La gran noticia del día de hoy es el spot en el que aparecen varios actores y actrices defendiendo la “propuesta ciudadana” del Frente Amplio Progresista en contra de la privatización del petróleo. La última vez que revisé, en las escuelas de actuación no enseñan economía, administración de empresas o análisis de políticas energéticas, por tanto, no sé qué conocimientos tendrán estas personas para criticar una reforma de naturaleza técnica. Pero bueno, haciendo uso de su libertad de expresión, salen a decirnos que defendamos el petróleo de “los que quieren dominar el petróleo [que] son los que pretenden controlar el mundo” (cita textual). Me pregunto quiénes serán esos que quieren controlar el mundo…
Regresando al tema, encuentro realmente ofensivo que estos individuos se erijan ahora en defensores del “pueblo” y de los pobres siendo que artistas como ellos no se caracterizan por una vida de humildad y pobreza. Es fácil defender al pobre cuando por aparecer en una película (sin importar lo mala que sea) te pagan cientos de miles, si no es que millones de pesos. A cambio de ese dinero, inundan nuestras televisiones y pantallas cinematográficas de basura que sólo sirve para corromper más a la niñez y juventud del país… Es prácticamente nula la aportación que hacen a la sociedad… Como si no hicieran ya suficiente daño con eso, pretenden usar su “fama” para influir en una de las reformas más necesarias para nuestro país. Yo espero que el pueblo mexicano sea lo suficientemente inteligente para no hacerle caso a estos personajes…
Por otro lado, me parece realmente preocupante la actitud que tienen no sólo estos artistas sino los “defensores del petróleo” en general. En la esquina de mi casa hay un “comité popular” donde colgaron una manta que dice que la “privatización” de PEMEX representa la “venta del futuro de nuestros hijos”. Si el futuro de nuestros hijos es el petróleo, entonces estamos realmente jodidos. Se privatice o no, el petróleo se va a acabar. Por ende, poner el futuro de nuestros hijos en el petróleo es una reverenda idiotez. El futuro de nuestros hijos debe estar en la educación que les demos, en que los preparemos para enfrentar un mundo hostil y lleno de problemas. Debe estar en que los capacitemos para resolver esos problemas (la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la inseguridad, etc.) de forma que sean ingeniosos, creativos e innovadores y que no se rindan ante estas dificultades. Ahí radica el verdadero futuro de nuestros hijos. No sé a quién se le ocurrió la maravillosa idea de decir que radica en una empresa paraestatal que está al borde de la quiebra…
Lo mismo se puede decir del argumento de que el petróleo representa la “soberanía del país”. ¿Por qué quieren hacernos depender de cosas externas? Simplemente porque si nuestra “soberanía” y nuestro futuro dependen del petróleo (o cualquier otra cosa, como la electricidad, el maíz…), el que lo controle nos controla a todos. ¿No es eso lo que siempre han hecho los gobiernos totalitarios? La verdadera riqueza y soberanía de México radica en su gente. Enfrentemos la realidad y busquemos soluciones nuevas a los problemas del país. No vivamos más en esa actitud de sumisión y de espera a que el gobierno haga todo por nosotros, ¡eso no va a suceder! ¡Setenta años de “atole con el dedo” deberían de habernos enseñado a no esperar todo del gobierno!
Si podemos arreglar PEMEX, modernizarlo y hacerlo eficiente, ¡hagámoslo! Si eso implica dejar entrar a la iniciativa privada, ¿por qué no hacerlo? En todo caso se limita a que sólo sean empresas mexicanas (para no “venderlo a extranjeros”). Ahora que si PEMEX no se puede arreglar y es un lastre para todos nosotros; si no es más que un foco de corrupción, entonces ¡deshagámonos de PEMEX! Cualquier empresario medianamente inteligente, si tiene una empresa (así sea la empresa familiar cuya dirección ha pasado de padre a hijo durante generaciones) que no le está dando utilidades, se deshace de ella a la primera oportunidad. ¿Por qué el gobierno tiene que estar manteniendo empresas ineficientes? Recuerden que lo hace con nuestro dinero. Yo preferiría que ese dinero se invirtiera en educación, en hospitales, en carreteras o en cualquier otro servicio público que realmente nos beneficie a todos y no en empresas que podrían funcionar mejor en otras manos.
Mejor dejémonos de discusiones inútiles acerca de cosas tan abstractas como la “soberanía nacional” y desechemos tanto mito que ha servido para tenernos sometidos y no para progresar. Hagamos algo que realmente cambie a nuestro país. ¡Los casi 50 millones de mexicanos pobres así nos lo exigen!
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