miércoles, 26 de noviembre de 2008

Un socialista a favor de la vida

El 14 de noviembre, el presidente de Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, vetó una ley que legalizaba el aborto en ese país. En lo personal, lo que más me agradó de la noticia (que de por sí es extraordinaria) es que el Dr. Vázquez pertenece a una coalición de izquierda y que vetó esta ley que propuso su propio partido. Más aún, su discurso de veto es una muestra de que el derecho a la vida trasciende al espectro ideológico. Este discurso debería de servir a tantos líderes de la derecha que o por ignorantes o por cobardes no han sido capaces de levantar la voz en defensa de la vida. De igual forma, debería de servir para nuestros gobernantes izquierdosos que creen que defender el aborto es un requisito para ser socialista.

A continuación, les comparto este discurso que no por breve carece de profundidad. Al contrario, en pocas líneas da una defensa apasionada de la vida con argumentos sólidos y que, en teoría, deberían de aplicar en todo el mundo:

TEXTO DEL VETO DEL PRESIDENTE DE URUGUAY, TABARÉ VÁZQUEZ, A LA LEY DE DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO

Montevideo, 14 de noviembre de 2008

Señor Presidente de la Asamblea General:

El Poder Ejecutivo se dirige a ese Cuerpo en ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 137 y siguientes de la Constitución de la República a los efectos de observar los Capítulos II, III y IV, artículos 7 a 20, del proyecto de ley por el que se establecen normas relacionadas con la salud sexual y reproductiva sancionado por el Poder Legislativo.

Se observan en forma total por razones de constitucionalidad y conveniencia las citadas disposiciones por los fundamentos que se exponen a continuación.

Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado. En los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España.

La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos -incluido el nuestro- el ADN se ha transformado en la "prueba reina" para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo.

El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia.

Esta ley afecta el orden constitucional (artículos 7º, 8º, 36º, 40º, 41º, 42º, 44º, 72º y 332º) y compromisos asumidos por nuestro país en tratados internacionales, entre otros el Pacto de San José de Costa Rica, aprobado por la Ley Nº 15.737 del 8 de marzo de 1985 y la Convención Sobre los Derechos del Niño aprobada por la Ley Nº 16.137 del 28 de setiembre de 1990.

En efecto, disposiciones como el artículo 42 de nuestra Carta, que obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica -convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos- contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción. Además, le otorgan el estatus de persona.

Si bien una ley puede ser derogada por otra ley, no sucede lo mismo con los tratados internacionales, que no pueden ser derogados por una ley interna posterior. Si Uruguay quiere seguir una línea jurídico-política diferente a la que establece la Convención Americana de Derechos Humanos, debería denunciar la mencionada Convención (Art. 78 de la referida Convención).

Por otra parte, al regular la objeción de conciencia de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más.

Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo.

Este texto también afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales.

El proyecto, además, califica erróneamente y de manera forzada, contra el sentido común, el aborto como acto médico, desconociendo declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokio, que han sido asumidas en el ámbito del Mercosur, que vienen siendo objeto de internalización expresa en nuestro país desde 1996 y que son reflejo de los principios de la medicina hipocrática que caracterizan al médico por actuar a favor de la vida y de la integridad física.
De acuerdo a la idiosincrasia de nuestro pueblo, es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos.

Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto.

El Poder Ejecutivo saluda a ese Cuerpo con su mayor consideración,
Dr. Tabaré Vázquez
Presidente de la República

martes, 25 de noviembre de 2008

Para acabar con la corrupción...

En una de las pocas cosas en que México ocupa los primeros lugares mundiales es en corrupción. Nuestros gobernantes siempre se han caracterizado por ser corruptos y ladrones. En las últimas semanas, el Operativo Limpieza del Gobierno Federal ha sacado a la luz a diversos funcionarios de alto nivel que se dejaron corromper por el narcotráfico. Ante estas noticias, la sociedad en general se ha indignado (justamente) y uno que otro ha intentado capitalizar políticamente con ello.

La corrupción del gobierno es un problema gravísimo que no hemos podido erradicar. Sin embargo, la corrupción que existe en toda la sociedad me parece que es más grave porque sirve de alimento a la corrupción gubernamental. Lo más preocupante de la corrupción social es que muchísimas personas la practican sin querer admitirlo. No podremos acabar con la corrupción si no reconocemos que somos corruptos. Si no reconocemos nuestras fallas no podemos corregirlas.
Este tipo de corrupción la vivimos todos los días: desde las mordidas a los policías (aunque sean de 20 pesos), pasando por las tareas copiadas hasta los que alteran las balanzas de sus negocios o sus libros de contabilidad. La sociedad mexicana vive bajo el credo de que “el que no transa no avanza” y todo mundo lo ve como normal. Recuerdo que en la secundaria nos obligaban a asistir a cinco conciertos de música clásica y que existía un enorme negocio en torno a los boletos y libretos que debíamos entregar como muestra de que habíamos ido al concierto. Lo peor del caso era que los padres de familia eran los que incitaban a sus hijos a verse “listos”. En cambio, viviendo en Estados Unidos me encontré con que copiar una tarea se consideraba como cheating, es decir, como hacer trampa, y que existían castigos muy severos para quienes lo hacían. Esto es un ejemplo de una actitud social diametralmente opuesta a la nuestra.

Los ciudadanos no podemos exigir al gobierno que sea honesto si no empezamos por nosotros mismos. No podemos esperar que los policías sean honrados si lo primero que hacemos al ser detenidos es darles dinero para que nos dejen ir. No será fácil dejar de recibir ese dinero extra obtenido en negocios turbios o tener que esperar durante unas horas por la ineficacia de nuestra burocracia o reprobar un examen para el que no estudiamos, pero creo que son incomodidades que bien valen la pena. El bien común depende de que seamos capaces de sacrificar ciertos bienes individuales. Cuando en México aprendamos a respetar las reglas y las leyes y a actuar con honestidad, todo empezará a cambiar.

La corrupción forma un círculo vicioso en que el gobierno contamina a la sociedad y ésta contamina al gobierno (porque el gobierno está formado por integrantes de la sociedad). Como todo círculo vicioso, es necesario romperlo e iniciar un círculo virtuoso. Este rompimiento se debe dar tanto desde el gobierno como desde la sociedad. Debe ser un esfuerzo conjunto. Sin embargo, si nuestras autoridades no hacen nada por romperlo, somos los ciudadanos los que debemos hacerlo. No podemos sentarnos a esperar a que el gobierno solucione todo.
Para poder acabar con la corrupción, debemos empezar por casa, con nosotros mismos y con nuestros hijos para después poder salir a la calle y exigir lo mismo de los demás. Cuando la ciudadanía viva de forma recta y honesta, tendremos toda la autoridad moral para demandar lo mismo de nuestros dirigentes.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La Belleza como una política pública

México es un país rico en bellezas. Tenemos bellezas naturales de todo tipo: playas, montañas, bosques, lagos, desiertos… Muchos de nuestros antepasados se dedicaron a agregar a estas bellezas naturales las bellezas creadas por sus manos. Así, contamos con ciudades coloniales magníficas llenas de joyas arquitectónicas y con extraordinarias obras de arte.

Los seres humanos nos deleitamos en la contemplación de lo bello. Todas estas bellezas que nos rodean hacen que nuestra estancia en este mundo sea más agradable. Hacen que nuestro nivel de vida sea mayor. Es por todos conocido que un ambiente agradable hace que las personas trabajen mejor, sean más productivas y que sean más felices. Por tanto, una ciudad bella implica que sus habitantes vivan mejor.

Sin embargo, parece ser que para nuestros gobernantes la Belleza no importa (no más vean al que apodaron “Góber precioso”…). Desde que los grandes muralistas dejaron de decorar los edificios de gobierno parece que lo bello ha desaparecido de las obras públicas. Hoy tiene más importancia realizar una obra imponente en tamaño que se inaugure a tiempo para las elecciones, que realizarla bien. ¿Por qué no se realizan obras funcionales que a su vez sean agradables a la vista? Lo bello y lo práctico no están peleados. Es parte de la naturaleza humana desear que las cosas sean atractivas.

Yo por eso propongo que la Belleza se instaure como una política pública. Que toda obra que se construya, además de ser funcional y estar bien hecha, sea bella. Que el gobierno (y la ciudadanía) trabajemos por crear un ambiente agradable. Que la gente se sienta a gusto al caminar por su ciudad y por sus parques. Que los camellones se cuiden y se llenen del colorido que caracteriza al pueblo mexicano. No sólo tendríamos a una población más cómoda con su ambiente sino que se generarían fuentes de trabajo en la creación y mantenimiento de jardines y parques, de edificios, de obras públicas, etc. Los ciudadanos también tenemos que colaborar con este esfuerzo dándole mantenimiento a nuestras casas, pintándolas, cuidando las banquetas y jardines aledaños.

Estoy seguro que la mayoría de los ciudadanos queremos una ciudad hermosa. No es posible que la antes llamada “Ciudad de los Palacios” sea ahora la “Ciudad de los grafitis” o la “Ciudad de las obras inconclusas”. Veamos un ejemplo muy claro: el segundo piso del Periférico. Esta obra, orgullo del lopezobradorismo, es una construcción fea. Se trata de un enorme bloque de concreto. Los barandales están sin pintar y mantienen su horrible color metálico. Para colmo, las luces que lo iluminan por abajo en las noches son verdes y moradas, dándole un aspecto tenebroso como de antro de mala muerte. Como si eso no bastara, está inconcluso, con partes donde las varillas salidas disminuyen todavía más el casi nulo atractivo. Estar ahí atorado en el tráfico es más deprimente al ver el estado en el que se encuentra. Por otro lado, una ciudad como Zacatecas, que es una belleza colonial, se vuelve todavía más bella con la iluminación que se instaló en torno a todos los edificios del centro histórico. Ahí se supo utilizar la tecnología moderna para hacer todavía más notoria la belleza propia de la ciudad.

La ciudad de México tiene todo para ser una de las ciudades más bellas del mundo. Las soluciones a los complejos problemas modernos no deben interferir con la belleza que debe imperar en una ciudad como la nuestra. Debemos ser creativos e ingeniosos para ofrecer soluciones que resalten o que por lo menos no interfieran con los atractivos visuales ya existentes. Yo sueño con una Ciudad de México similar a la que se encontraron los españoles y que los dejó boquiabiertos. Yo sueño con una ciudad de México como la que ellos después construyeron y que era considerada la Venecia americana. Imaginen una ciudad donde se combine lo colorido de nuestra flora con nuestras construcciones. Imaginen una ciudad donde pueda fluir un río sin que lo llenemos de basura. Una ciudad donde lo natural y lo artificial se fundan de forma que la mano del hombre, más que interferir con la Creación, la embellezca más. Creo que tenemos el derecho a disfrutar una ciudad así.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El verdadero peligro de legalizar las drogas

Hace unas semanas, se presentó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una iniciativa de ley que pretendía legalizar el consumo de mariguana en la Ciudad de México. La iniciativa la presentó Víctor Círigo, conocido diputado del PRD. Esta polémica iniciativa fue rechazada de inmediato por amplios sectores de la sociedad y por el propio Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard. Días después, otro destacado perredista presentó una iniciativa similar al Senado de la República. Todo esto para demostrarle a la ciudadanía que sí trabajan…

Más allá de si esa sea una solución al problema del narcotráfico o no, y más allá de si es lo mejor que podemos hacer para combatir a las drogas (lo cual es evidentemente falso), yo quiero enfatizar un punto al que se le hizo muy poco caso pero que me parece importantísimo. Según esa iniciativa, el gobierno se encargaría de vender (en dosis limitadas supuestamente) la droga. Al leer ese punto sentí un escalofrío. Como si no fuera suficiente que el gobierno se quede con toda la renta petrolera, con todos los ingresos que se obtienen de la generación de energía en el país y con todos los impuestos que nos cobra, ahora se quieren quedar con el lucrativo negocio de las drogas. Es decir, el gobierno ahora se enriquecería a costa del suicidio de los ciudadanos. ¡Esa iniciativa es un coqueteo con el totalitarismo!

Me parecería terrible que le diéramos semejante poder al gobierno y más a tan nefastos gobiernos como los que hemos padecido en el Distrito Federal. Imaginen el daño tan grave que causarían a nuestra ciudad si tuvieran acceso directo a los miles de millones de dólares que genera el narcotráfico. Si ahorita, con solo controlar a los vendedores ambulantes, a los invasores de predios y a los taxistas piratas el PRD hace y deshace a voluntad en la ciudad, imaginen el poder que tendrían controlando las drogas. El poder que ahorita tienen los grandes cárteles se lo transferiríamos al gobierno. Eso debería de tenernos a todos temblando de miedo. Y más si tomamos en cuenta la clase de gobernantes megalómanos que hemos tenido en el Distrito Federal.

Les pongo un ejemplo que quizá suene exagerado pero que es muy probable que se dé si se aprobara semejante ley. Supongan una cantidad de adictos que regularmente adquieran su dosis (supuestamente limitada). Supongan que fueran unos 10 mil, por decir un número. Se acerca un año electoral y entonces los vendedores oficiales empiezan a limitarles la dosis. Siendo adictos, su desesperación irá en aumento a medida que no puedan satisfacer su necesidad. Entonces los vendedores les condicionan la venta de estupefacientes a cambio de participar en marchas, protestas e incluso a que otorguen su voto a un partido determinado (que siendo este negocio dependiente del gobierno, sería el partido en el poder). Muchos podrán decir que este escenario es una exageración mía y que jamás podría ocurrir. Esto ya ocurre con los invasores de predios. Me consta. He hablado con gente víctima de extorsiones de este tipo. Me han contado cómo funciona y cómo hay personas desalmadas que abusan de la gente pobre. Por eso sé que lo de “primero los pobres” siempre ha sido una grandísima mentira.

También creo que los que apoyan esta iniciativa tienen otras oscuras intenciones. Las mismas que los llevan a “defender” a PEMEX a ultranza. Saben que si el gobierno controla estos negocios y ellos están en el gobierno, podrán despacharse con la cuchara grande. Si no es a través del gobierno, a través de los sindicatos. Imaginen un nuevo SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de Estupefacientes) dirigido por un caudillo como Romero Deschamps o Elba Esther Gordillo. Sólo pensarlo me provoca pavor. Estos políticos corruptos sólo piensan en sí mismos y en cómo aprovecharse del país.

Por ello, los ciudadanos debemos estar atentos a las propuestas de nuestros representantes. Debemos vigilar que no quieran asumir poderes que no les corresponden. Debemos cumplir con nuestra función de contrapesos de los gobernantes. No olvidemos que en una democracia, nosotros somos los que mandamos. Los funcionarios públicos de todos los niveles (electos y designados) son sólo representantes nuestros. Son nuestros empleados. No dejemos que se aprovechen de la apatía o del miedo de la ciudadanía.

El combate al narcotráfico es parte de una guerra sin cuartel que ya cobró y seguirá cobrando muchas vidas. Sin embargo, es un combate en el cual no podemos rendirnos. La soberanía nacional depende de que triunfemos en esta guerra. Legalizar la droga quizá podría acabar con los cárteles de droga, pero el narcotráfico no es el problema de fondo. El problema de fondo es que miles si no es que millones de nuestros niños, jóvenes y adultos encuentran una salida falsa a través de las drogas (incluyendo el alcohol). Ese es el problema que realmente debemos atacar y legalizar las drogas no nos ayuda a resolverlo.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Un ejemplo de transparencia y uno de democracia

Como comenta Fray Bartolomé en su columna del periódico Reforma, la estrategia de comunicación del gobierno federal en el lamentable caso Mouriño nos ha sorprendido a todos. Nunca antes se había visto a un gobierno (de cualquier nivel) actuar con tal transparencia y honestidad hacia la ciudadanía. No sólo se nos han hecho saber los resultados parciales de las investigaciones, sino que inmediatamente se solicitó la intervención de expertos extranjeros evitando así la opacidad característica de las investigaciones realizadas por nuestras autoridades. Se han mostrado fotos y grabaciones de forma que expertos en la materia han podido analizarlas y dar su opinión públicamente.

También me parece loable la actuación del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez quien se ha comportado con rectitud y, sobre todo, con mucha prudencia. Sus declaraciones han sido acertadas y muy sensatas. Contrario a lo que reportó el periódico Reforma ayer, nunca declaró que la única hipótesis aceptable era la de un accidente. Sus comentarios han ido en el sentido de que la hipótesis del accidente no puede ser descartada por la evidencia. Hasta este momento, esta evidencia parece señalar que sí se trató de un accidente y no de un atentado. Por otro lado, el señor Secretario mostró firmeza al negar las declaraciones de un operador aéreo que afirmaba que el piloto había solicitado auxilio poco antes del accidente. Para sostener sus afirmaciones, el Secretario hizo públicas las conversaciones entre la aeronave y los centros de control. Es una lástima que haya gente que quiera obtener sus cinco minutos de fama a costa de una tragedia como ésta.

Me parece que la actuación en general del gobierno federal ha sido extraordinaria. Nuestro Presidente Felipe Calderón ha actuado con liderazgo ante una situación que seguramente lo tiene devastado personalmente. Un aplauso al gobierno federal en esta situación. Esperemos que pronto se encuentre la causa de este accidente, no sólo para satisfacer a la opinión pública, sino para consuelo de los familiares de los fallecidos. Mis condolencias a todos ellos.

Cambiando de tema, quiero hablar un poco del ejemplo de democracia que vimos el mismo día en que ocurrió la muerte de nuestro Secretario de Gobernación. Me refiero a la actitud de John McCain al concederle la victoria a Barack Obama. Al ver que no iba a ganar la elección, dio un conmovedor discurso en el que reconocía las virtudes de su oponente y en que admitía su derrota. Más aún, en un momento en que nombró a su rival y sus partidarios lo abuchearon, McCain les pidió que evitaran esas expresiones. Continuando con su discurso, se puso al servicio del nuevo presidente y pidió que todos lo que lo apoyaron hicieran lo mismo. Esto es un ejemplo más de por qué Estados Unidos es la potencia que es. Después de una campaña muy reñida y muy agresiva de ambos lados, son capaces de unirse por una meta común. A pesar de las diferencias ideológicas tan marcadas entre ambos candidatos, el día de la elección se mostró que la unidad debe estar por encima de todo. Creo que John McCain tiene muchos defectos y que muchas de las ideas de su partido están mal (Obama y los demócratas también, pero de eso hablaré después), pero le reconozco su patriotismo y auténtica lealtad a su país.
Sé que las comparaciones son odiosas, y más cuando nos referimos a nuestros vecinos del norte, pero esta muestra de civilidad y responsabilidad política debe ser una valiosa lección para nosotros como mexicanos. Qué diferente habría sido todo si Andrés Manuel López Obrador se hubiera comportado con semejante altura el 2 de julio del 2006.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El cambio que Estados Unidos realmente necesita

Mañana son las elecciones en Estados Unidos. Muchos las han llamado las elecciones más importantes en su historia (lo mismo dijeron hace 4 años, hace 8 años, hace…). Tanto en México como en el resto del mundo, la gente está emocionada con la posibilidad de que gane Obama y de que traiga un “cambio” a Washington. En todos lados (incluido Estados Unidos) lo ven como el “salvador” y un baluarte de esperanza. Yo no estoy tan entusiasmado. En su campaña ha mostrado más de una vez que no representa un cambio real. No dudo que logre cambios en Estados Unidos pero el cambio en sí no es necesariamente bueno. A mi parecer, el cambio que Estados Unidos necesita no lo pueden lograr ni el partido Demócrata ni el partido Republicano. Se necesita una tercera opción.

Esta opción debe buscar ante todo el Bien Común y debe fundamentarse en el respeto a la Dignidad de la Persona Humana. En la elección actual, el tema de la economía se ha convertido en el tema central. No me cabe duda alguna de que la economía es crucial para que se alcance el Bien Común y para que las personas puedan vivir con dignidad. Sin embargo, existe otro tema que se ha visto relegado y que tiene mayor trascendencia que la economía: el derecho a la vida. No podemos hablar de la Dignidad de la Persona si ésta no tiene siquiera el derecho a vivir. No podemos hablar de Dignidad de la Persona cuando más de 50 millones de americanos no-nacidos han muerto desde Roe vs. Wade. No podemos hablar de Bien Común cuando se piensa aprobar la Freedom of Choice Act, en la cual se quitan todas las barreras legales que penalizan el aborto, permitiendo incluso el aborto por nacimiento parcial. Obama ha declarado públicamente que su primer acto como presidente sería aprobar esta ley. No olvidemos que las personas deben importar más que el dinero. La economía se puede arreglar, un niño muerto no.

El respeto a la Dignidad de la Persona también se ve pisoteado en las tantas guerras que está librando Estados Unidos en el extranjero. El caso de Irak es el más contundente por su injusticia. A pesar de ello, sería imprudente y más dañino que Estados Unidos se retirara sin un plan bien pensado. Este plan debe considerar antes que nada el bien y la seguridad de la gente de Irak. Los norteamericanos deben actuar con responsabilidad cuando llegue el momento de su retirada y deben asegurarse de que los iraquíes puedan, por sus propios medios, mantener la estabilidad de su propio país. Toda guerra atenta contra la Dignidad de la Persona Humana y en su entendimiento de esto, los republicanos están muy mal.

Por otro lado, esta opción nueva que propongo debe proclamar el principio de la subsidiariedad. Esto quiere decir que el Estado debe respetar la independencia y el actuar (mientras sea legal) de los cuerpos sociales intermedios e intervenir y apoyarlos cuando no puedan o quieran cumplir con su función social. En el caso de E.U., el health care, o seguridad social representa un excelente ejemplo. El acceso a la atención médica es un derecho de todo ser humano. En miras del Bien Común y del respeto a la Dignidad de la Persona, se debe proveer de este servicio a todos. Si hay gente que no puede pagarse un seguro médico, el Estado debe asegurarse de que reciban la atención médica adecuada si se enferman.

Lo mismo podemos decir de la economía. El Estado debe regular y supervisar los mercados. El libre mercado debe estar al servicio del hombre, no el hombre al servicio del libre mercado. E libre mercado es sólo un medio para producir más eficientemente, no un fin en sí mismo. Esto no significa que el Estado deba controlar o intervenir en todos los ámbitos de la economía y poseer los medios de producción. Eso atentaría contra el mismo principio de subsidiariedad. El Estado debe, en general, actuar como árbitro y supervisar que se respeten las reglas del juego. También debe velar para evitar abusos de parte de los ricos y poderosos en contra de los más desprotegidos. Un punto que muchas veces se pasa por alto es que la subsidiariedad exige que el Estado se retire cuando la sociedad civil o la iniciativa privada puedan reasumir su deber.

El último principio que debe regir a esta opción alternativa es la solidaridad. En cuanto a la sociedad civil norteamericana no hay mucho problema. Los americanos por naturaleza son solidarios. Basta con ver que Estados Unidos es el país que mayor ayuda humanitaria entrega a otros países. Basta con vivir ahí para percibir el clima de solidaridad que los ciudadanos tienen entre sí y para con sus comunidades. Ahora bien, en el caso del Estado, la solidaridad también debe existir. Éste debe incentivar a las empresas a que actúen con responsabilidad social. La función solidaria del Estado consiste en lograr que se provea a todos de lo necesario para vivir de forma digna. Esta es la meta de la Economía Social de Mercado. Se trata de una economía de mercado con un enfoque social.

Para vivir plenamente la solidaridad, tanto el Estado como la Sociedad deben ayudar (conforme al principio de la subsidiariedad) a los más necesitados y desprotegidos, es decir, deben tener una opción preferencial por los pobres. Esta opción preferencial no sólo debe existir hacia el interior del Estado, sino también hacia los países subdesarrollados (incluyendo a mi querido México). Tanto Estados Unidos como los países europeos tienen la responsabilidad de actuar solidariamente con los países pobres. Muchos de estos países fueron fundamentales para que Europa y Estados Unidos llegaran a ser lo que hoy son. Durante años les proveyeron de materias primas, de nuevos mercados, de mano de obra barata, etc. Por eso es cuestión de elemental justicia que ahora reciban algo en retorno. Sólo trabajando en conjunto se podrá acabar con la pobreza en estos países y sólo acabando con la pobreza se podrá terminar la inmigración ilegal que tanto les preocupa. Necesitamos que Estados Unidos tenga un estadista de la altura de Konrad Adenauer, Robert Schuman o Alcide de Gasperi quienes, dejando a un lado sus diferencias y nacionalismos, sentaron las bases de la Unión Europea.

El día en que Estados Unidos opte por esta alternativa “nueva”, realmente vivirán un cambio profundo que repercutirá en el mundo entero. En Estados Unidos no existe esta alternativa actualmente, pero las condiciones para que surja ya están presentes. La tercera parte de la población norteamericana es católica y los principios que acabo de enumerar son los de la Doctrina Social de la Iglesia. Este sector tan importante de la población norteamericana tiene mucha influencia en la sociedad americana, incluyendo en la política. Es hora de que el Humanismo Político que surgió de estos principios eche raíces en Estados Unidos. Esta alternativa no es realmente nueva ya que en todo el mundo existen partidos políticos inspirados en este humanismo y son los que han traído los cambios más significativos a nuestras sociedades modernas. Este humanismo es la esencia de la Democracia Cristiana. Sería extraordinario que un partido demócrata cristiano naciera en Estados Unidos. Todos lo agradeceríamos.