Es sorprendente que puedas prender la televisión, pasar los casi 200 canales que existen y no encontrar absolutamente nada bueno que ver. Miles de millones de dólares se invierten en la industria del entretenimiento por televisión para saturar el espectro radioeléctrico con pura basura.
Por otro lado, aquellos canales que transmiten programas de calidad se encuentran en constante peligro de desaparecer debido a sus bajos ratings. Esto se ha vuelto tan común que ahora, canales que antes tenían programación de calidad, tales como el History Channel, el Discovery Channel, A&E Mundo, etc., han tenido que introducir programas de pésimos contenidos. Basta ver la cantidad de programas acerca de OVNIs, fenómenos paranormales, reparación de coches, entre otros tantos para notar esta grave caída en la calidad de estos canales.
Este fenómeno de decadencia no sólo aparece en los canales “culturales” sino que ha llegado incluso a canales más comerciales, pero especializados en ciertos temas. Por ejemplo, MTV y VH1, canales especializados en música ahora incluyen en su programación más reality shows y series que programas de música. Mejor se dedican a transmitir programas que muestran la vida frívola y vacía de las “celebridades” (y que muestran por qué es un insulto que ganen tanto…) que en pasar buenos programas musicales. Mejor ponen al público a mandar sandeces por celular o a hacer idiotez y media con tal de aparecer en televisión que darles un espacio a las nuevas agrupaciones musicales.
Mientras tanto, nuestras grandiosas televisoras nacionales compiten fuertemente entre sí para ver quién hace el programa más estúpido. Los famosos programas matutinos en los que ponen a varios changuitos a decir tonterías durante dos o tres horas; las telenovelas que repiten mil veces la misma trama con pequeñas variantes y que tienen idiotizado a medio México; los programas de concursos en que los participantes se dejan pisotear con tal de ganar o convertirse en los nuevos “ídolos” del público; los noticieros amarillistas que responden a intereses económicos y políticos antes que a la Verdad; los programas deportivos que se preocupan más por mostrar a las “bellezas del estadio” que en analizar esas actividades tan bellas que llamamos deportes; los programas de “comedia” que son un homenaje a la bobería y la vulgaridad… todos son una muestra clara de que hay algo pésimo con nuestra televisión nacional.
Me parece que esta televisión decadente es producto de esa obsesión moderna de hacer sólo lo que diga el mercado. El dinero es lo único que les preocupa a los grandes directivos de las televisoras y las productoras. No les importa contaminar las inteligencias de millones de personas que, para colmo, han crecido educadas por la televisión. Si el mercado dice que hay que poner más sexo en los programas, lo ponen sin consideraciones de ninguna índole. Si una compañía de condones que hace anuncios semi-pornográficos paga más que las demás, se ponen sus anuncios en el medio tiempo de los partidos de futbol, sin importar que a esa hora haya millones de niños viendo. Si un político corrupto y mentiroso paga por que se le muestre como un virtuoso gobernante, los noticieros hablan maravillas de él y difaman a aquél que realiza honestamente su trabajo pero que no suelta dinero a los medios. Esta falta de ética de parte de los comunicadores es realmente grave y es una amenaza para nuestra sociedad. La misma estructura vertical de la comunicación por televisión permite que se use ésta como una forma de imposición.
Como ciudadanos estamos obligados a hacer algo para cambiar esta situación abusiva de parte de los grandes poderes de los medios. Debemos protestar y exigir que se transmitan programas de calidad. Debemos exigir que se regule tanta porquería que entra sin restricción alguna a nuestras casas. Aunque siempre podemos usar al mismo mercado para protestar: apagar la tele y leer un buen libro.
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