jueves, 19 de febrero de 2009

Por qué no quiero que regrese el PRI

Hace unos días inicié una “causa” en Facebook llamada ¡No permitamos que regrese el PRI! Debido a un cuestionamiento que recibí al respecto, me gustaría aclarar por qué inicié este grupo y por qué creo que un posible regreso del PRI al poder sería nefasto para nuestro país.

Antes de ello, es necesario hacer un mea culpa. Como miembro activo del PAN, debo reconocer que nuestro partido no ha cumplido con lo que se esperaba de nosotros al entrar al gobierno. Generamos muchas expectativas entre la ciudadanía que depositó su esperanza en nosotros y no fuimos capaces de satisfacerlas. Esto no quiere decir que no se haya gobernado bien (hemos gobernado mejor que cualquier otro partido, sólo vean las estadísticas), o que no se hayan logrado cambios importantes, o que antes estábamos mejor. Quiere decir que no hemos hecho lo suficiente. México necesita más de lo que hemos realizado.

Una vez aclarado este punto, podemos entrar de lleno al tema. Muchos de los argumentos que uso los tomé de los escritos de Fredo Arias King, experto en transiciones, sobre todo en países de Europa oriental y quien fuera asesor de la campaña de Vicente Fox. Tanto su conocimiento del tema de las transiciones como su participación en la transición mexicana me parecen razones suficientes para leerlo y analizar su punto de vista. Sus escritos se pueden consultar en www.ariasking.com.

¿Por qué un regreso del PRI sería malo para el país? Porque no se ha logrado una transición plena. Arias King es muy duro (pero no por eso menos realista) al detallar por qué no se ha logrado una transición exitosa en México. La razón es muy sencilla: no se destruyó el sistema que había instaurado el PRI. Éste se mantuvo, aunque, sin duda alguna, se intentó corregir (y en muchas cosas sí se pudo corregir) usando las prácticas de “mejora continua” que a Fox le sirvieron en Guanajuato. La diferencia radicó en que en el caso de Guanajuato, Fox recibió el gobierno de un panista que ya había acabado con el sistema viejo, y al asumir la presidencia, recibió el gobierno del PRI, con la misma estructura del PRI.

Lo que Fox debió haber hecho es, en primer lugar, rodearse de panistas o de líderes sociales ajenos a los gobiernos anteriores. Esto no lo hizo, sino que incorporó a varios priistas cercanos a Labastida en su equipo. En cuanto a la burocracia que existía, tampoco se realizaron cambios significativos. El personal que había estado durante el gobierno del PRI, siguió en su lugar con el gobierno panista. Usando los términos de Fox: las “tepocatas, alimañas y víboras prietas” de los niveles bajos de la burocracia siguieron en el gobierno. Los cambios de personal a lo largo del sexenio se dieron, sobre todo, entre los mandos medios y superiores, pero el grueso de la burocracia siguió siendo la misma de siempre.

¿Cuáles son las consecuencias de mantener el sistema existente y no hacer cambios radicales en él? Existen dos posibilidades: una es que los ciudadanos consideren que el régimen anterior no era tan malo (porque si era tan malo, ¿por qué los nuevos lo siguen manteniendo?) o que el nuevo régimen se deje corromper por las costumbres del antiguo. Hoy en día podemos ver cómo estas dos situaciones se han presentado. Por un lado, hay multitud de voces que claman que “antes estábamos mejor”, que “con el PRI el narco no desafiaba al Estado” (porque estaban coludidos) y que los priistas “aunque tranzas sabían gobernar”. Por el otro, se ha observado en el PAN el surgimiento (que a los panistas auténticos nos preocupa bastante) de prácticas que antes se creía que jamás veríamos en el partido. Esto sucede porque muchos ex‒priistas que han ingresado al PAN, han traído consigo sus artimañas y prácticas clientelistas (una gran mayoría nos oponemos a ellas).

Una transición la podemos entender como la lucha de Hércules contra la Hidra. No te puedes conformar con cortarle un par de cabezas (porque por cada una que le cortes, le surgen otras dos), sino que tienes que asegurarte de matar al monstruo. Tienes que eliminar el sistema viejo e instaurar un nuevo sistema de instituciones en las que (hasta cierto punto) no importe la persona o partido en el gobierno. Así funciona en Estados Unidos por ejemplo. Allá hay cambios del partido en el poder a cada rato y, aunque cada uno instaura sus políticas públicas de acuerdo a su ideología, no pueden caer en excesos como los que observamos en muchos países latinoamericanos. El mismo sistema de instituciones (llamado de pesos y contrapesos) impide que el partido o la persona en el poder influyan de más en todo el marco institucional y puedan adueñarse, en forma absoluta, del poder.

Entonces el “pecado” de Fox y del PAN ha consistido en que han mantenido el sistema que construyó el PRI. Por lo mismo, los panistas que se han incorporado al gobierno no han sabido “manejar” bien el sistema. Es un sistema ajeno al panista. En cambio, los priistas se mueven como peces en el agua y desplazan con facilidad a cualquier otro burócrata bienintencionado. Por tanto, la ciudadanía se queda con la percepción de que el PRI sabe gobernar mejor que el PAN, cuando en realidad lo único que saben hacer mejor es manipular el sistema que ellos mismos crearon. Ahí radica mi principal preocupación sobre un posible regreso del PRI. Ellos saben aprovechar las estructuras existentes. Si regresan, podrán usar el sistema para aferrarse al poder. Arias King señala que esto sucedió claramente en Chihuahua, donde, después de un gobierno panista que no logró una transición real, el PRI recuperó el poder e implementó nuevas formas de “represión sutil” que lo han mantenido en el poder desde entonces.

En mi opinión personal, fallamos en destruir el sistema corrupto del PRI no por miedo, sino por una estrategia errónea. Nos equivocamos pues. Fox y su equipo quisieron reproducir los Pactos de Moncloa con los cuales se inició la transición española en 1977. En estos pactos, se sentaron todos los actores políticos españoles y se pusieron de acuerdo (dialogaron) para lograr el cambio que era necesario después de la muerte de Franco. La diferencia entre España y México es que los Pactos de Moncloa fueron parte de lo que Arias King llama la “liberación” y no de la transición propiamente dicha. En México, este diálogo tuvo lugar desde los años sesenta en los que, el entonces presidente de Acción Nacional, Adolfo Christlieb, inició el diálogo con el gobierno. Su culminación se dio con la instauración de un IFE ciudadano (gracias al diálogo constante de los presidentes del PAN con los gobiernos priistas) y con la elección del 2000. En el momento en que Fox asumió el poder, quedó atrás la etapa de liberación para dar inicio a la transición propiamente dicha. Esta etapa requería de acciones radicales que cambiaran el rumbo, no de un “diálogo” que los priistas nunca quisieron aceptar. Desgraciadamente, la estrategia que se implementó no fue la adecuada y las consecuencias las estamos viviendo actualmente.
En conclusión, un regreso del PRI representaría algo más que un simple regreso al pasado. Su regreso al poder vendría acompañado de un redoblado esfuerzo por mantenerlo (y no por las vías más legales). Esto no es una paranoia que yo tenga por ser panista. Es una realidad histórica que se ha vivido en otros países donde las transiciones no se realizaron adecuadamente. Aprendamos de las experiencias de otros pueblos y no dejemos que aquí suceda lo mismo.

1 comentario:

arth dijo...

El camino para salir de la fatalidad es la congruencia!!!

creo que debemos ser mas congruentes y responsables con nosotros mismos... enhorabuena!!!