viernes, 13 de febrero de 2009

Teología del cuerpo para dummies

La palabra “teología” y la palabra “cuerpo” son términos que suenan raros al usarse juntos. Es más, la teología, el estudio racional de Dios, parece no tener relación alguna con la corporeidad (dado que Dios es incorpóreo). Si, además nos dejamos llevar por la creencia de que el cristianismo rechaza el cuerpo como algo malo, encontramos todavía menos sentido en esa expresión. La explicación de esta aparente contradicción es lo que explicaré en esta ocasión (de forma muy básica e introductoria).

¿Qué es la teología del cuerpo? La teología del cuerpo es una serie de 129 catequesis presentadas por Juan Pablo II acerca del amor humano como parte del plan divino. Estas catequesis se impartieron en las Audiencias Generales que sostiene el Papa todos los miércoles con los fieles. En ellas, Juan Pablo II hace una reflexión profunda sobre el amor humano (la unión del hombre y la mujer) como una imagen del amor que existe entre las tres personas de la Trinidad.

Es, como lo señala el propio Juan Pablo II, “una redención del cuerpo y de la sacramentalidad del matrimonio”. Esto no quiere decir que antes de Juan Pablo II la Iglesia enseñara que el cuerpo debía ser despreciado (como lo enseñaba la herejía del maniqueísmo) sino que se le empezó a ver desde una nueva perspectiva, bajo una nueva luz. La teología del cuerpo es una enseñanza nueva pero antigua a la vez, como todas las enseñanzas del catolicismo. Siempre había estado implícita en las enseñanzas del Magisterio, pero se hizo explícita hasta hace relativamente poco tiempo.

En pocas palabras, la teología del cuerpo es un conjunto de enseñanzas sobre la sexualidad, desde un punto de vista teológico. Aquí se puede preguntar nuevamente: ¿qué tiene que ver Dios con el sexo? ¿Qué tiene que ver con el cuerpo humano? ¿No es acaso el cuerpo lo que nos separa de Dios? A lo cual, Juan Pablo II responde tajantemente: “por el hecho de que la Palabra de Dios se haya hecho carne, el cuerpo entró en la teología… por la puerta principal.”

Y, ¿por qué digo que es una enseñanza antigua si Juan Pablo II vivió hace pocos años? Porque con la teología del cuerpo se hacen explícitas muchas cosas que los cristianos de otras épocas daban por hecho. Por ejemplo, para los filósofos medievales, el cuerpo (y todo lo material) era, por el hecho de haber sido creado por Dios, bueno y encaminado hacia Él. Sin embargo, como para ellos el universo estaba jerarquizado (cosa bastante sensata que los insensatos de hoy hemos olvidado) y consideraban al espíritu como de mayor jerarquía que la materia, nunca profundizaron en la importancia del cuerpo. Yendo todavía más atrás en el tiempo, nos encontramos con dos libros bíblicos que son fundamentales para entender la teología del cuerpo: el Cantar de los Cantares y el libro de Tobías.

El Cantar de los Cantares es un extenso (y bellísimo) poema que describe el amor de Dios hacia su pueblo a través de la imagen del amor entre un hombre y una mujer. Si se acepta que la Biblia es la palabra de Dios, entonces se deduce que Dios considera el amor conyugal como una imagen de su propio amor. Juan Pablo II desarrolla este tema hasta concluir que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios no sólo a través de su alma (racionalidad y libertad) sino también a través de la comunión entre personas, comunión que se da en su forma más elevada al momento en que un hombre y una mujer se unen. Por tanto, la unión sexual deja de ser un simple acto biológico para convertirse en una analogía (en el sentido filosófico del término) del amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

A pesar de la influencia ejercida por el Cantar de los Cantares sobre Juan Pablo II, su principal inspiración no surgió de ese libro, sino de la poesía mística de San Juan de la Cruz. En sus poemas, con los cuales pretende explicar la experiencia que vive el alma al unirse a Dios (la experiencia mística), San Juan de la Cruz recurre, al igual que el autor sagrado, a la imagen del amor conyugal. Escribe San Juan: “…la novia habla de la entrega mutua hecha en su casamiento espiritual entre el alma y Dios”. Es aquí donde Juan Pablo II detecta la analogía que mencioné unas líneas más arriba. El amor consiste en una entrega del propio ser al otro. La Santísima Trinidad es el ejemplo más perfecto de amor y entrega. Estas dos ideas convergen para concluir que el amor conyugal es la forma más paradigmática de entrega total entre dos personas, según nuestra propia experiencia (que, por nuestra naturaleza, es corporal). Por eso el amor es completamente opuesto al egoísmo: porque se trata del don total de un ser a otro.

En conclusión, podemos decir que la teología del cuerpo representa un reto. Es un reto porque eleva a la sexualidad humana a un nivel que pocos habíamos imaginado antes. El catolicismo no desprecia o denigra al sexo (como muchos asumen) sino que lo coloca en un pedestal. Es tan importante que exige una responsabilidad enorme, una responsabilidad acorde con su dignidad. El reto es precisamente ese: vivir la sexualidad conforme a su importancia.

3 comentarios:

Luis Gutierrez dijo...

La "Teología del Cuerpo" de San Juan Pablo II puede proporcionar una base sólida para resolver las cuestiones más cruciales de sexualidad y ecología humana, incluyendo la ordenación de mujeres al sacerdocio en las iglesias católicas y ortodoxas. Estoy explorando las implicaciones de la teología del cuerpo sobre materias de solidaridad y sostenibilidad:

http://www.pelicanweb.org/solisustv10n07page1.html#tob

http://www.pelicanweb.org/solisustv10n08page1.html#tob

Cualquier comentario sería apreciado. Oremos para que todas las iglesias cristianas sean capaces de discernir la diferencia entre la ideología patriarcal y la verdad revelada.

Que Dios les bendiga,
Luis

Anónimo dijo...

La Ordenación de mujeres es un tema que lo sugiere el mismo demonio, ya que si en las mujeres estuviera el Plan de Dios de poder tocarlo a el, ellas fueran las que metieran las manos en su costado y no Tomas. Al contrario, pudiendo reservarles en el mismo sepulcro, les mando un ángel a anunciar su victoria ante la muerte.

Luis Gutierrez dijo...

Es posible que sea el demonio quien está tratanbdo de perpetuar la ideología patriarcal de género, que tanto daño ha hecho en la historia de la Iglesia. Pidamos que el Espíritu Santo libere a la Iglesia del síndroma de patriarcalismo religioso, que es una de las muchas cosas que siguen haciendo daño al cuerpo de Cristo (ver Juan 16, 12-13).