie and had to avoid all malice in his words. Fortitude and courage are two virtues which modern men lack because they are raised in cowardice and in the weakness of self-indulgence. There can't be a real man where there is no temperance and moderation in eating, drinking and use of tongue.

The knightly ideal also demands an absolute respect for the honor of women, to the point where a knight could kill or die in defense of it. Therefore, it demands the virtues of chastity and fidelity in marriage as walls to stop lust, which is the main way in which men dishonor women. Chivalry and courtesy are also considered to be essential since they are a proof of nobility and they separate man from beast. How much good could we get if this ideal were the ideal of all men of our time! Yet it demands so much strength and courage!

In a few words, the knightly ideal is an ideal of service to others: to God, to neighbor (specially those who are weakest of all) and to the common good. It's an ideal that demands sacrifice because it requires self dominion and the giving of oneself. It is, without a doubt, the ideal that we should embrace and make ours. Do we have what it takes to do that?

One last thing: we can't forget that the medieval knight thought of himself as, despite all his human weaknessess and failures, a follower and servant of the perfect Lamb and this Lamb represented his ideal of manhood. Only by knowing that can we understand why Godfrey, the conqueror of Jerusalem, rejected being named king where the True King had been crowned in thorns. Or that Saint Ferdinand, the undefeated warrior, poet and musician king of Castille and Leon, feared the curse of an old poor woman from his kingdom more than the whole muslim armies of Africa. Or that Saint Louis, king of France would share his table with beggars and lepers. These men, who were real men, accepted to be like the Lamb and that's why we remember them as great lions.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Donde no hay hombres, no hay caballeros / Where there are no men, there are no gentlemen

Había un tiempo en que era cosa normal ver a un hombre sostener la puerta para una mujer o cederle su lugar en el camión. Cuando los hombres empezaron a dejar de ser verdaderos hombres, también dejaron de ser caballeros. Para colmo, el feminismo militante y la ideología de género vinieron a terminar con la respetable práctica de la caballerosidad.

Lo que la visión limitada (y yo añadiría: la inteligencia limitada) de las feministas a ultranza les impide ver es que la caballerosidad existe no para humillar a la mujer, sino para ensalzarla. No existe para que los hombres pisoteén la dignidad de la mujer sino para que aprendan a resptarla y demuestren ese respeto incluso en los actos más insignificantes.

Aquella mujer que exige que un hombre la trate de forma caballerosa no es una mujer que se está sometiendo a la superioridad masculina. Es una mujer que está consciente de su propio valor como persona y que, como tal, exige que se le respete. El hombre que trata a una mujer de forma caballerosa, a su vez, reconoce ese valor de la mujer como tal y se erige en defensor de ese valor porque lo considera digno de respeto por todos los demás.

Al mismo tiempo que exalta la dignidad de la mujer, la caballerosidad hace al hombre más noble y respetable. Es una práctica que hace que los hombres salgan de su egoísmo y se pongan al servicio de las mujeres. Los hombres por naturaleza son egoístas. Cuando actúan como caballeros, encuentran en la mujer un motivo para dejar de lado ese egoísmo y sacrificar su propia comodidad. Por ejemplo, cuando un hombre le cede su asiento a una mujer, no lo hace pensando que esa mujer sea más débil y que él, por ser más fuerte, se está mostrando magnánimo ante la debilidad femenina. Lo hace porque la considera tan digna de respeto que prefiere sufrir él la incomodidad de permanecer de pie. Prefiere tomar esa molestia (por pequeña que sea) sobre sí porque está dispuesto a hacer eso y mucho más si es necesario. Es en los pequeños detalles de caballerosidad en los que se ve la valía de un hombre porque, si no es capaz de hacer pequeños sacrificios por una dama, ¿cómo podrá responder a su llamado de sacrificarse por completo?

Nadie honra a quien considera inferior. Todos los actos de caballerosidad son pequeñas formas de honrar a la mujer y de celebrar su dignidad por el simple hecho de ser mujer. Desgraciadamente vivimos en una sociedad que habla mucho del respeto a la dignidad de la mujer pero que actúa en sentido contrario. Esa sociedad se ha encargado de eliminar la caballerosidad por considerarla “denigrante”. A mí me parece que lo ha hecho porque los verdaderos caballeros le recriminan su hipocresía. La caballerosidad representa uno de los últimos reductos de auténtico respeto a la dignidad de la mujer. Por tanto, todo hombre que se precie de serlo debería de ser, a su vez, un autétentico caballero.



There was a time when it was normal seeing a man holding a door for a woman, or giving her his seat on the bus. When real men began to dissapear, so did gentlemen. Then along came militant feminism and gender ideology to finish off the respectable practice of chivalry.

What the limited vision (and limited intelligence, I might add) of radical feminists doesn't allow them to see is the fact that chivalry doesn't exist to humiliate women, but rather to extol them. It doesn't exist so men can stomp on women's dignity but rather to teach them to respect it and to prove that respect even in the most insignificant of acts.

The woman who demands to be treated chivalrously by a man is in no way a woman who is submitting herself to masculine superiority. She is a woman who is conscious of her own worth as a person and who demands respect for the very fact that she is a person. The man who treats a woman chivalrously recognizes that worth and becomes a defender of it because he considers it worthy of being respected by everybody else.

At the same time that chivalrousness praises women, it makes men more noble and respectable. It makes men come out of their selfishness and put themeselves at the service of women. Men are selfish by nature. When they become gentlemen they find in women a motive to abandon their egoism and give up their own comfort. For example, when a man gives his seat to a woman, he doesn't do it thinking that women are weak and that he is proving to be magnanimous towards female debility. He does it because he considers her so worthy of honor that he prefers suffering the nuisance of standing himself. He prefers taking that discomfort (no matter how small it may seem) on his own shoulders because he would do much more than that for her if it were necessary. It's in the small acts of chivarly that a man proves his true worth. If he's incapable of making small sacrifices for a lady, how will he be able to answer to his calling of sacrificing his whole being?

Nobody honors someone whom they consider inferior. All acts of chivalry are small ways of honoring and celebrating the dignity of women. We live in a society that talks a lot about respecting the dignity of women but that acts in the opposite direction. That society has tried to get rid of chivalry because it considers it “degrading” to women. I think it's doing it because true gentlemen reproach its hypocrisy. Chivalry represents one of the last outposts in the defense of the authentic respect of the dignity of women. Therefore, any man that considers himself a real man should also be a gentleman.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El león y el cordero / The lion and the lamb

Hay dos animales que poseen una gran riqueza simbólica y que quiero usar para explicar el auténtico sentido de la masculinidad. El primero de estos animales es el símbolo por excelencia de la virilidad: el león. En la imagen del león encontramos muchas de las virtudes que consideramos propias del hombre ideal: valentía, fortaleza, autoridad. Es el ejemplo perfecto de un macho-alfa: nos lo imaginamos como un poderoso guerrero cuyo rugido inspira temor y respeto entre todos los demás leones (y eso sin contar la melena, la cual le da un toque adicional de masculinidad). El cordero, en cambio, representa lo contrario. No es un animal agresivo, ni fuerte, sino pasivo y manso. Es débil y dependiente y generalmente lo asociamos con la falta de voluntad propia.

Si a cualquier hombre le preguntáramos que a cuál animal preferiría como representación de sí mismo, probablemente respondería que el león. Eso es lo que nuestra cultura nos ha vendido desde que somos pequeños. Sin embargo, esta misma cultura no nos enseña a ser como el león simbólico, sino como el león real: un animal perezoso, egoísta e irresponsable, que deja el esfuerzo de la cacería a las leonas pero que, eso sí, come primero y sin compartir.

La muestra más clara de esta realidad la encontramos en los “hombres-niño”. El hombre-niño es el hombre inútil, el eterno dependiente. Un tipo de hombre-niño que se ha vuelto muy común es aquél que, a pesar de haber alcanzado la edad adulta, sigue viviendo con sus padres, jugando videojuegos y viendo caricaturas. Si tiene trabajo, es un trabajo mediocre, por lo que es incapaz de mantenerse y, mucho menos, de mantener a otros. Es igualmente incapaz de cualquier tipo de sacrificio porque para él, lo único que importa es la comodidad. En su mente, todo el mundo gira en torno a él y todos están para servirle. Este tipo de “hombre” se ha vuelto común en Japón y Europa y está extendiéndose rápidamente por todo Occidente. Ahora bien, es muy probable que todo hombre-niño se imagine a sí mismo como un león, y no como un cordero.

Como podemos ver, lo que importa no es la imagen que tengamos de nosotros mismos o de estos animales simbólicos, sino la realidad. ¿Qué nos puede enseñar la realidad del cordero? En primer lugar, que es un animal cuya lana usamos para cubrirnos del frío y cuya carne nos sirve de alimento. Además, siempre ha sido considerado un animal digno de ser ofrecido a la divinidad como un sacrificio. En pocas palabras, es un animal que ha ayudado a nuestro sustento tanto material como espiritual. Mientras que el león no tiene nada aprovechable para los demás, el ser entero del cordero está para servir a los otros. Ese es el ideal al que debemos aspirar como hombres.

La vocación del hombre es el servicio, el ser el sustento material y espiritual de una familia aún cuando ello signifique renunciar a su propia comodidad. Está llamado a proveer de abrigo y alimento a su esposa y a sus hijos, aún cuando él tenga que sacrificar su bienestar personal. Va al frente de su familia en el terreno espiritual no como sacerdote sino como víctima de sacrificio. Es a través de su sacrificio que su familia podrá acercarse a Dios. Va al frente porque les va allanando el camino, retirando los obstáculos que puedan hacerles tropezar. Ese es el verdadero sentido de la masculinidad.

Para ser verdaderos hombres, hemos de imitar al Cordero sin mancha, el sacrificio perfecto que fue, a su vez, el hombre perfecto.



There are two animals that possess a great symbolic richness and which I will use to explain the true meaning of manhood. The first one of them is, it seems, the perfect symbol of virility: the lion. In the image of the lion we find all the virtues that are considered necessary in an ideal man: courage, strength, authority. The lion is the perfect example of an alpha-male: we usually imagine him as a powerful warrior whose roar inspires fear and respect among all others (and it's mane also adds a touch of manliness). The second animal, the lambs, represents the exact opposite. It is not an aggresive animal, nor is it strong. It is passive and meek. It is weak and dependent and we usually associate it with a lack of will.

If we ask any man which of these two animals would he prefer to represent himself he would probably answer that he prefers the lion. This is what our culture has sold us ever since we were young. However, this same culture doesn't teach us how to be like the symbolic lion, but it teaches us to be like the real lion instead: a lazy, irresponsible and selfish animal, who leaves the hunting effort to the lionesses but who eats first and doesn't share.

The most evident proof of this reality is to be found in the “man-child”. A man-child is the useless man, the eternal dependent. A very common type of man-child is the one that, despite being an adult, still lives with his parents, playing videogames and watching cartoons all day long. If he has a job, it's a mediocre one which renders him incapable of sustaining himself and less incapable of sustaining others. He is equally incapable of any form of sacrifice, because for him comfort is all that matters. In his mind, everyone exists to serve him. This kind of “man” has become very common in Japan and Europe and is quickly spreading throughout the West. It is very probable that all man-child imagines himself as a lion and not as a lamb.

As can be seen, the image that we have of ourselves or of these animals is not what matters. Reality is what matters. What can we learn from the reality of the lamb? In the first place, we can learn that it is an animal whose wool is used to protect us from the cold and whose meat can be used as our food. It has also been considered an animal worthy of being used as a sacrifice to the gods. In a few words, it is an animal that has served for our material and spiritual well-being. While the lion has nothing useful for others, the entire being of the lamb exists to serve. That is the ideal to which men should aspire.

The vocation of men is service. It is to provide the material and spiritual well-being of a family, even when that means leaving aside their own comfort. They are called to provide warmth and food to their wife and children, even when they have to abandon their personal well-being. They lead their family spiritually, not as a priest, but as the victims of the sacrifice. It is through their sacrifice that their family will come closer to God. They go ahead because they are preparing the way, removing all obstacles for their loved ones. That is the true meaning of manhood.

In order to become real men, we must imitate the Lamb without blemish, the perfect sacrifice who was, at the same time, the perfect Man.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Algo más sobre "El Señor de los Anillos" / Some more on "The Lord of the Rings"



Otro personaje femenino del Señor de los Anillos que es bastante interesante es Éowyn. Muchas feministas la consideran el mejor personaje de la novela porque, según ellas, representa a la mujer inconforme que es capaz de vencer todos los obstáculos que se le presentan para demostrar que es igual o hasta mejor que los hombres. ¿Qué mejor prueba de ello que sus hazañas ante los muros de Minas Tirith, o su respuesta a la pregunta sobre aquello a lo que teme: “quedarme tras barrotes, hasta que la costumbre y la edad los acepten y toda oportunidad de lograr grandes hazañas haya desaparecido”?

Me parece extraño que las feministas tomen a Éowyn como su bandera porque ella demuestra que lo que anhela el feminismo no satisface el corazón de una mujer. La realidad de Éowyn es distinta a la que creen ver a través del lente de la ideología de género. La realidad es que Éowyn es una mujer que se encuentra perdida y que sin esperanza alguna. Está desesperada porque, a pesar de haber demostrado su valía en el campo de batalla y de haber realizado hazañas que nadie más había logrado, no halla la paz interior que esperaba encontrar en la guerra. Es una mujer que ha alcanzado el sueño del feminismo contemporáneo: demostrar que es mejor que los hombres. A pesar de ello, descubre que su corazón sigue inquieto. Creía que yendo a la guerra encontraría satisfacción a sus anhelos más profundos de libertad y lo único que encontró fue aquella jaula de la cual creía haber escapado. Por eso, mientras está en la casa de curación, insiste en que la dejen volver a la guerra para poder morir. La muerte le parece la única salida.

Es aquí en que se presenta otro personaje de gran trascendencia y de gran profundidad psicológica: Faramir. La historia de amor de Éowyn y Faramir le parece a muchos como una historia forzada y hasta cierto punto artificial. Muchas feministas la consideran como una salida patética a su personaje favorito. Parece que Tolkien los une solamente porque son dos personajes incomprendidos: una obligada a llevar una vida de princesa cuando lo que su corazón desea es la gloria en el campo de batalla; el otro forzado a la vida guerrera cuando su corazón reside en la poesía y la belleza. Sin embargo, esta historia es mucho más profunda de lo que aparenta.

Se trata de dos personajes cuyos corazones anhelan algo más pero que están buscando respuesta en el lugar equivocado: la guerra. Pero es precisamente ahí, donde, por una aparente coincidencia, se cruzan sus caminos (digo aparente porque en la mente de Tolkien no existen las coincidencias). En realidad, toda su vida, todas sus inquietudes, todos sus fracasos y todas sus decisiones son parte de un plan providencial para que se encuentren. Esa guerra, en la que ambos participan por las razones equivocadas y que no los hace felices, los lleva a descubrir su llamado y a encontrar, al fin, la paz que tanto deseaban.

En esta historia encontramos nuevamente el tema de la mujer como inspiración. Faramir ve en Éowyn una motivación para liberarse de las cadenas que él mismo se había impuesto al pretender ser como su hermano. Y con su liberación la libera a ella: “Entonces el corazón de Eowyn cambió, o al menos entendió al fin. Y de repente, pasó su invierno y el sol brilló sobre ella.

Ambos entienden que están llamados a algo más noble que la guerra y la destrucción. Al fin, aquél que había dicho: “No mato a hombre o bestia si no hay necesidad, y cuando la hay, lo hago sin placer alguno”, puede retirarse a Ithilien (una región de gran belleza natural) y construir un jardin donde “todas las cosas crecerán con alegría”. Y aquella que encontraba deleite en las canciones de matanzas y en la guerra encuentra al fin la tranquilidad convirtiéndose en curandera, protegiendo algo que antes despreciaba: la vida.


Another female character from “The Lord of the Rings” which is very interesting is Eowyn. Many feminists consider her to be the best character of the novel because she represents, according to them, the unsatisfied woman who overcomes all obstacles to prove that she is equal or better than men. What better proof of that than her great deeds before the walls of Minas Tirith, or her answer to the question about what she feared: “to stay behind bars, until use and old age accept them, and all chance of doing great deeds is gone beyond recall or desire”?

It seems strange to me that feminists use Eowyn as their banner because she actually proves that what they defend brings no satisfaction to a woman's heart. The reality of Eowyn is different than the one they see through the lens of gender ideology. The truth is that Eowyn is a lost and desperate woman. She has lost all hope because, despite proving her worth on the battlefield and despite doing great deeds that no one else had done, she cannot find the inner peace she thought she'd find in going to war. She's a woman who has fulfilled the dream of modern feminism: to prove that she is better than men. Despite that, she discovers that the unrest of her heart is still present. She thought that going to war would fulfill her deepest desire for freedom but the only thing she found was that cage from which she wanted to escape. Thats why, while still at the House of Healing she insisted on them letting her go back to war where she could die. Death seemed to her to be the only exit.

It's in this moment that another significant and psychologically profound character shows up: Faramir. The love story of Faramir and Eowyn seems to many to be forced in and, to a point, artificial. Many feminists consider it a pathetic exit for their favorite character. It seems to them that Tolkien unites these characters just because they are misunderstood: she was forced to a life of a princess when she desired the glory of war and he was forced into the life of a warrior when he desired poetry, peace and beauty. However, this story goes much deeper than it seems.

These two characters have a longing in their hearts for something more, but they are seeking the answer in the wrong place: war. But it is precisely there, where, by an apparent coincidence, that their paths meet (I say apparent coincidence because in Tolkien's mind there was no thing as coincidence). The truth is that their whole lives, all their uneasiness, all their failures and decisions are part of a providential plan for them to meet. That war, in which both took part for the wrong reasons and which had made them so unhappy leads them to discover their calling and to find, at last, the peace that they so much desired.

In this story we also find the theme of a woman as an inspiration for man. Faramir sees in Eowyn a motivation to free himself from the chains he had put on himself. With his liberation he frees her as well: "Then the heart of Eowyn changed, or else at last she understood it. And suddenly her winter passed, and the sun shone on her."

They understand at last that they are called to something more noble than war and destruction. Finally, he who had said: “I do not kill without necesity no man nor beast, and when necesary I don't do it with pleasure” can go to his beloved Ithilien (a land of woods and natural beauties) to grow a garden where “all things will grow with joy”. And she, who rejoiced in songs of slaying and in war found the calm she desired by becoming a healer, protecting that which she had despised before: life.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Las mujeres como inspiración en "El Señor de los Anillos" / Women as inspiration in "The Lord of the Rings"

Mucho se ha criticado a J.R.R. Tolkien por el rol tan insignificante que juegan las mujeres en su famosa trilogía del Señor de los Anillos. Esto podrá parecer cierto a primera vista. Sin embargo, una lectura más cuidadosa no sólo de la obra maestra de Tolkien, sino de su vasto trabajo sobre la historia de la Tierra Media nos demuestra lo contrario.

El problema radica en que actualmente, la visión de Tolkien sobre el papel de la mujer no es la políticamente correcta (aunque no tiene nada de discriminatoria) y, por lo mismo, en la versión cinematográfica de la trilogía logró prevalecer la visión reduccionista del feminismo contemporáneo. Ello lo observamos en las libertades creativas que se tomaron los escritores de la cinta para incluir una participación más activa de Arwen.

En los libros, Arwen sólo aparece en un par de páginas en las que se le ve en una actitud pasiva. Sin embargo, su influencia sobre los eventos que suceden a lo largo de la novela es de gran importancia. Es incluso mayor que la de muchos de los personajes masculinos más “activos”. Ella es esencial para que Aragorn deje el exilio y cumpla con su destino como heredero del trono de Gondor. Ella representa una inspiración, una motivación para que Aragorn siga adelante y se enfrente a todas las dificultades que se le presentarán. Es gracias a ella, pues, que Aragorn logra ser lo que está llamado a ser.


Esto cobra aún más fuerza cuando Tolkien vincula la historia de Aragorn y Arwen con la de Beren y Lúthien. El poema de Beren y Lúthien es la obra en torno a la cual gira toda la mitología desarrollada por Tolkien. Es un poema que nunca terminó aunque trabajó en él toda su vida. Narra la historia de un hombre, Beren, que se enamora de una princesa elfa, Lúthien. El padre de ella, el rey Thingol, se opone al matrimonio de los dos por lo que le pone una serie de pruebas imposibles de superar a Beren. Aquí también encontramos el tema de la mujer como inspiración para el hombre. Es por el amor de Lúthien que Beren se enfrenta a temibles enemigos y logra lo que ningún mortal (e incluso ningún inmortal) había logrado. Los personajes y situaciones del poema son un reflejo de la experiencia personal de Tolkien y su esposa, Edith. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que fue la inspiración de su esposa la que llevó a Tolkien a convertirse en el gran escritor en el que se convirtió.

En la película, en cambio, este sentido de Arwen como inspiración no aparece. El amor de Aragorn y Arwen se presenta mas bien como un amor imposible. Aragorn sabe que ella debe abandonar la Tierra Media así que prosigue su camino, lamentando el amor perdido, pero no viendo en ella el motivo para seguir peleando. ¿Quizá la visión de Tolkien es demasiado contracultural para el público hollywoodense?

Otro personaje feminino cuya función es inpirar a los demás es la reina Galadriel. En las repetidas ocasiones en que alguno de los personajes principales está a punto de rendirse, apremiado por el dolor o la oscuridad, les basta con recordar a Galadriel para recuperar sus fuerzas. Su sola sonrisa es suficiente para que Gimli, el enano, olvide todo el rencor que guardaba contra los elfos. Ella inspira no a través del amor, como Arwen inspira a Aragorn, sino a través de su nobleza y bondad. En ella encuentran la imagen de todo lo que es bueno y noble en el mundo.

El rol de inspiración, en el cual la mujer ennoblece al hombre no es de ninguna forma denigrante. Al contrario, la mujer al ennoblecer se ennoblece. Desgraciadamente, esta visión no es la que predomina en la actualidad y así, tanto hombres como mujeres nos denigramos unos a otros...



Many have criticized J.R.R. Tolkien for the insignificant role that women have in his famous Lord of the Rings trilogy. This might seem true at first sight. However, a careful reading not only of Tolkien's masterpiece but also of his vast body of work about the history of Middle Earth proves the opposite.

The true problem is that in our days, Tolkien's vision on the role of women is not politically correct (thought it is not discriminatory at all). For that reason, in the film version of the trilogy, the reductionist vision of contemporary feminists prevailed. We notice that in certain “creative freedoms” that the writers of the movie took in order to include a more “active” Arwen.

In the books, Arwen is only present in a few pages where she has a passive presence. Nonetheless, her influence over the events that take place during the whole novel is very important. It's even greater than that of many other male and more active characters. She is crutial in making Aragorn abandon exile and fulfilling his destiny as the heir of the throne of Gondor. She represents an inspiration, a motivation for Aragorn to go ahead and face the many difficulties that will stand in his way. It's thanks to her, that Aragorn becomes what he is called to be.

This idea becomes even stronger when Tolkien links Aragorn and Arwen's story with that of Beren and Lúthien. The Lay of Beren and Lúthien is the poem from which all of Tolkien's mythology was originated. It's a poem that he never finished though he worked on it his whole life. It tells of the story of Beren, a human, who falls in love with Lúthien, an elf princess. Her father, King Thingol opposes their marriage and in order to avoid it, sends Beren on a series of seemingly impossible tasks. Here we also find the theme of a woman being inspiration for a man. It's for Lúthien's love that Beren faces the most terrible enemies and achieves what no other mortal (or even any other immortal) had ever achieved. The characters and the story itself are an image of Tolkien's and his wife's personal experience. We can say, without any doubt, that Tolkien's wife, Edith, was the inspiration that made him the great writer he was to become.

In the movies, on the other hand, this sense of Arwen being an inspiration is lacking. Her love of Aragorn is shown more like an impossible love. Aragorn knows that she must leave Middle Earth with her people so he moves on mourning about her lost love, but not seeing her as the motive for which he is fighting. Could it be that Tolkien's view are to countercultural for a Hollywood audience?


Another female character whose role is to inspire others is Queen Galadriel. In the many occasions in which some of the main characters is about to surrender, defeated by pain, grief or darkness, it is her memory alone which restores their strength. Her smile was enough to make Gimli, the dwarf, forget all his resentment against the elves. She doesn't inspire through love, like Arwen inspires Aragorn, but through her nobility and kindness. In her they find an image of all that is good and noble in the world. She represents everything that is worth fighting for.

The role of inspiration, in which a woman ennobles a man is in no way degrading. Rather, woman is ennobled through ennobling others. Unfortunately, this vision is not the one that prevails these days where it seems that degrading one another is the rule...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Sobre el Día de Muertos / On the Day of the Dead



El Día de Muertos no tiene nada en común con Halloween. No faltará quien argumente que ambas festividades tienen mucho en común porque ambas están relacionadas con cosas tenebrosas. Sin embargo, si se entiende el verdadero significado del Día de Muertos, se descubre inmediatamente que no es una fiesta de lo macabro y lo terrible sino una fiesta de gran alegría y esperanza. Esto se volvió aún más cierto cuando la fiesta se cristianizó por la acción de los frailes misioneros.

Muchos creen que el Día de Muertos no tiene relación alguna con el cristianismo o que, en todo caso, se trata de una muestra más de la “superficialidad” con que el cristianismo se arraigó en México ya que no fue capaz de erradicar la antigua práctica pagana. Sin embargo, lo contrario es lo verdadero. El Día de Muertos es una muestra más de que el cristianismo arraigó profundamente en el alma del mexicano ya que la fiesta persistió precisamente porque se le pudo cristianizar (de lo contrario, los misioneros la habrían erradicado como hicieron con tantas otras costumbres prehispánicas). Esto se descubre fácilmente al analizar algunas de las prácticas que caracterizan a esta fiesta.

En primer lugar, el hecho de celebrar a la muerte es algo propio del cristianismo. La Iglesia Católica ya celebraba el primero de noviembre a Todos los Santos (todos los que han muerto y que ahora gozan de la visión beatífica) y el dos de noviembre a todos los fieles difuntos (aquellos que han fallecido y que están en el purgatorio). Los misioneros cambiaron la fecha de la celebración prehispánica para que coincidiera con la fiesta cristiana. Por tanto, celebrar a los difuntos no se trataba de una costumbre desconocida entre los pueblos cristianos.

Más aún, para el cristiano, es necesario morir para poder alcanzar la unión perfecta con Dios. De esa forma, son muchos los santos que esperaban la muerte con impaciencia, no en un sentido patológico, sino para poder, al fin, contemplar a Dios cara a cara (fin último de los seres humanos, según enseña Santo Tomás de Aquino). En un poema acerca de la ansiedad que le causaba no poder unirse perfectamente a su Creador aún, escribía San Juan de la Cruz:

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.



Un segundo aspecto del Día de Muertos que revela su raíz cristiana es la visita a los panteones para rezar por los difuntos. Aunque muchas religiones creen en la vida después de la muerte, son pocas las que tienen una enseñanza definida acerca de lo que sucede con el alma del difunto. Rezar por ellos no tiene mucho sentido porque no se sabe a ciencia cierta qué ha sido de ellos. En el cristianismo, en cambio, se reza por aquellos que están en el purgatorio para que pronto puedan disfrutar de Dios y se reza a los que ya están en la gloria eterna para que intercedan por nosotros. Es común que el ambiente en los panteones durante este día sea festivo, sin perder por ello la solemnidad, porque se espera que aquellos que se han adelantado ya estén disfrutando de Dios, lo cual debería de causarle alegría a los que quedamos atrás.

Por otro lado, las imágenes que se utilizan en este día están también cargadas de simbolismo cristiano. La representación de escenas de la vida cotidiana donde se muestran calaveras en lugar de personas nos recuerdan constantemente nuestra propia mortalidad y la fragilidad de nuestra existencia. Su objetivo no es asustarnos sino hacernos reflexionar sobre cómo estamos llevando nuestra vida que irremediablemente llegará a su fin y con base en la cual seremos juzgados. Tienen pues, el mismo objetivo que tenían los cráneos que conservaban en sus celdas los monjes medievales.



El pan de muerto y las calaveras de azúcar nos hablan de la dulzura que debe representar la muerte para nosotros. No porque sea el fin de una existencia miserable sino porque será el momento en que realmente empezaremos a vivir. Las calaveras con nuestro nombre nos enseñan que la muerte ya no es una experiencia amarga, sino una experiencia dulce porque Aquél que no tenía por qué morir murió y con ello venció a la muerte.

Por último, las calaveras (los poemas satíricos) nos buscan enseñar una virtud netamente cristiana: la humildad. Están para recordarles a los miembros más poderosos e importantes de la sociedad (y de paso a todos los demás) que ni la riqueza, ni el poder, ni la fama, son capaces de impedir la muerte y que a la tumba no se podrán llevar nada de lo que aquí poseen. Nos enseñan que a la hora de la muerte, todos los seres humanos somos iguales.

Para el hombre actual, la muerte representa un misterio terrible. No sabe cómo explicarse su significado. Ni los más grandes avances científicos bastan para impedirla ni para decir qué ocurre después. Por ello le aterroriza: porque es impotente ante ella. Es la prueba más fehaciente de que no es el dios que se cree y eso no le agrada. Por eso evita pensar en ella. Le es más fácil rodearse de monstruos, vampiros y creaturas tenebrosas que sabe que no existen que rodearse de la muerte que sabe que ya lo está esperando.

El Día de Muertos nos enseña que debemos aguardar a la muerte con esperanza porque con ella recibiremos la verdadera vida. Cuando entendamos eso podremos decir junto con San Juan de la Cruz:

¡Oh mi Dios! ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?



The Day of the Dead has nothing in common with Halloween. Some people might say that both are related because they both deal with sinister and gloomy things. However, when the true meaning of the Day of the Dead is correctly understood, it is immediately discovered that it is not a feast of the macabre but one of great joy and hope. This became even more true when the feast was Christianized by the missionaries in the sixteenth century.

Many people think that the Day of the Dead has nothing to do with Christianity or that; in any case, it just proves how superficially Christianity settled in Mexico since it was incapable of eradicating this ancient pagan practice. However, the opposite is true. The Day of the Dead is yet another proof of how deeply Catholicism is rooted in the soul of the Mexican people. The feast persisted precisely because it was Christianized, otherwise, the missionaries would have eliminated it as they did with so many other pagan customs. This can be easily seen by analyzing some of the practices related to this celebration.


In the first place, celebrating death is something proper of Christianity. The Catholic Church already celebrated All Saint’s Day on November first and All Souls’ Day on November second before the Spaniards conquered Mexico. Both of these feasts celebrate those who have died, whether they are already in Heaven of whether they are still being purified in order to enter into Heaven. The missionaries simply changed the date of the native feast to make it coincide with the Christian one. Therefore, celebrating those who had already died was not an unknown custom to Christian people.

Even more, for a Christian, death is necessary in order to reach perfect union with God. In that manner, many saints lived waiting impatiently for death, not in a pathological way, but rather because they desired to be able to contemplate God face to face. In a poem about the anxiety that not being able to be united perfectly with his Creator caused him, Saint John of the Cross wrote:

I live without living in myself,
and my hopes are so high
that I'm dying because I do not die.

A second aspect of the Day of the Dead that reveals its Christian roots is the vigils held at graveyards where people pray for their dead. Though many religions believe in life after death, few of them have a defined teaching about what happens with the soul of the dead person. Praying for them makes no sense if you don’t know what has truly happened to them. In Christianity, we pray for those who are in Purgatory so they may be soon be admitted into God’s presence and we pray to those who are in Heaven so they may intercede for us. It’s also common to find a festive atmosphere in graveyards on this day, though the solemnity is not lost. This is so because we hope that those who have gone before us are already enjoying of eternal glory. That is a good enough reason to make those of us who are still around happy.



The imagery that is used on this day is also loaded with Christian symbolism. The representations of every day scenes where people are pictured as skeletons remind us constantly of our own mortality and the fragility of our own existence. Their objective is not to scare but to make us reflect on our lives, which will inevitably end and based on which we will be judged. They have the same objective that the skulls that medieval monks kept in their cells had.

The “Pan de Muerto” [sugar covered bread that is baked to resemble a pile of bones] and the sugar skulls talk about the sweetness that death should mean to us. Not because of it being the end of a miserable existence but because it’ll be the moment in which we will truly begin to live. The skulls with our name on them are there to remind us that death is no longer a bitter experience but rather a sweet one since He who had no reason to die died and with his resurrection defeated death.



And lastly the “Calaveras” [short satirical poems that humorously criticize the living, specially politicians and other renowned members of society] seek to teach us a purely Christian virtue: humility. They exist to remind the most powerful and important members of society (and the rest of us too) that neither riches, nor power, nor fame are capable of stopping death and that they will not be able to take any of their earthly belongings with them to the tomb. They teach us that death makes all human beings equal.

Death represents a terrible mystery for modern man. He knows not how to explain its meaning. Not even the greatest scientific achievements are enough to stop it or to tell him what will happen afterwards. That’s what terrifies him: he is impotent before it. It is the best proof that he is not the god he thinks he is and he doesn’t like that. That’s why he avoids thinking about it. It’s easier for him to surround himself with monsters, vampires and other frightful creatures which he knows don’t truly exist. Meanwhile, Death is there waiting for him.

The Day of the Dead teaches us to await death with hope because through it we shall receive true life. When we understand that, we can join Saint John of the Cross in saying:

Oh my God,
when will it be that I can really say:
I'm living now because I do not die?



En el día de Todos los Santos / On All Saints' Day

Hoy me di cuenta de algo: si ir al cielo es estar en perfecta unión con Dios, entonces la comunión es un pequeño adelanto de la vida eterna. Después de comulgar, participamos, aunque sea por unos minutos, de la gloria de los santos. Dejamos de ser parte de la Iglesia militante para, por unos instantes, unirnos a la Iglesia triunfante.


Today I realized something: if being in heaven means being in perfect union with God, then communion is a foretaste of eternal life. After receiving communion, we participate, even if it's for just a couple of minutes, in the glory of the saints. We stop belonging to the militant Church to unite ourselves, for just an instant, with the triumphant Church.