Lleva poco menos de dos días en el poder y ya cometió un gran error. Hoy, el flamante presidente de los Estados Unidos, Barack Obama firmó una orden ejecutiva revirtiendo un reglamento que prohibía el uso de dinero americano para financiar a organizaciones abortistas internacionales.
Me resulta extraño que mientras el gobierno americano tiene un déficit nunca antes visto, mientras que su economía se encuentra en una fuerte recesión, mientras que existen infinidad de problemas internos, el presidente decide darle dinero a organizaciones que realizan su “trabajo” fuera de ese país. Me pregunto qué pensarán los ciudadanos americanos de que su dinero, en vez de usarse para reactivar su economía, se esté usando para fomentar el aborto en otros países. Yo estaría muy enojado.
Encuentro todavía más curioso aún que los mismos que criticaron a Bush por su intervencionismo en otros países ahora defiendan el intervencionismo de Obama. Quizá alguno me reclame diciendo que no es lo mismo una guerra injusta que fomentar el aborto. Yo le respondería que estoy completamente de acuerdo: en una guerra existe la posibilidad de defensa, en el aborto no.
Comparemos la cantidad de muertes provocadas por Bush y su infame guerra y las que ha provocado el aborto sólo en Estados Unidos. Según algunas estimaciones realizadas por grupos opuestos a la guerra (y por tanto, muy probablemente exageradas), ha habido alrededor de 700 mil muertos (entre militares y civiles) tanto en Irak como en Afganistán. Del lado abortista, tenemos 1.3 millones de muertos sólo en el último año. Por tanto, si Obama mantiene su postura a favor del aborto, en menos de un año será responsable de más muertes que Bush. Eso sólo si tomamos en cuenta los abortos que se dan en Estados Unidos. Con su nueva orden ejecutiva, habría que contar los abortos que se presenten en otros países del mundo y que fueron pagados con dólares provenientes de los impuestos de los ciudadanos estadounidenses.
Que no nos quieran ver la cara diciendo que el aborto es parte de una política de salud pública. Un embarazo no es una enfermedad. Es la consecuencia natural de una relación sexual. No se puede comparar un embarazo con el SIDA por ejemplo. Claro que para Obama, esto no es así. Recordemos que en su campaña declaró que no estaba de acuerdo con que sus hijas fueran “castigadas por cometer un error”. Mejor debería enseñarles que lo natural es que después de una relación sexual haya un embarazo y que la sexualidad no es un juego. Eso lo ha sabido la humanidad desde siempre.
Ahora bien, ¿por qué ese interés de fomentar el aborto en otros países? Creo que Castillo Peraza tenía toda la razón al afirmar: “Los poderosos de la tierra son proabortistas por razón de poder”. Es más fácil (y más barato) para el gobierno de Estados Unidos fomentar la matanza de pobres en los países subdesarrollados que ayudarlos a salir de su miseria. En el caso de nuestro país, prefieren asegurarse de que cada vez haya menos mexicanos que luego quieran cruzarse, que trabajar conjuntamente con nuestro gobierno para lograr un auténtico crecimiento económico con el cual la emigración desaparecería. Chesterton señala en Eugenics and Other Evils (Eugenesia y otros males) que los grandes capitalistas que apoyaban a la eugenesia (que en su época eran el equivalente a los abortistas de hoy en día) lo hacían no por caridad con los más necesitados o buscando el bien de la humanidad, sino porque era la forma más fácil de “limpiar” el desastre que ellos mismos ocasionaron al oprimir a los más pobres. Me parece que el movimiento abortista internacional actúa igual. Dicen buscar el bien de las familias más pobres (porque para qué traer niños al mundo si sólo van a sufrir) pero en lugar de buscar formas de que superen su pobreza (como crear un sistema económico más justo por ejemplo) prefieren matarlos. Claro que para no parecer inhumanos no se refieren al bebé como bebé, sino como el “producto” (como si una persona fuera comparable con una cosa) y así, el aborto, en lugar de ser un asesinato pasa a ser algo tan trivial como tirar la basura.
Otro aspecto de la política proabortista de Obama que me resulta curioso tiene que ver con su afirmación de que busca reducir el número de abortos. Esa es una muy buena intención, pero no sé cómo busca reducirlos fomentándolos. Eso es una contradicción. Además, ya está demostrado que en todos los países donde se legaliza (o como los abortistas dirían: se “despenaliza”) el aborto, el número de éstos aumenta.
Afortunadamente, no todo está mal del otro lado del Río Bravo. Ayer, 22 de enero, en el trigésimo sexto aniversario del juicio Roe vs. Wade, con el cual se legalizó el aborto en Estados Unidos, se llevó a cabo la Marcha por la Vida (March for Life) en la que participaron miles de estadounidenses defensores de la vida. Esta marcha se viene realizando año con año y cada vez cobra mayor fuerza (aunque los medios no digan nada al respecto).
El movimiento pro-vida estadounidense tiene mucho que enseñarnos, sobre todo por la experiencia de tantos años de lucha que tienen. Es interesante, además, que dos de las personas que más influyeron en la legalización del aborto en aquél país, el Dr. Bernard Nathanson (médico que practicó infinidad de abortos, incluyendo el de su propio hijo) y Norma L. McCorvey (mejor conocida como Jane Roe, de donde se tomó el nombre del juicio antes mencionado) son ahora de los más importantes activistas defensores de la vida. Creo que habiendo vivido tan de cerca el aborto tienen mucho que decirnos sobre la realidad de esta terrible práctica que, desde 1973 ha cobrado la vida de más de 50 millones de estadounidenses (más que todas las guerras en las que han participado juntas).
Todo mundo esperaba que Obama actuara de forma distinta a su predecesor. Sin embargo, este primer paso sólo demuestra que es igual de asesino (o más) que George W. Bush.
Me resulta extraño que mientras el gobierno americano tiene un déficit nunca antes visto, mientras que su economía se encuentra en una fuerte recesión, mientras que existen infinidad de problemas internos, el presidente decide darle dinero a organizaciones que realizan su “trabajo” fuera de ese país. Me pregunto qué pensarán los ciudadanos americanos de que su dinero, en vez de usarse para reactivar su economía, se esté usando para fomentar el aborto en otros países. Yo estaría muy enojado.
Encuentro todavía más curioso aún que los mismos que criticaron a Bush por su intervencionismo en otros países ahora defiendan el intervencionismo de Obama. Quizá alguno me reclame diciendo que no es lo mismo una guerra injusta que fomentar el aborto. Yo le respondería que estoy completamente de acuerdo: en una guerra existe la posibilidad de defensa, en el aborto no.
Comparemos la cantidad de muertes provocadas por Bush y su infame guerra y las que ha provocado el aborto sólo en Estados Unidos. Según algunas estimaciones realizadas por grupos opuestos a la guerra (y por tanto, muy probablemente exageradas), ha habido alrededor de 700 mil muertos (entre militares y civiles) tanto en Irak como en Afganistán. Del lado abortista, tenemos 1.3 millones de muertos sólo en el último año. Por tanto, si Obama mantiene su postura a favor del aborto, en menos de un año será responsable de más muertes que Bush. Eso sólo si tomamos en cuenta los abortos que se dan en Estados Unidos. Con su nueva orden ejecutiva, habría que contar los abortos que se presenten en otros países del mundo y que fueron pagados con dólares provenientes de los impuestos de los ciudadanos estadounidenses.
Que no nos quieran ver la cara diciendo que el aborto es parte de una política de salud pública. Un embarazo no es una enfermedad. Es la consecuencia natural de una relación sexual. No se puede comparar un embarazo con el SIDA por ejemplo. Claro que para Obama, esto no es así. Recordemos que en su campaña declaró que no estaba de acuerdo con que sus hijas fueran “castigadas por cometer un error”. Mejor debería enseñarles que lo natural es que después de una relación sexual haya un embarazo y que la sexualidad no es un juego. Eso lo ha sabido la humanidad desde siempre.
Ahora bien, ¿por qué ese interés de fomentar el aborto en otros países? Creo que Castillo Peraza tenía toda la razón al afirmar: “Los poderosos de la tierra son proabortistas por razón de poder”. Es más fácil (y más barato) para el gobierno de Estados Unidos fomentar la matanza de pobres en los países subdesarrollados que ayudarlos a salir de su miseria. En el caso de nuestro país, prefieren asegurarse de que cada vez haya menos mexicanos que luego quieran cruzarse, que trabajar conjuntamente con nuestro gobierno para lograr un auténtico crecimiento económico con el cual la emigración desaparecería. Chesterton señala en Eugenics and Other Evils (Eugenesia y otros males) que los grandes capitalistas que apoyaban a la eugenesia (que en su época eran el equivalente a los abortistas de hoy en día) lo hacían no por caridad con los más necesitados o buscando el bien de la humanidad, sino porque era la forma más fácil de “limpiar” el desastre que ellos mismos ocasionaron al oprimir a los más pobres. Me parece que el movimiento abortista internacional actúa igual. Dicen buscar el bien de las familias más pobres (porque para qué traer niños al mundo si sólo van a sufrir) pero en lugar de buscar formas de que superen su pobreza (como crear un sistema económico más justo por ejemplo) prefieren matarlos. Claro que para no parecer inhumanos no se refieren al bebé como bebé, sino como el “producto” (como si una persona fuera comparable con una cosa) y así, el aborto, en lugar de ser un asesinato pasa a ser algo tan trivial como tirar la basura.
Otro aspecto de la política proabortista de Obama que me resulta curioso tiene que ver con su afirmación de que busca reducir el número de abortos. Esa es una muy buena intención, pero no sé cómo busca reducirlos fomentándolos. Eso es una contradicción. Además, ya está demostrado que en todos los países donde se legaliza (o como los abortistas dirían: se “despenaliza”) el aborto, el número de éstos aumenta.
Afortunadamente, no todo está mal del otro lado del Río Bravo. Ayer, 22 de enero, en el trigésimo sexto aniversario del juicio Roe vs. Wade, con el cual se legalizó el aborto en Estados Unidos, se llevó a cabo la Marcha por la Vida (March for Life) en la que participaron miles de estadounidenses defensores de la vida. Esta marcha se viene realizando año con año y cada vez cobra mayor fuerza (aunque los medios no digan nada al respecto).
El movimiento pro-vida estadounidense tiene mucho que enseñarnos, sobre todo por la experiencia de tantos años de lucha que tienen. Es interesante, además, que dos de las personas que más influyeron en la legalización del aborto en aquél país, el Dr. Bernard Nathanson (médico que practicó infinidad de abortos, incluyendo el de su propio hijo) y Norma L. McCorvey (mejor conocida como Jane Roe, de donde se tomó el nombre del juicio antes mencionado) son ahora de los más importantes activistas defensores de la vida. Creo que habiendo vivido tan de cerca el aborto tienen mucho que decirnos sobre la realidad de esta terrible práctica que, desde 1973 ha cobrado la vida de más de 50 millones de estadounidenses (más que todas las guerras en las que han participado juntas).
Todo mundo esperaba que Obama actuara de forma distinta a su predecesor. Sin embargo, este primer paso sólo demuestra que es igual de asesino (o más) que George W. Bush.
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